LA VIDA DEL PROFETA ARMÎÂ (P) - JEREMÍAS, DEL PROFETA DÂNIÂL (DANIEL), DEL PROFETA‘UZAÎR (P) (EZRA) Y NABUCODONOSOR[1]

﴿ أَوْ كَالَّذِي مَرَّ عَلى قَرْيَةٍ وَ هِيَ خاوِيَةٌ عَلى عُرُوشِها قالَ أَنَّى يُحْيِي هذِهِ اللَّهُ بَعْدَ مَوْتِها فَأَماتَهُ اللَّهُ مِائَةَ عامٍ ثُمَّ بَعَثَهُ قالَ كَمْ لَبِثْتَ قالَ لَبِثْتُ يَوْماً أَوْ بَعْضَ يَوْمٍ قالَ بَلْ لَبِثْتَ مِائَةَ عامٍ فَانْظُرْ إِلى طَعامِكَ وَ شَرابِكَ لَمْ يَتَسَنَّهْ وَ انْظُرْ إِلى حِمارِكَ وَ لِنَجْعَلَكَ آيَةً لِلنَّاسِ وَ انْظُرْ إِلَى الْعِظامِ كَيْفَ نُنْشِزُها ثُمَّ نَكْسُوها لَحْماً فَلَمَّا تَبَيَّنَ لَهُ قالَ أَعْلَمُ أَنَّ اللَّهَ عَلى كُلِّ شَيْ‏ءٍ قَدِيرٌ ﴾

“O como aquél (Armîâ –Jeremías- o ‘Uzaîr –Ezra-) que pasó por un poblado (en ruinas) cuyas paredes estaban tumbadas sobre sus techos, (Armîâ o ‘Uzaîr no para negar el poder de Dios sino para conocer la forma en que los muertos serán resucitados) dijo: ¿Cómo resucitará Dios esto (la gente de ese poblado) después de muerto?” Entonces Dios le hizo morir por cien años, y luego le resucitó. Dijo: “¿Cuánto has permanecido (así)?” Dijo: “Permanecí (así) por un día o parte de un día”. Dijo: “(No es así), sino que permaneciste cien años. Observa, pues, tu comida y tu bebida, que no se ha estropeado. Y observa a tu asno (como se ha podrido), a ti te revivimos para que seas un signo para la gente. Observa los huesos (de tu asno), cómo los disponemos (en su lugar) y los revestimos de carne”. Cuando se le evidenció ello dijo: “¡Sé que Dios es Poderoso sobre todas las cosas!” (Al Baqarah, 2:259).

﴿ وَ قَضَيْنا إِلى بَنِي إِسْرائِيلَ فِي الْكِتابِ لَتُفْسِدُنَّ فِي الأَْرْضِ مَرَّتَيْنِ وَ لَتَعْلُنَّ عُلُوًّا كَبِيراً فَإِذا جاءَ وَعْدُ أُولاهُما بَعَثْنا عَلَيْكُمْ عِباداً لَنا أُولِي بَأْسٍ شَدِيدٍ فَجاسُوا خِلالَ الدِّيارِ وَ كانَ وَعْداً مَفْعُولاً  ثُمَّ رَدَدْنا لَكُمُ الْكَرَّةَ عَلَيْهِمْ وَ أَمْدَدْناكُمْ بِأَمْوالٍ وَ بَنِينَ وَ جَعَلْناكُمْ أَكْثَرَ نَفِيراً  إِنْ أَحْسَنْتُمْ أَحْسَنْتُمْ لأَِنْفُسِكُمْ وَ إِنْ أَسَأْتُمْ فَلَها فَإِذا جاءَ وَعْدُ الآْخِرَةِ لِيَسُوؤُا وُجُوهَكُمْ وَ لِيَدْخُلُوا الْمَسْجِدَ كَما دَخَلُوهُ أَوَّلَ مَرَّةٍ وَ لِيُتَبِّرُوا ما عَلَوْا تَتْبِيراً ﴾

"Y Nosotros hicimos saber a los Banî Isrâ‘îl en el Libro: Sin duda sembraréis la discordia en la tierra (de Baîtul Muqaddas) dos veces, y os portaréis con insolencia y gran arrogancia. Así que cuando de las dos, la primera advertencia sucedió, nosotros levantamos contra vosotros a Nuestros siervos, de valentía extraordinaria, así que causaron destrucción en (vuestras) casas. Y fue una amenaza cumplida. Entonces os devolvimos el cambio contra ellos, y os ayudamos con riqueza e hijos y os hicimos un grupo numeroso. Si hacéis el bien (después de este triunfo Divino), lo hacéis para vuestras propias almas. Y si hacéis el mal, es para ellas. Así que cuando llegó la segunda advertencia (Nosotros levantamos nuevamente a otro pueblo poderoso), para afligiros (harán que en vuestros rostros se dejen ver la aflicción y derrota) hasta que entren a la Mezquita (de Baîtul Muqaddas) como entraron la primera vez, y para que destruyeran todo lo que conquistaran, con destrucción total". (Al Isrâ’, 17:4-7).

 Qâdî Baîdâwî respecto a la interpretación de la aleya mencionada dice: “Y Nosotros hicimos saber” o en la Torá registramos así: Cuando “sembraréis la discordia en la tierra dos veces”, la primera se refiere a la oposición de los mandatos religiosos de la Torá y el asesinato de Jeremías; la segunda, al asesinato de Juan y Zacarías, y el proyecto para asesinar a Jesús hijo de María. “La primera advertencia sucedió”, se refiere a que la primera vez cuando tomamos venganza de los Hijos de Israel, “levantamos contra vosotros”, o sea, la invasión de Nabucodonosor”.[2]

 Los perseguían “así que causaron destrucción”- en vuestras casas, llegaron al pueblo para matar y despojar. “Os devolvimos el cambio”- les dimos la victoria y poder, “contra ellos” contra aquellos que habían sido enviados para destruirlos. Relatan que después de que Bahman Ibn Isfandîâr heredó el reino de Gashtâsib, dio ventaja a los Hijos de Israel y puso en libertad a sus presos, nombrado a Daniel jefe de éstos. “Así que cuando llegó la segunda advertencia”- cuando llegó la segunda venganza de Nuestra parte, sus rostros estaban tristes como resultado de la gran derrota que habían sufrido. “Para que destruyeran todo lo que conquistaran”- para que asesinaran y demolieran todo mientras el enemigo se encontraba en Baîtul Muqaddas.

 Cuentan que la segunda vez los Hijos de Israel fueron atacados por los persas. Cuando el jefe de los persas entró al lugar donde sacrificaban a sus animales, observó que brotaba sangre de un lugar y cuando les preguntó que esa sangre a quién pertenecía, respondieron: “Es la sangre de uno de nuestros sacrificados que no fue aceptada por dios”. El jefe del ejército persa, que advirtió su mentira, asesinó a miles de ellos hasta que confesaron que esa sangre pertenecía al Profeta Juan (P) -Îahîâ-. El jefe conquistador les dijo: “Dios es el que debe tomar venganza de esa sangre pura”.[3]

 Tabarsî dijo: “Nabucodonosor es el que mismo triunfó ante el rey de Babilonia. Él fue uno de los sobrevivientes del ejército de Nimrud. Nabucodonosor fue un hijo ilegítimo que destruyó el Templo de Baîtul Muqaddas, quemó la Torá y ordenó que echaran a los muertos dentro del Templo. Como consecuencia de la sangre vertida injustamente de uno de los Profetas de los Hijos de Israel, él mandó decapitar a setenta mil personas, así también trasladó a Babilonia a setenta mil presos de guerra. Estos presos sirvieron como esclavos a los adoradores del fuego o el sol, no obstante, después de ese tiempo Dios los puso en libertad a través de uno de los reyes persas adorador de Dios Único, y nuevamente los hizo regresa a su lugar de origen, Baîtul Muqaddas. Durante un siglo caminaron por el sendero recto bajo la dirección de ese rey, hasta que nuevamente cayeron en la corrupción y el crimen, y el emperador de Roma de esa época se dirigió hacia Baîtul Muqaddas, destruyéndolo por completo. En esta guerra muchos de los Hijos de Israel fueron hechos presos por los romanos.[4]

 El Imâm Sâdiq (P) en una extensa narración dice: Después de que los Hijos de Israel desobedecieron las órdenes Divinas, Dios decidió colocar a un hombre vicioso y corrupto para que los dominara. Por ello envió una revelación al Profeta Jeremías (P) diciéndole que en lugar de los árboles de vid que plantó en Baîtul Muqaddas salieron árboles de algarrobo. Jeremías (P) sorprendido al enterarse de lo ocurrido, ayunó durante una semana hasta que Dios nuevamente le envió otra revelación diciendo: “Muy pronto dominará sobre Banî Isrâ‘il uno de mis siervos más despreciables que es ilegítimo y fue alimentado con la leche del perro y cerdo. Destruirá a Baîtul Muqaddas y arrojará los deshechos de la piedra que causaba orgullo entre los judíos. En este acontecimiento los indigentes e incapacitados, que no tuvieron que ver directamente con la desobediencia de los Hijos de Israel, también serán castigados, ya que se silenciaron ante el pecado”. Entonces Jeremías -Armîâ- pidió a Dios que le presentase al siervo que un día destruiría Baîtul Muqaddas, para que le pidiese una carta de seguridad para él, su familia y seguidores. Con la orientación de Dios Todopoderoso, Jeremías entró a la ciudad de nacimiento del hombre que Dios había predicho. Directamente se dirigió hacia un caravasar que Dios le había indicado. Entre los escombros el Profeta Armîâ (P) observó a un infante cuya madre lo alimentaba con pedazos de pan seco mojados en leche de cerdo. Le preguntó su nombre. “Me llamo Nabucodonosor”, le respondió el infante. Jeremías después de presentarse dijo: “Dios me informó que tú, en un futuro cercano, dominarás a los Hijos de Israel. En este mismo momento dame una carta de seguridad para mi familia, mis seguidores y para mí mismo, para que cuando ataques nos veamos seguros de cualquier perdida, muerte o ser apresados”.

 Relatan que Nabucodonosor vivió durante un tiempo de la venta de leña hasta que reunió un gran ejército y se dirigió acompañado de éste para conquistar Baîtul Muqaddas. Llego a la ciudad y fuera de ésta se encontró con Jeremías (P) que le mostró la carta de seguridad dada por él. Nabucodonosor lo dejó en paz, sin embargo respecto a su familia dijo: “Yo echaré una flecha en dirección de Baîtul Muqaddas, si mi flecha llega hasta ese lugar entonces tu familia contará con seguridad”. El viento dirigió la flecha hasta el techo de Baîtul Muqaddas. Nabucodonosor continuó su camino hasta que llegó a un monte de tierra del cuál manaba sangre, y cuando preguntó la causa le dijeron: “Ésta es la sangre de uno de los profetas que fue asesinado por medio de los Banî Isrâ‘il”. Nabucodonosor juró matar tanta gente hasta que dejase de manar sangre de ese manantial. Relatan que esa sangre vertida injustamente, fue la de un Profeta de los Hijos de Israel, que por defender los valores morales y reputaciones del hombre, se enfrentó al ardid de una mujer liviana y fue asesinado. La cabeza degollada de Profeta colocada dentro de un recipiente comenzó a hablar con el rey de esa época y le dijo: “¡Teme a Dios! No tengas relaciones con las mujeres de los Banî Isrâ‘il”. Entre el martirio de ese Profeta (P) y la llegada de Nabucodonosor trascurrieron cien años. Él asesinaba a todos los habitantes de cualquier ciudad a la que entraba, ocasionando un río de sangre; incluso no se apiadaba de los animales de esa región. Relatan que ni siquiera se apiadó de una anciana, última persona viva entre los Hijos de Israel.

 Tiempo después construyó una nueva ciudad de Babilonia en la cuál cavó un profundo pozo. Relatan que Nabucodonosor echo al pozo al Profeta Daniel (P) y a una leona; empero la leona se alimentaba del fango del pozo y Daniel (P) de la leche de la leona. Durante un tiempo continuó así hasta que Dios ordenó a uno de los Profetas, que vivía en Baîtul Muqaddas que llevara, comida y agua para Daniel (P) y le hiciera llegar los saludos de Dios. El Enviado Divino se presentó en el pozo y cuando mandó para Daniel la comida por medio de una cubeta, Daniel (P) agradeciendo a Dios dijo:

 La alabanza sea para Dios, Quien no olvida a quien lo recuerda. Alabado sea Dios, Quien no decepciona a quien Lo convoca. La alabanza sea para Dios, Quien ampara a quien tiene confianza en Él. Alabado sea Dios, Quien no abandona a quien en Él confía. Alabado sea Dios, Quien recompensa con el bien a quien hace el bien (a otros). Alabado sea Dios, Quien recompensa con el rescate a quien tiene paciencia. Alabado sea Dios, Quien aparta nuestro daño ante nuestra aflicción. Alabado sea Dios, Quien es nuestra confianza hasta nuestra muerte y alabado sea Dios, Quien es nuestra esperanza cuando tenemos malas intenciones respecto a nuestras obras.

 Declaran que una noche Nabucodonosor soñó que su cabeza estaba cubierta de hierro, sus pies de cobre y su pecho de oro. Los astrónomos no pudieron interpretar su sueño, por lo cuál ordenó que fueran todos decapitados. Entonces por sugerencia de uno de sus allegados que se hallaba enterado de que Daniel (P) estaba aún con vida dentro del pozo, envió a un comisionado para que lo trajese al palacio del rey. Cuando Daniel (P) se presentó ante Nabucodonosor, respecto a su sueño le dijo: “Dentro de tres días un hombre de Persia te matará, llegando a su fin tu reinado”. Nabucodonosor expresó: “Tú debes quedarte a mi lado, y si dentro de ese lapso no sucede lo que dices entonces te mataré. Yo coloqué en cada una de las siete puertas fornidos vigilantes, y también coloqué ocas sobre cada una de éstas que anuncian con un gran ruido la llegada de cualquier desconocido”.

 Por temor Nabucodonosor había ordenado que degollaran a cualquier ser viviente que se acercara, hasta que llegó la madrugada del día esperado. Ya que él no tenía heredero, se había hecho cargo de la educación de un muchacho desde cuando era niño, por el cuál sentía gran amor, empero no sabía que su ascendencia era persa. Esa noche dio su espada a su hijo adoptivo y le pidió que matase a cualquier ser viviente dudoso. Y así fue como sin querer él mató a Nabucodonosor poniendo de esta forma fin al reinado de un opresor.

 Después de la muerte de Nabucodonosor, Jeremías (P) observó como los animales salvajes desgarraban los cuerpos sin vida de un sinnúmero de los Hijos de Israel y se dijo:

﴿ أَوْ كَالَّذِي مَرَّ عَلى قَرْيَةٍ وَ هِيَ خاوِيَةٌ عَلى عُرُوشِها قالَ أَنَّى يُحْيِي هذِهِ اللَّهُ بَعْدَ مَوْتِها فَأَماتَهُ اللَّهُ مِائَةَ عامٍ ثُمَّ بَعَثَهُ ﴾

“¿Cómo es que Dios revivirá estos cuerpos podridos y diseminados? – “O como aquél que pasó por un poblado cuyas paredes estaban tumbadas sobre sus techos, dijo: ¿Cómo resucitará Dios esto después de muerto?” Entonces Dios le hizo morir por cien años, y luego le resucitó...” (Al Baqarah, 2:259)”.

 Con la muerte a Nabucodonosor regresó nuevamente la paz entre los Hijos de Israel. Cuentan que en la época en que el ejército de Nabucodonosor dominaba en Baîtul Muqaddas, Uzaîr –Ezra- (P) se introdujo en un manantial y desapareció de entre la gente. Sin embargo Dios resucitó a Ezra (o según otras versiones, fue a Jeremías) que había estado ausente durante un siglo, y lo primero que Le otorgó fue la vista de sus dos ojos.[5]

 Tabarsî respecto a la interpretación de la aleya: “O como aquél que pasó por un poblado...”, asegura que se refiere a ‘Uzaîr (Ezra) lo cuál concuerda con lo narrado por El Imâm Sâdiq (P). Sin embargo la narración hecha por El Imâm Bâqir (P) afirma que fue Armîâ (Jeremías). Así también algunos otros sostienen que la aleya fue enviada para Jidr (el Profeta Verde).[6]

 El Imâm Rida (P) manifiesta: -El rey de Babilonia dijo a Daniel (P): “Me gustaría tener un hijo como tú, ya que ante mí, ocupas un lugar cercano y alta jerarquía”. Daniel le respondió: “Para eso cuando quieras tener relaciones con tu mujer piensa en mí”. Tiempo después Dios otorgó al rey un hijo que fue el ser más parecido a Daniel (P).[7]

 Ibn ‘Abbas relata: Ezra (P) en sus súplicas pedía a Dios: “Dios mío puede percibir toda Tu Sabiduría, únicamente un asunto me ha causado problemas y éste es: ¿Por qué cuando Tu castigo cae sobre la gente, los niños son también sacrificados?” Para que Ezra (P) encontrara respuesta a su pregunta Dios le pidió que se dirigiese a las afueras de la ciudad. El Profeta en un día muy caluroso se refugió bajo la sombra de un árbol, empero repentinamente una hormiga mordió su pie, y Ezra (P) mató a muchas hormigas al querer rascarse el lugar de la mordedura utilizando el talón de su otro pie. Aquí fue cuando Dios le dijo: “Cuando un grupo de gente es merecedora de un castigo, Yo he destinado la vida de los niños hasta ese momento, y no más. En verdad ellos sufrieron de una muerte natural y era el fin de sus vidas. Y el grupo de gente pecador morirá por Mi castigo y venganza”.[8]

 Ibn Kawâ preguntó al Imâm ‘Alî (P): “¿Acaso existe un hijo que sea mayor que su padre?” El Amir de los Creyentes respondió: “¡Sí! Los hijos de ‘Uzaîr (Ezra), ya que Dios lo ausentó del mundo y luego de un siglo Lo revivió, sus hijos en este lapso crecieron mientras que él regresó al mundo teniendo la edad anterior”.[9]

 En otra narración de este mismo Imâm está registrado: “Cuando ‘Uzaîr (Ezra) se alejó de su familia y Dios le quitó la vida por muchos años, contaba únicamente con veinticinco años; y cuando fue regresado al mundo, su hijo que contaba con cien años fue a visitar a su padre, mientras que él ¡aun contaba con veinticinco años!”[10]

 El Imâm Sâdiq (P) relata: En una ocasión ‘Uzaîr (P) entregando un pan al dueño del barco le pidió que lo llevase a la otra orilla. No obstante el dueño del barco aventó el pan al agua y dijo: “Las migas del pan son aplastadas por nuestros pies, y para nosotros no tiene valor”. Poco después descendió el castigo de Dios de tal forma que toda esa región se vio afectada por la sequía, los hombres para sobrevivir se comían unos a otros. Un día dos mujeres que tenían hijos acordaron que primeramente sacrificarían a uno de los niños y lo comerían, y después harían lo mismo con el segundo. Con la conformidad de las dos el infante fue matado y su carne fue comida por los hambrientos, sin embargo cuando tocó el turno al segundo niño la madre se opuso a que lo mataran. Se presentaron ante ‘Uzaîr para que dictaminase, entonces el Profeta alzando sus manos suplicando pidió a Dios que levantara Su castigo enviado por el dueño del barco, y que por lo menos se compadeciese de los niños inocentes. Dios también levantó Su castigo por los niños pequeños e inocentes.[11]

 En la exégesis de ‘Alî Ibn Ibrâhîm está inscrito: Cuando Hishâm Ibn Abdul Malik invitó al Imâm Bâqir (P) a la Ciudad de Shâm, uno de los cristianos adinerados le hizo una serie de preguntas. Como ejemplo: -¿Infórmame quiénes fueron esos dos niños que nacieron y murieron en un mismo momento, y los dos fueron enterrados en una misma tumba, sin embargo uno de ellos contaba con cincuenta años y el otro con ciento cincuenta años?” El Imâm le respondió: “Ellos dos fueron ‘Uzaîr y su hermana ‘Uzrah. ‘Uzaîr vivió treinta años al lado de hermana, luego desapareció por orden de Dios durante cien años, posteriormente resucitó y vivió junto a su hermana veinte años más”.[12]

 Existen diferentes opiniones respecto a quién fue aquél a quien Dios hizo morir durante cien años y luego lo regresó a la vida. Algunos considera a Jeremías y otros a Ezra, de cualquier forma las narraciones admiten las dos posibilidades, empero las narraciones que aceptan a Ezra son para dar un consenso con lo que aceptan las otras religiones.

 En la obra Da‘wât de Râwandî está registrado: “Cuando os veáis aludidos en un pecado, no fijéis vuestra atención en su medida, sino que observad a quién estáis desobedeciendo. Y cuando os veáis agraciados por el sustento, no os fijéis en su medida, sino que centrad vuestra atención en el Dador. Y cuando os veáis atrapados por alguna desgracia, no os quejéis con los demás, al igual que cuando Me llegaron vuestros actos indebidos, no Me quejé con lo ángeles ni Me lamenté”.[13]


[1] Nabucodonosor – Bujtunasr: Bujt en realidad “Bûjt” que significa hijo, y “nasr” es el nombre de un ídolo, y lo llamaron con este nombre ya que no tenía padre, y lo nombraron hijo de ese ídolo. En otra narración esta registrado que “Bujtunasr” fue alimentado con la leche de un perro llamado Bûjt y el dueño del perro se llamaba Nasr. Safinatul Bihâr, t.1, p.60; Mayma‘ul Bahraîn, t.1, p.158.

[2] Al margen de Bihâr, t.14, p.352.

[3]  Anwâr at Tansîl, t.1, p.689.

[4]  Mayma‘ul Baîan, vol.3, t.6, p.616.

[5]  Tafsîr Qumî, t.1, p.87-91.

[6]  Mayma‘ul Baîan, vol.1, t.2, p.639.

[7]  Bihâr, t.14, p.371.

[8]  Bihâr, t.14, p.371.

[9]  Tafsîr ‘Aîâshî, t.1, p.141.

[10]  Mujtasar Basâ’ir Al Darayât, p.22.

[11]  Kâfî, t.6, p.302.

[12]  Tafsîr Qumî, t.1, p.99.

[13]  Da‘wât Râwandî, p.169.