LA VIDA DE LOS PROFETAS SIN SEÑALES

Y EL PROFETA DE LOS ADORADORES DEL FUEGO

 En la obra 'Ilal Ash Sharâîa' 'Alawî esta registrada una narración del Imâm 'Alî(P) la cuál transmitió del Mensajero de Dios (BPD) que dice: “Uno de los Profetas de los Hijos de Israel durante cuarenta años invitó a su gente a la adoración de Dios Único, hasta que un día le solicitaron que les trajera comida del mismo tono amarillo que sus vestidos. Él murmuró una suplica a un palo seco; convirtiéndose el palo seco después de un tiempo en un gran árbol verde y frondoso, del cuál colgaban frutas amarillas iguales al albaricoque. Aquél que comía la fruta con la intención de convertir su fe a la del Profeta, la semilla de ésta se volvía dulce, empero para los impíos las semillas mantenían un sabor agrio”.[1]

 Harwî relata el haber escuché al Imâm Rida (P) decir: “Dios Todopoderoso envió una revelación a uno de los Profetas de los Hijos de Israel diciendo: Traga la primer cosa con la que te enfrentes, esconde la segunda, acepta la tercera, no decepciones a la cuarta y aléjate de la quinta. En un principio el Profeta se topó con una gran montaña, entonces se dijo a sí mismo: -Dios nunca ordena a su siervo algo que no esté a su alcance-. Por ello se acercó hacia la montaña con la intención de tragarla. Mientras más se acercaba a ésta, más pequeña la veía, hasta que por fin la encontró del tamaño de un bocado delicioso. Continuó su camino y después de un tiempo encontró una cuba de lavar. Para obedecer lo ordenado por Dios la escondió bajo la tierra; sin embargo después de un tiempo observó que la cuba se encontraba nuevamente sobre la tierra. Más adelante en su camino halló un ave perseguida por un halcón. El Profeta acatando lo mandado por Dios refugió al ave en su manga. En ese momento el halcón comenzó a hablar y dijo: -Me has quitado a mi presa. Hace casi una hora que ando tras ella-. El recordó la cuarta orden de Dios que dijo que no deberá decepcionar a nadie, por ello arrancó un pedazo de la pata del ave y se la aventó al halcón. Poco después se encontró con un muerto cuya carne estaba en descomposición y su cuerpo lleno de gusanos, volteando su cara hacia otro lado pasó con apremio sin verlo.

 En ese momento Dios le envió una revelación diciendo: -Esa montaña era muestra de Mi furia, ya que cuando el hombre se encuentra enojado no puede verse a sí mismo y su jerarquía con la grandeza de la furia se unen. Empero cuando se calma reconoce su valor y entiende que si hubiese tolerado, la furia con toda su grandeza se convertiría en el tamaño de un bocado delicioso. Y la cuba de lavar representaba la buena acción, que el verdadero siervo de Dios realiza y por más que desea ocultar esta buena acción ante los demás, Dios la muestra como adorno para su hacedor. El ave personifica al hombre que vendrá hacia ti para darte consejos y tu deberás acogerlos; el halcón simboliza a alguien que vino a pedirte un favor y no debe alejarse decepcionado de ti. Respecto al muerto en descomposición alude a hablar detrás de la gente, acto del cuál deberás siempre alejarte apresurado”.[2]

 El Imâm Sâdiq (P) manifestó: -Dios reveló a uno de los Profetas de los Hijos de Israel: “En caso de que desees encontrarte conmigo en el Paraíso deberás vivir en el mundo solo, con tristeza y melancólico, al igual que el ave solitaria que en la quietud de la media noche, se aleja de las demás aves y se acerca a su Dios”.[3]

 El Imâm Bâqir (P) dijo: -Uno de los Profetas de los Hijos de Israel, tropezó con el cuerpo de un creyente sobre la mitad del cual se había derrumbado una pared mientras la otra mitad se encontraba fuera de ésta y una gran cantidad de aves estaban ocupadas en comer su carne. Poco después el Profeta llegó a la ciudad y se encontró con el cuerpo de uno de los adinerados el cuál estaba sobre una litera y a su alrededor habían encendido incienso que perfumaba la atmósfera y sobre el cuerpo del muerto habían colocado un lienzo de seda de diferentes colores. El Profeta preguntó a Dios: “¡Dios mío! Tú con justicia e imparcialidad dictaminas entre Tus siervos. Entonces ¿por qué el hombre creyente dejó este mundo en ese estado, mientras que este hombre aristócrata se encuentra en mejores condiciones para ser enterrado?” Dios en respuesta a su pregunta dijo: “Mi siervo creyente había cometido un pecado y por este medio quise que pasara temporalmente un poco de dificultades para que al venir a Mi estuviera limpio de cualquier falta o culpa. En cuanto al otro de Mis siervos, Quise por medio del esplendor del mundo terminar con el único acto provechoso que tenía ante Mi, para que el día del Juicio Final no tenga nada del cual se enorgullezca ante Mi”.[4]

 El Imâm Rida (P) dijo: -Dios envió una revelación a uno de los Profetas de los Hijos de Israel que decía: “Si me obedeces serás feliz, y después de que lo seas obtendrás abundancia y favor ilimitado. Y en caso de que peques, encenderás Mi Ira, y cuando Mi Ira se encienda alejaré de ti Mis favores y serás objeto de Mis maldiciones, las cuales serán heredadas por tus hijos a sus hijos.[5]

 El Imâm Sâdiq (P) expuso: “Uno de los Profetas de los Hijos de Israel como consecuencia de una gran debilidad se quejó ante Dios. El Creador, Glorificado sea, poco después le envió una revelación diciendo que agregara leche a la carne y la comiera, ya que este alimento fortalece los huesos del cuerpo”.[6]

 Este mismo Imâm (P) dijo: “Uno de los Profetas de los Hijos de Israel como consecuencia de una gran debilidad que sentía en su cuerpo y por lo poco que cohabitaba se quejó ante Dios. El Creador le dijo que tratara de comer más trigo cocido con carne.[7] Así también este Imâm declaró: “Uno de los Profetas de los Hijos de Israel se quejó ante Dios por tener pocos hijos. Dios Todopoderoso le envió una revelación diciendo que comiera más carne con huevo”.[8]

 Farât Ibn Ahnuf relata: “Uno Profetas de los Hijos de Israel se quejó ante Dios por la dureza de su corazón e insuficiencia de lágrimas en sus ojos. El Señor le envió una revelación diciéndole que comiera lentejas para curar sus males”.[9]

 El Imâm Sâdiq (P) dijo: “Dios para terminar con la tristeza y congoja de uno de los Profetas de los Hijos de Israel le ordenó que comiera uvas en abundancia”.[10]

 Este mismo Imâm expresó: “Dios no nombró a ninguno como su Enviado, a menos que su cuerpo despidiera un agradable perfume el cuál subía al cielo”.[11]

 Así también manifestó: “El perfumarse es una de las costumbres de los Profetas”.[12]

 Ibn Nabâtah expresó: -En una ocasión que el Príncipe de los Creyentes, 'Alî (P), se encontraba sobre el púlpito propuso: “Preguntadme lo que deseéis antes de que me vaya de entre vosotros”. En ese momento Ash'az Ibn Qaîs se levantó y preguntó al Imâm: “¿Como es cobrado el impuesto islámico a los adoradores del fuego, mientras que ellos no siguen ningún Libro ni les fue enviado ningún Profeta?” El Príncipe de los Creyentes respondió a Ash'az Ibn Qaîs lo siguiente: “No es así. Ellos tuvieron un Profeta que trajo un Libro. Una noche que el rey de los adoradores del fuego se encontraba ebrio, durmió con su hija; y cuando amaneció la gente había rodeado su palacio. Ellos habían decidido castigarlo según lo dictaminado por Dios, sin embargó el rey se valió de un ardid diciendo: -¡Los hijos e hijas de Adán y Eva, que son los seres más valiosos para Dios, se casaron entre sí!- En ese momento la gente aceptó las palabras del rey y desde ese día se hizo común ente ellos este acto prohibido. Dios por su parte les quitó el Libro Sagrado. Este pueblo es aquél que entrará al Infierno sin haber dado cuentas. Empero los hipócritas se encuentran en una situación peor que las de los incrédulos”.[13]

 Un hombre zandîq (hipócrita) preguntó al Imâm Sâdiq (P): “¿Acaso los adoradores del fuego tuvieron un Profeta llamado Zoroastro?” El Imâm le respondió: “Zoroastro únicamente por medio de susurros les sugería palabras incomprensibles. Cuando él se presentó como un Profeta, la gente lo expulsó del pueblo hasta que en el desierto fue presa de los animales salvajes”. Entonces el hombre zandîqî preguntó al Imâm: “¿Quiénes en el pasado estaban más cerca de la realización de los buenos actos, los adoradores del fuego o los árabes?” El Imâm respondió: “Los árabes de la época de la ignorancia eran más puros y estaban más cercanos de la adoración de un solo Dios que los adoradores del fuego, ya que estos segundos negaron a todos los Profetas y únicamente el tercer rey de la Dinastía Keyan llamado Josrow hizo matar a trescientos de los Profetas. Los adoradores del fuego no realizaban el baño completo de polución y a sus hijos nunca les hacían la circuncisión, ellos habían olvidado esta costumbre ibrâhîmî (costumbre del Profeta Abraham) ni tampoco daban el baño completo a sus muertos ni los amortajaban, sino que los abandonaban en el desierto o los colocaban dentro de pesadas cajas. Los adoradores del fuego consideraban permitido el matrimoniarse con sus madres, hermanas e hijas y a la Casa de Dios la llamaban 'Baîtul Shaîtan’ (la Casa del Demonio). No obstante los árabes de la época de la ignorancia nunca se comportaron así”.[14]

 El Mensajero del Islam (BPD) declaró: “Los adoradores del fuego tuvieron un Profeta al cuál mataron y quemaron su Libro Sagrado. Ese Libro se llamaba “Yâmâsib” el cuál estaba inscrito en doce pedazos de piel de res”.[15]

 El Imâm Sâdiq (P) dijo: “Un grupo de personas solicitaron contar con una vida eterna. El Profeta de ese pueblo pidió a Dios que éstos contaran con la inmortalidad. Después de un tiempo transcurrido, llegó el momento en que los habitantes del pueblo no cabían en sus moradas y el progenitor de la familia tenía la responsabilidad de alimentar a una gran cantidad de sus descendientes. La gente que se encontraba en aprietos pidió a su Profeta que los regresara a la situación normal”.[16]

 Uno de los compañeros de Ibn Abî 'Umaîr relata: -Dije al sexto de los Inmaculados Imâmes: “¡Oh, hijo del Mensajero de Dios! Yo no quiero realizar la oración en cualquier mezquita”. El Imâm le respondió: “No hay ninguna mezquita a menos que se haya edificado ésta en el lugar donde fue martirizado uno de los Profetas, o se halle ahí su tumba, o la tumba de alguno de sus sucesores; también puede ser el lugar donde cayó una gota de sangre de estos Inmaculados. Entonces realiza en tal mezquita las oraciones obligatorias y las supererogatorias”.[17]

 Así también este mismo Imâm dijo: “Dios a todos los pueblos pasados los hizo objeto de Su castigo los días miércoles, a mediados de cada mes.[18]

 El Imâm Sâdiq (P) dijo: “Entre el Rukn Yamanî y Hayyarul Aswâd -la piedra negra- (dos esquinas de la Kaaba) fueron enterrados setenta Profetas, todos ellos murieron por falta de alimento o martirizados por la gente”.[19]

 El Imâm Sâdiq (P) manifiesta: -Dios envió una revelación a uno de sus Profetas que se dirigiese hacia el rey opresor de una región y le dijese: “Yo no te nombré para que matases a la gente y les quitases todas sus pertenencias, sino que Te designé para que con toda tu alma escuches y atiendas a los gritos de los oprimidos aunque sean incrédulos”.[20]

 El Imâm Kâzhim (BP) en una narración expone: -En los principios de la creación los sueños verdaderos que a veces el hombre ve cuando está dormido, no existían, sino que un suceso provocó que Dios los creara. En los tiempos pretéritos un Profeta invitaba a su gente a la adoración de Dios Único; no obstante su gente le dijo: “Tú no eres superior a nosotros en cuanto a riquezas ni familia, si aceptamos tu invitación ¿con qué nos recompensarás?” El Profeta les prometió que aquellos que convirtieran su fe los conduciría al Paraíso de Dios, y los pecadores se verían atrapados para siempre en el Infierno. La gente al escuchar estas palabras dijo: “¿Cómo cumplirás tu promesa, mientras que los cuerpos de nuestros antepasados en estos momentos se han convertido en huesos podridos?” Esa noche la gente vio en sueños que la promesa Divina traída por su Profeta se hizo realidad. Este sueño verdadero hizo que ellos tuviesen fe en su Profeta y que la advertencia de Dios hacia ellos fuese cumplida.[21]

 En la obra Da'wâd Râwandî está registrado que Dios envió una revelación a uno de sus Profetas diciendo que entre su pueblo vivía un hombre cuyas súplicas eran aceptadas. Un día la mujer de este hombre le pidió que suplicara por ella para ser la mujer más bella de su ciudad. Las súplicas del hombre fueron aceptadas y la belleza especial de la mujer hizo que el rey, sus subalternos y muchos jóvenes se enamoraran de ella. Esta atención de los demás hacia la mujer causó la disminución del interés de ella hacia su anciano y cansado esposo, y el que se comportara groseramente con él. Sin embargo su esposo, hombre cuyas súplicas eran aceptadas, tenía paciencia con su bella mujer, hasta que un día pidió a Dios que le diera a ésta la figura de un perro. Los hijos del hombre, pidieron e imploraron a su padre que para proteger el crédito de su familia, implorara para que su madre regresara a su forma anterior. El padre aceptó y poco después la mujer volvió a su forma primaria y así fue como las súplicas de este hombre no beneficiaban en nada a su familia.[22]

LLAMADAS:


[1] ‘Ilal Ash Sharâîa‘, p.573.

[2]  ‘Uîûn Ajbâr Ar Rida, t.1, p.249.

[3]  Bihâr, t.14, p.457.

[4]  Bihâr, t.14, p.458.

[5]  Kâfî, t.2, p.275.

[6]  Kâfî, t.6, p.316.

[7]  Kâfî, t.6, p.319.

[8]  Kâfî, t.6, p.325.

[9]  Kâfî, t.6, p.343.

[10]  Kâfî, t.6, p.351.

[11]  Kâfî, t.6, p.358.

[12]  Kâfî, t.6, p.510.

[13]  Âmâlî As Sadûq, p.281.

[14]  Ihtiyây, p.346.

[15]  Kâfî, t.3, p.568; Min lâ Îahdarul Faqîh, t.2, p.29.

[16]  Kâfî, t.3, p.260.

[17] Kâfî, t.3, p.370.

[18] Kâfî, t.4, p.214.

[19] Kâfî, t.4, p.214.

[20] Kâfî, t.2, p.333.

[21] Kâfî, t.8, p.75.

[22] Da‘wâd Râwandî, p.38