LA VIDA DEL PROFETA DÂWÛD (DAVID)

A. LA HISTORIA DE DAVID (P)

DURACIÓN DE SU VIDA

LA FORMA EN QUE MURIÓ Y SUS PARTICULARIDADES

El Imâm Sâdiq (P) relata del Mensajero del Islam (BP): “David murió repentinamente un sábado, y muchas aves con sus alas hicieron sombra sobre su cuerpo”.379 En la obra Ma‘âniul Ajbâr está registrado que “David” significa alguien que cura las cicatrices de su corazón con el elixir del amor. Otros han sostenido que David (P) fue alguien que curó su amor y congoja con la obediencia y sumisión a Dios.[1] El Imâm Bâqir (P) asegura: “Después del Profeta Noé (P), cuatro de los escogidos de Dios llegaron a gobernar y reinar, ellos fueron: ‘Aîâsh o Dhul Qarnaîn, que gobernó tanto el este como el oeste del mundo; David y Salomón, que gobernaron desde Shâmât hasta las tierras del sur de Persia; y José que gobernó en Egipto y sus alrededores”.[2]

En la exégesis de ‘Alî Ibn Ibrâhîm respecto a la aleya 10 del sura As Sabâ (34) dice: “¡Montañas, acompañad su glorificación, y las aves también! E hicimos el hierro blando para él” dice: “David (P) al cruzar los desiertos pronunciaba versículos de los Salmos y acompañado por las montañas, aves y animales salvajes glorificaba a su Creador. Dios Todopoderoso hizo para él que el hierro fuese suave como la cera, para que pudiese formar con éste lo que desease”.[3]

El Imâm Sâdiq (P) argumenta: “El día lunes id en busca de vuestros deseos, ya que ese día fue el día en que Dios hizo blando el hierro para David para que pudiese crear de éste corazas para guerrear tanto para sí mismo como para sus soldados. ¡Haz cotas de malla… Y coloca en forma equitativa las argollas… dándoles su justa proporción!”

Tabarsî en su obra Mayma‘ul Baîân respecto a la aleya “¡Montañas, acompañad su glorificación…!” dice: “Dios ordenó a las montañas que acompañaran a David en la alabanza y elogio hacia Él, y quizá Dios ordenó esto como un milagro de David. Algunos de los intérpretes modernos sostienen: “Posiblemente donde dice que las montañas acompañen su glorificación, se refiere a los ángeles que se encuentran en éstas; o probablemente Dios hizo que de entre las montañas se dejasen oír voces. Otros también opinan que los elementos sólidos tienen una inteligencia especial dentro de sí mismos”.[4] Y respecto a las aves y animales salvajes deberá saberse que ellos poseen una percepción más fuerte que la que poseen muchos de los hombres, tema al cuál hace mención la apariencia de algunas aleyas.[5] Respecto a lo elementos sólidos podemos afirmar lo mismo, al grado que algunos exegetas aseguran que los milagros del Profeta relativo a la glorificación de las pequeñas piedras fueron únicamente clarificar su sonido para los que se encontraban presentes. Ya que la glorificación se encontraba dentro de ellas mismas (las piedras) y no fue producto de un milagro del Profeta. “No han nada que no Lo glorifique alabándolo, sin embargo vosotros no entendéis su glorificación” (Al Isrâ‘, 17:44).

 En la obra Qisas ul Anbîâ’ de Râwandî, está registrada una narración del Imâm Sâdiq (P) que dice así: “David repetidas veces solicitó a su Creador que le otorgase la jerarquía de juez para poder juzgar entre la gente. Pero cada vez Dios le recordaba las dificultades e inconveniencias de este puesto y le decía que la gente no puede soportar un juicio justo. A pesar de todo esto, Dios le otorgo este puesto hasta el día en que dos hombres se presentaron ante él para que dictaminara. David, sin solicitar al acusador prueba alguna, ordenó que le cortasen la cabeza. Esta reacción de David provocó que los Hijos de Israel consideraran injusto su dictamen. David, que se encontraba preocupado por la reacción de la gente, pidió a Dios que lo ayudara a resolver este problema en el que había caído. Dios le envió una revelación diciendo: ¡Oh David! Tu dictamen fue justo. Ya que el acusado había asesinado al padre del acusador, y tú lo condenaste al castigo debido. Empero ya que no le pediste pruebas ni testigo alguno, la gente te ha tachado de dictador. En este mismo momento el cadáver del padre del acusador se encuentra en tal lugar enterrado. Reúne a la gente en ese sitio y escucha el testimonio de la boca de éste. David jubiloso se dirigió al lugar señalado acompañado por los Hijos de Israel, y a pesar de que el muerto atestiguó todo lo sucedido y se comprobó que el dictamen dado por David era justo. Sin embargo, la gente continuó rechazando su veredicto. En ese momento Dios le envió una revelación diciendo: La gente no tolera el dictamen, y es mejor que en adelante preguntes al acusador las pruebas que tiene, que presente testigos, y lo hagas jurar (tomándole declaración)”.[6]

El Imâm Sâdiq (P) argumenta: “En la época del Rey David (P), en cierto lugar habían colgado una cadena. La gente se amparaba en esta para quejarse y mostrar su descontento hacia aquél que hubiese abusado o tratado con opresión, para que fuese juzgado con justicia. En una ocasión un hombre que negaba que otro le hubiera entregado unas joyas como custodia, vino a donde se encontraba la cadena. Aquél que tenía las joyas, inmediatamente las colocó dentro de su bastón, y luego entregó a este al querellante. Entonces agarró la cadena y juró que él no tenía nada de ese hombre en su poder. Después de este suceso, David (P) fue elegido como juez entre su gente para que tomase el derecho de los oprimidos por medio de la razón y el juramento”.[7]

El Imâm Bâqir (P) declara: “Cuando Adán (P) se encontraba en el valle de Rûhâ’, entre La Meca y Tâ’if, Dios le envió a un grupo de ángeles. En aquel momento ordenó que los descendientes de Adán (P) saliesen al igual que las hormigas salen del hormiguero. Fue entonces cuando Dios los hizo prometer por Su Unicidad y por la profecía del Su Mensajero del Islam (BP). Les pidió que no asociaran nada ni a nadie con Él, para que ocupasen el Paraíso de Dios. Sin embargo, Adán (P) sabía perfectamente que la mayoría de ellos desobedecerían. Poco después los ángeles informaron a Adán (P) el nombre de todos los profetas y la duración sus vidas, empero cuando pronunciaron el nombre de David (P), Adán (P) se sorprendió al escuchar que este profeta únicamente viviría cerca de cuarenta años, y acordó que Dios le diese a David (P) sesenta años de la vida de Adán (P). Dios aceptó su propuesta. ‑Al.lah anula lo que Le place y establece (lo que le place) y junto a Él se encuentra la base del Libro (Ar Ra‘d, 13:39). Transcurrieron los días hasta que el Ángel de la Muerte se presentó ante Adán (P) para quitarle la vida. No obstante Adán (P) en forma de reproche le dijo que todavía tenía sesenta años más de vida. En ese instante el Ángel de la muerte le recordó el acuerdo llevado en el valle de Rûhâ con respecto a David (P). Pero Adán (P) había olvidado por completo lo convenido, siendo esta la causa por la cuál Dios ordenó que cualquier transacción se hiciese respaldada por un escrito”.[8]

El Imâm Bâqir (P) declara: -En una ocasión el Amir de los Creyentes, ‘Alî (P), observó a un joven que se acercaba llorando a él. Cuando este gran hombre le preguntó la causa, el joven respondió: “Mi padre, acompañado por un grupo, salió de la ciudad con la intención de realizar un viaje. Él iba acompañado por una gran fortuna. Ahora que el grupo regresó, ellos aseguran que mi padre murió y no llevaba nada consigo. Nos presentamos ante el juez de nombre Sharîh, quien dictaminó a favor de ellos”. Seguidamente ‘Alî (P) acompañado por el joven se dirigieron hacia el juez Sharîh, y le dijeron que debería juzgar como el Profeta David (P). El Imâm ordenó a su criado Qambar que reuniese a cinco personas para que cuidasen de los integrantes del grupo. Entonces el Imâm ‘Alî (P), viendo detenidamente cada uno de los rostros argumentó: “¿Acaso suponéis que yo ignoro lo que hicisteis con el padre de este joven?” Seguidamente ordenó que los separaran y que cubrieran sus rostros con una tela. A continuación fueron amarrados a las columnas de la mezquita. En ese momento el Imâm pidió a la gente que cuando el pronunciara el takbîr –o sea, cuando dijese Al.lahu Akbar- ellos lo repitieran en voz alta. En esa situación ‘Alî (P) ordenó que trajese papel y pluma. El Imâm se acercaba a cada uno de los acusados y les preguntaba por separada la forma en que habían abandonado sus hogares y lo sucedido durante el viaje, hasta que les preguntó: “¿Qué día enfermó el padre de este joven?” Y “¿Quién se encargó de cuidarlo?” Y por último el día en que falleció, quién le dio el baño completo y lo enterró. Cada vez que terminaba de realizar las preguntas al acusado, voceaba: “Al.lahu Akbar”. Los demás acusados, al escuchar la voz del Imâm y de los presentes pensaban que sus amigos habían atestiguado en su contra, y así fue como cada uno trataba de demostrar su inocencia y la culpabilidad de su compañero y decía: “¡Me obligaron a matarlo!” Fue así como la fortuna del hombre fue entregada a su hijo, y los asesinos castigados.

Al finalizar el juicio, Sharîh preguntó al Imâm ‘Alî (P): “¿Cómo juzgaba David entre los Banî Isrâ’îl?” El Imâm ‘Alî (P) para clarificar el asunto le dio un ejemplo de su forma de enjuiciar: “En una ocasión David vio a un niño que los demás lo llamaban Mât Al Daîn (el empobrecido). David acompañado por el niño, fue a visitar a la madre de éste y le preguntó la causa del apodo. La mujer profirió: -Un día mi esposo acompañado por un grupo, salió de viaje. Él llevaba consigo una cantidad de dinero y carga. En ese entonces estaba yo en espera de este niño. Después de un tiempo los compañeros de viaje de mi marido regresaron y nos informaron de la muerte de mi esposo y de que no había dejado fortuna alguna. Entonces pregunté si había hecho algún testamento. Respondieron afirmativamente y dijeron: -Él pidió que nombraran a su hijo Mât Al Daîn, y yo lo cumplí. David (P) preguntó a la viuda: -¿Acaso conoces al grupo? -¡Sí!- respondió la mujer. David (P) acompañado por la viuda fue a ver a los compañeros de viaje. Y enjuició al igual que yo hice frente a ti; reconoció a los asesinos del marido de la mujer y le regresaron sus pertenencias. Desde ese día llamó a su hijo ‘Ash Ad Dîn” (“Aquel que revivió su derecho”).[9]

El Imâm Sâdiq (P) relata: Dios envió una revelación a David (P) diciendo: ¡Tú serás un buen siervo, si no gastas nada del dinero público! David (P) se sintió preocupado y pidió a Dios que lo ayudase, hasta que Dios Todopoderoso ordenó al hierro que se pusiese a la disposición de David (P) y se ablandase para él al igual que la cera. Esta orden fue la que provocó que David (P) pudiese construir una coraza por día, y venderla en mil dirham. Él pudo preparar trescientos sesenta corazas y ahorrar trescientos sesenta mil dirham. Fue así como se hizo independiente del dinero público”.[10]

Este mismo Imâm manifestó: “Cuando venga el Imâm Esperado (que Al.lah apresure su manifestación), enjuiciará al igual que hacia David (P) entre la gente. Él no necesitará de pruebas ni testigos para juzgar”.[11]

El autor de la obra Kâmil dice: “Dâwûd Ibn Âshî, fue descendiente de Judas, que tomó el poder después de Saúl. Él gobernaba además de ser profeta. Dios, Glorificado sea, le envió los Salmos, y ordenó que las montañas y las aves lo secundasen”. Así también está registrado en muchas narraciones: “Nadie se le igualaba en voz a David. Cuando él leía los Salmos los animales salvajes de los desiertos se le acercaban sin ningún temor. David (P) pasaba las noches en vela y los días ayunando, y se mantenía de su trabajo”.[12]

Se ha dicho que en la época de David (P) el pueblo se vio afectado por una peste, y este profeta se dirigió a Jerusalén para suplicar y pedir a Dios que quitase esa calamidad de la gente. Y por medio de las súplicas de David (P) la peste fue exterminada. Entonces decidió construir una mezquita en el lugar donde se encontraba la tabla de piedra sobre la cuál suplicaba y donde sus plegarias habían sido aceptadas. Dedicó once años de su vida para esta obra, pero la muerte no le permitió terminar la construcción del templo. Después de él, Sulaîmân (Salomón) continuó la obra que había dejado David (P) sin concluir.

Cuentan que David (P) tenía una esclava cuya tarea era cerrar con llave el portón de la casa todas las noches, y desde ese momento David se dedicaba a orar. En una ocasión la esclava encontró a un hombre desconocido dentro de la casa de su señor y cuando le preguntó quién era él, éste respondió: “Yo soy aquél que sin el permiso de los reyes entro a sus casas.” Al escuchar David las palabras del hombre se percató que él era el Ángel de la Muerte y había venido en su busca. Se relata que David (P) tuvo dieciocho hijos. Él vivió cien años de los cuales cuarenta fue gobernador.[13]

Relató el Imâm ‘Alî (P): “David fue aquel que tocaba la flauta. Él es uno de los recitadores en el Paraíso. Él tejía anchas telas utilizando las hojas de las datileras, y las vendía con la ayuda de sus amigos, con su ganancia compraba y comía pan de cebada”.[14]

Ibn Abî Hadid manifiesta: “David poseía bella voz, que atraía a las aves al lugar donde realizaba sus plegarias y los animales salvajes sin temor a la gente, apresurados se acercaban hacia él”.[15]

El Imâm Sâdiq (P) cuenta: “Cuando David se detuvo en la región de Arafât como consecuencia del gentío y rumor que hacía, se refugió en las faldas de una montaña para que sus plegarias no se confundieran con los rumores de la gente. En ese momento Gabriel bajo del cielo y lo llevó consigo hacia la Ciudad de Yaddih (cerca de La Meca) y desde ahí lo llevo hacia el fondo del Mar Rojo a una distancia de cuarenta días y noches. En el fondo del mar se encontraba una roca y debajo de ésa vivía una larva. Gabriel mostró esta escena a David (P) y le dijo: -Sabe que Dios Todopoderoso, escucha la voz de esta larva que se encuentra en el profundo mar, por lo tanto tú no pienses que tus súplicas se perderán entre la conmoción de los peregrinos”.[16]

Este mismo Imâm en otra narración manifiesta: “En una ocasión David se dijo a sí mismo: Imagino que nadie se me iguala en la cantidad de invocaciones y belleza de voz. Cuando terminó su oración observó a una rana que se colocaba en el lugar donde rezaba. El animal se volteó hacia David y le dijo: -Escuché tu bella voz, y fui testigo de la forma de tus invocaciones, pero éstos no deben ser causa de asombro en ti ya que yo durante la noche evoco mil veces a Dios”.[17]

B) La historia de David y la esposa de Urías.

En una narración del Imâm Bâqir (P) está registrado: “David escribió a los jefes de su ejército que no permitiesen que Urías se acercase al Arca de la Alianza. Ellos obedecieron. Él regresó con su esposa y después de ocho días falleció.[18]

(Nota del Editor: Según esta narración, la carta de David –P- a sus subalternos fue para proteger a Urías, no para provocar su muerte, y finalmente él no murió en el frente de batalla sino en su casa).

Abû Salt Harawî, preguntó al Imâm Ridâ (P): “¿Cuál fue la historia verdadera entre Urías y David (P)?” Respondió: “En la época de David cuando una mujer enviudaba, se quedaba en ese estado hasta el final de su vida. Él primero a quién Dios permitió casarse con una mujer viuda fue al Profeta David (P). Y todas esas habladurías derivan de esto”.[19]

Abû Basîr cuestionó al Imâm Sâdiq (P): “La gente relata historias de Urías y David que se contradicen”. Este Imâm respondió: “Estas son historias compuestas por la gente, pero los Imâmitas no tienen nada que ver con esto”.[20] Y así también este mismo Imâm sostuvo: “Si encuentro a alguien que imagine que David (P) pensó en realizar un pecado, lo castigaré dos veces: una por la acusación que hizo, y la otra por haber puesto en duda su jerarquía de Profeta”.[21]

En una ocasión David (P) le preguntó a Hizqîl (P): “¿Acaso hasta el día de hoy has pensado alguna vez en pecar, o has sentido orgullo por haber rezado en demasía?” Hizqîl respondió: “¡Sí! Lo he experimentado; pero inmediatamente después de esa tentativa, me refugio en la abertura de esta montaña y coloco mi vista sobre lo que está impreso sobre ese cráneo”. En una tabla estaba escrito: “Yo soy Arwî Ibn Salm. Goberné durante mil años, poblé mil ciudades, y tuve mil sirvientas, pero al fin la tierra fue mi lecho y las piedras mi trono, y las víboras y lombrices mis compañeras. Por tanto, aquél que me vea, que aleje de sí mismo el orgullo del mundo”.

C. LA SABIDURÍA DE DAVID (P) BROTABA DEL MANANTIAL DE LA REVELACIÓN.

Narró el Imâm Sâdiq (P): “Dios envió a David (P) una revelación diciendo: Así como una mala predicción no da resultado sobre alguien que la rechaza, del mismo modo aquellos que predicen no se librarán de padecer sedición y problemas”.[22] La narración mencionada se encuentra entre las narraciones registradas por el Islam que aseguran que no existen las malas predicciones.

Este mismo Imâm aseguró: -David (P) preguntó a Dios Glorificado sea: “¿Cuál es la buena obra que coloca a tus siervos en el Paraíso?” Dios Todopoderoso dijo: “Alegrar el corazón de un creyente, aunque sea por medio de un dátil”.[23] En otra narración del Imâm Sâdiq (P) nuevamente David (P) realiza la misma pregunta a Dios Alabado, y Él le responde: “Mi Paraíso es la morada del hombre creyente que anda en busca de solucionar los problemas de su hermano creyente, ya sea que llegue a solucionarlo o no”.[24]

Mas‘ûdî relata: Dios envió el Libro de Zabûr (los Salmos) en tres partes y en forma de 150 cánticos en lengua hebrea. La primera parte trata de la vida de Nabucodonosor (Bujtu Nasr) y su destino. La segunda parte del Libro, estudia la historia de la gente de Zûr y la última parte da consejos y relata misterios.[25] (N.T. En el transcurso del tiempo las recopilaciones se enriquecieron con oraciones personales o lamentaciones colectivas.)

El Imâm Bâqir (P) manifestó: En una ocasión un joven mal vestido se presentó ante David (P) y sin decirle una palabra se sentó sosegado en un rincón y se puso a observarlo. En ese momento llegó el Ángel de la Muerte y comunicó a David (P) que dentro de siete días tomaría la vida de ese joven. David que se había apiadado del joven le cuestionó: “¿Tienes acaso mujer e hijos?” “Aún no contraigo matrimonio”. ‑Respondió-. Enseguida David (P) le pidió que fuese a visitar a un anciano devoto del pueblo de Banî Isrâ’îl, le comunicase su mensaje y le pidiese que le dé en matrimonio a su hija. El joven obedeció y siete días vivió con ellos. Al final del séptimo día se presentó ante David (P) según lo pactado. Este Profeta preguntó al joven: ¿Cómo transcurrió tu vida esta última semana? El joven respondió: “¡Nunca había sentido tanto gozo y alegría!” Pasó un tiempo, y no hubo noticias del Ángel de la Muerte. Corrieron las semanas hasta que un día el Ángel informó a David (P): "Por tu benevolencia y compasión hacia ese joven, Dios retardó su muerte treinta años”.[26]405

El sexto de los Inmaculados Imâmes, expuso: Dios hizo una revelación a una mujer llamada Jalâdah, hija de Uws, informándole que la colocaría en la misma jerarquía que colocaría a David (P). Asombrado al enterarse de esto, el Profeta (P) fue a visitar a la mujer y le preguntó la causa por la cuál concentró la atención especial de Dios en ella. Jalâdah respondió: “Mostré paciencia cada vez que se me presentó una enfermedad o desgracia, sea el hambre o algo parecido. Nunca pedí a Dios que me otorgase salud y terminación de esa situación, hasta que Él mismo solucionaba esos problemas y siempre Le agradecía”.[27]

Deberá tenerse conocimiento que este nivel es la jerarquía que ocupan los piadosos y el grado más elevado que pueden llegar a obtener los devotos de Dios, o sea, encontrarse en el nivel de la conformidad de cualquier acto que Dios haya predestinado para ellos. Es el nivel del cuál el Amir de los Creyentes, ‘Alî (P) argumenta: “Si Dios Todopoderoso me echase al fuego del Infierno diré que ahí es mi Paraíso, ya que ese es el lugar que Dios Generoso destinó para mí, y mi Paraíso es Su deseo”. Y basándose en lo dicho por los investigadores respecto a la interpretación de la aleya “En verdad mi oración, el sacrificio que pueda ofrecer, mi vida y mi muerte son para Al.lah, el Señor de los mundos” (Al ’An‘âm, 6:162). La vida y muerte en esta aleya mencionada, depende del deseo y lo destinado por Dios, o sea, hasta el momento en que Dios considere conveniente, tendremos vida y no debemos pedir la muerte, y cuando nos envíe la muerte, no debemos insistir en quedarnos ni un solo momento más en este mundo.

Se ha narrado del Imâm Bâqir (P) que este inmaculado cada vez que veía a un muerto decía: “Gracias a Dios que ha otorgado la vida”.[28] Estas palabras del Imâm fueron pronunciadas ya que por lo general cada hombre ama su vida, y por medio de los rezos y obediencia a Dios se puede llegar a observar la vida eterna y la jerarquía de Su satisfacción. No obstante debemos tener en cuenta que para lograr la jerarquía de la paciencia y satisfacción de Dios, tendremos que avanzar por el camino correcto. Al contrario de algunos de los líderes de los sufíes que para llegar a obtener la jerarquía satisfactoria de Dios, han determinado niveles diferentes. Relatan que ‘Amr Ibn Fârid, uno los dirigentes sufíes, aseguraba que había llegado a obtener el más alto grado de la resignación y entrega. Así lo muestra en algunos de sus poemas. A continuación mostramos una muestra de éstos:

“¡Dios mío! Pruébame con aquello que deseas para mí. Ya que he llegado a alcanzar el grado de la sumisión y sometimiento ante Ti”.

Narran que tiempo más tarde se vio afectado por una enfermedad que le impedía orinar, y se retorcía a causa de los grandes dolores que sentía. Algunas veces se presentaba en la aula de los niños y les pedía que suplicaran por su “tío embustero” haciéndose llamar a sí mismo con este nombre.

Aquí se aprecia una contradicción entre las expresiones, ya que por una parte se elogia el grado de resignación y entrega, con frases como: ilâ sabru ‘alaîhi” y “lam as’al.lilahi kashfahu ‘anî” de la boca de Jalâdah y otras, mientras que por otra parte observamos en algunas de las declaraciones pide a otros que supliquen e imploren para el término de cualquier desgracia, enfermedad y otras.

Deberá tenerse en cuenta que no existe una real contradicción entre ambos estados, ya que el ser humano es libre de levantar sus manos y suplicar para la terminación de cualquier conflicto o calamidad, o probar el verdadero placer y dulzura de la paciencia y el verdadero agradecimiento. Pero los selectos tienen paciencia y soportan las calamidades. Es por ello que los escogidos de Dios, a la par del beneficio que llevaban de la salud, eran también beneficiados con la dulzura del aguante del dolor y los sufrimientos, ya que el origen de estos dos lo reconocían como venido del Querido y Adorado (Dios). El mejor testigo de esto, son las palabras de ‘Alî el Amir de los Creyentes (P) cuando manifiesta (luego de recibir el golpe mortal en su cabeza): “¡Juro por el Dios de la Ka‘bah, que he triunfado!”[29] Así también deberíamos poner atención en algunas otras de las referencias del Imâm ‘Alî (P) a este respecto, como ejemplo el día en que el Mensajero del Islam (BP) encontrándose en su lecho y enfermo le preguntó: “¿Cuánta será tu paciencia el día en que el vello de tu cara enrojezca con la sangre de tu cabeza y tú te encuentres en prosternación ante tu Creador?” El Imâm (P) respondió: “Ese será el momento del agradecimiento, no de la paciencia”.[30] Y en la batalla de Uhud cuando los musulmanes se habían dispersado en diferentes direcciones (huyendo ante un revés propinado por el enemigo), el Imâm girando su espada desenvainada decía: “¡Oh, Rasûlil.lah! ¡Tú me diste la promesa del martirio y hoy es su momento! ¿Quién es aquel que pueda prohibirme el placer de probarlo?” En ese momento el Profeta (BP) dijo: “Muy pronto, después de mi fallecimiento, probarás el sabor del martirio. No obstante, primero deberás luchar en contra de tres grupos: los que rompen lo pactado, los opresores y los desviados de la religión (nâkisîn, qâsitîn, mâriqîn)”.

Este mismo Imâm (P) en otra narración relata: “Juro por Dios que el amor que siente por la muerte el hijo de Abû Tâlib (refiriéndose a sí mismo), es mayor al amor que siente el infante por el pezón de su madre”.[31] En otro lugar, el Imâm ‘Alî (P) especifica a su hijo el Imâm Hasan (P): “Tu padre no da importancia a que la muerte venga en su busca, o él con los brazos abiertos vaya hacia ella”.[32]

Shahîd Zânî en la obra Maskanul Fawaid registra: “En las cercanías de Egipto, un hombre se topó con otro que se encontraba tendido en el suelo, mientras muchos insectos estaban sobre sus heridas y los gusanos se ocupaban de corroer su cuerpo. Él, que sintió que tal vez el hombre estuviese aún vivo, le echó aire con el abanico que llevaba consigo. En ese momento el hombre abrió sus ojos y dijo: -Por qué quieres interponerte entre mi Dios y yo. ¡Juro por Él, que si me partieran en pedazos, fuera del agradecimiento y la paciencia, no tengo otra cosa que ofrecerle!”.

Saiîed Ibn Tawûs en la obra Sa‘adul Su‘ûd, menciona algunos cánticos de los Salmos de David:

1. Salmo (2): “¡Oh David! Yo te coloqué sobre la tierra como mi califa y muy pronto la gente considerará a Jesús, por el poder que le otorgaré, como su dios. ¿A quién conoces que con lágrimas venga a pedirme algo y Yo lo deje ir con las manos vacías? ¿Cómo es que no adoráis y consideráis puro a Dios mientras que Él os creó? ¿Por qué no alejáis los pecados de vuestros corazones? ¿Acaso suponéis que nunca moriréis y que el mundo será eterno?”

2. Salmo (10): “¡Oh gente! No olvidéis el Día del Juicio Final. Si meditaseis unos momentos en el día de las cuentas, después de la resurrección y en aquello que está preparado para los pecadores, vuestras risas disminuirían y vuestras lágrimas aumentarían. Pero en estos momentos os mostráis negligentes, habláis en exceso y actuáis en escasez y no prestáis atención a los signos y advertencias Divinas. ¿Acaso no observáis a las aves que se encuentran entre los cielos adorándome? ¿No veis cómo Dios Indulgente y Benévolo, Creador de las luminosidades, les Da el sustento?”

3. Salmo (17): “¡Oh David! Entérate que Dios dejó como herencia la Tierra a Muhammad y a su gente. Ellos no adoran a Dios a través de instrumentos de cuerda. Exhorta a los Hijos de Israel que no obtengan sus riquezas en forma ilícita ya que en ese caso Rechazaré sus plegarias. Diles que se alejen del hermano o padre que realiza actos prohibidos.

“¡Oh, David! Relata a tu tribu la historia de esos dos hombres que vivieron en la época de Idrís; platícales como obtuvieron esforzándose su fortuna, y cuando fue hecha para ellos obligatoria la oración, uno de ellos le dijo a su amigo: -Yo considero primordial la orden de Dios respecto a la oración; mientras que el otro manifestó: -Yo por medio de los negocios me coloco en el camino de la obediencia de Dios. - No transcurrió mucho tiempo que bajó el castigo de Dios, ese hombre y los bienes que negociaba se convirtieron en polvo. En la puerta de su casa escribieron ‘Vean lo que hace el mundo y la acumulación de bienes’.

“¡Oh, David! Cuando observes a un opresor que ha ocupado una jerarquía en el mundo, no la anheles, ya que su destino será de una de estas dos formas: o se verá atrapado por otro opresor quién se vengará de lo que hizo, o tendrá que responder a sus actos el día del Juicio Final.

“Ahora que estáis seguros de que la pena de la opresión es igual a colgar un yugo de fuego sobre vuestros cuellos, ocupaos pues de hacer cuentas con vosotros mismos, alejaos de las cosas mundanas y comportaos justamente con la gente. ¿Dónde están aquellos que esperan deseosos probar las comidas del Paraísos? ¿Dónde están aquellos que mezclaron las risas con los sollozos, y en el frío o el calor se dirigieron apresurados hacia los templos? Mi Paraíso es amplio para aquellos que no descuidan el momento. Fueron muchas las noches que pasaron en vela mientras la gente dormía tranquilamente en sus lechos. Sus buenos actos alejarán los castigos de la gente del mundo, y sus rostros conseguirán en mi Paraíso un brillo y un tono carmesí especial, ya que se alejaron de las faltas y perversión.

“¡Oh, Paraíso de Ridwân! Obsequia ocho mil recompensas complementarias a los siervos como estos.

“¡Oh, David! Debes saber que aquél que quiera negociar conmigo, obtendrá un gran beneficio.

“¡Oh, hijo de Adán! Tus padres se dirigieron al mundo eterno. ¿Acaso no es esto una lección para ti? ¿Acaso no meditas en los animales como (al morir) se hinchan y despiden un mal olor, mientras que no realizaron pecado alguno? Mientras que si colocasen tus pecados en la más alta cumbre de una montaña, sin duda ésta se desintegraría. Sabe que para el hombre no existe algo más doloroso que la pérdida de sus riquezas y su familia, ya que las pruebas más difíciles son realizadas sobre éstas. Cada buena acción subirá a Mí y yo tengo domino absoluto sobre todas las cosas. ¡Puro es Dios, el creador de las luminosidades!”.

4. (Salmo 23): “¡Oh, aquellos que fueron creados de arcilla y agua hedionda! ¡Oh, negligentes! No prestáis atención, orgullosos y ebrios, a aquello que os fue prohibido. ¿Acaso no existe diferencia entre la contaminación e impureza que la naturaleza del hombre rechaza, y las ninfas alegres que están lejos de mostrar cualquier excitación disimulada y sin provocar ninguna molestia son eternas para el hombre, cuya virginidad es siempre fija, que son más quietas que la espuma, más dulces que el almíbar y se encuentran en el lecho suspendido de las grandes olas del mar eterno de vino y miel? Ésta es una soberanía perpetua, una gracia interminable y eterna. El mundo esta a disposición de Dios Sabio y Glorioso. ¡Puro es Dios, el creador de las luminosidades!”.

5. (Salmo 30): “El hijo de Adán golpea con las manos y pies desde que nace hasta que es prisionero de la muerte. Haced algo para vuestra vida eterna, permutando vuestro mundo por el otro. Sabed que a aquel que Me otorgue un préstamo, le incrementaré sus riquezas, y aquel que otorgue un préstamo al Demonio, se encontrará donde éste se encuentra, por haber rivalizado entre sí en cuanto a los botines del mundo, dando la espalda a la justicia. ¿Cómo es que sentís orgullo de vuestra raza y tribu? Mientras que todos han sido creados de arcilla, y el verdadero valor ante Mí es aquel que se abstiene (ante el pecado). ¡Puro es Dios, el creador de las luminosidades!”.

6. (Salmo 46): “¡Oh, hijo de Adán! No menosprecies Mi derecho, ya que en ese caso te menospreciaré a ti, enviándote al fuego. Sabe que los hígados e intestinos de los usureros muy pronto se disgregarán. Cuando recibáis una limosna, primeramente purificadla y limpiadla con el agua de la seguridad, puesto que la limosna antes de que llegue al donador, se encontró en Mis manos. Y cuando recibáis un bien prohibido, aventadlo frente al dador. Ante cualquier bien permitido que llega a Mis manos, ordeno que inicien en el Paraíso la construcción de castillos para el donante y Le otorgo la jefatura, la dirección y el señorío. ¡Puro es Dios, el creador de las luminosidades!”.

7. (Salmo 47): “¡Oh, David! ¿Acaso sabes por que razón transformé a los Banî Isrâ’îl y los hice parecerse a los monos y cerdos? Fue porque cada vez que se les acercaba un hombre adinerado y poderoso lo recibían calurosamente; empero cuando se les acercaba un indigente lo trataban groseramente y molestaban en demasía. ¡Mis maldiciones sean para aquel gobernante que sobre la tierra haga distinción entre el opulento y el indigente! Vosotros sois seguidores de vuestros deseos. ¿Hacia donde escaparéis cuando os llegue la muerte? Os advertimos tanto que os cuidaseis de no observar a la mujer de vuestro prójimo, ni de manifestar sus atributos, y sin embargo no escuchasteis. ¡Puro es Dios, el creador de las luminosidades!”.

8. (Salmo 65): “¿Acaso habéis incrementado los consejos y reducido los actos? ¡Oh, David! Relata a los Hijos de Israel la historia de aquel hombre que dominó toda la tierra y él se dedicó a la corrupción y prohibición. Durante su vida construyó castillos y pobló numerosas ciudades, y exactamente cuando se encontraba ahogado en los favores mundanales, comisionamos a una abeja para que lo matara. Una cortina se interponía entre el rey y sus ministros; en ese momento la abeja pico su cara y poco después se hinchó el lugar de la picadura y salió de esta mucha sangre y secreción. El rey se vio imposibilitado de hablar, y la abeja poco a poco comenzó a ingerir la carne de su cara y cerebro. Transcurrido un tiempo, un desagradable olor se expandió en todo el castillo. Cuando los presentes corrieron la cortina del sitio donde se encontraba el rey, lo vieron tirado sobre el suelo y sin cabeza. Si esta historia es tomada como una lección por los humanos, sin duda adquirirían una ganancia, ya que los placeres del mundo los ha distraído. Déjalos, pues, para que se ahoguen en la desobediencia y el pecado. Y cuando llegue la promesa de Dios del escenario (el día del Juicio Final), es entonces cuando los benévolos recibirán la recompensa de sus buenos actos. ¡Puro es Dios, el creador de las luminosidades!”.[33]

D. LA HISTORIA DEL GRUPO DE SÁBAT

“Sin duda, conocéis lo que les ocurrió a aquellos de vosotros que transgredieron el sábado y les dijimos: ¡Convertíos en monos despreciables! Hicimos esto para que les sirviera de lección a sus contemporáneos y a los que vinieran después. Y es una llamada de atención para los temerosos (de Al.lah)” (Al Baqarah, 2:65-66).

En el Tafsîr de ‘Alî Ibn Ibrâhîm respecto a la aleya 163 del sura Al A‘râf, (7) “Y pregúntales por la ciudad que se encontraba a orillas del mar…”, dice: “Los Hijos de Israel eran dueños de un pueblo situado a las orillas de un mar cuya marea constantemente subía y bajaba, de tal forma que gran cantidad de los peces de esas aguas quedaban atrapados entre los plantíos cada vez que subía la marea. Dios prohibió la pesca el día sábado, pero aún así, los hombres que vivían a orillas de la playa el domingo por la noche echaban al agua sus redes ya que la mejor pesca en esa región podía hacerse los sábados y domingos. Como consecuencia de que la gente del pueblo persistía en la desobediencia se vieron embriagados y convertidos en monos y cerdos. La causa por la cuál fue prohibida la pesca el día sábado, fue porque los musulmanes y otros grupos tenían designado el viernes como día de fiesta y descanso, sin embargo, los judíos se oponían a éstos y escogieron el sábado como día de descanso”.

El Imâm Bâqir (P) argumentó: “Dios ordenó a un grupo de los Hijos de Israel que se abstuviesen de ingerir pescado el día sábado, no obstante no hizo prohibida su pesca. Ellos pescaban los sábados, pero lo comían cualquier otro día de la semana, hasta que algunos desobedecieron y actuaron contrario a lo ordenado por Dios. Un grupo perteneciente a Ela, ciudad situada en la costa del mar Rojo, que aún acataba la orden de Dios, dijo a los benévolos de su pueblo que trataban de aconsejar a los rebeldes: “¿Para qué exhortáis a un pueblo que Dios exterminará, y en la vida eterna se verá atormentado por una rigurosa sanción? - ¿Por qué predicas a un pueblo que Al.lah querría destruir o al cual Él castigara con un castigo severo?” Ellos respondieron: “Para estar libres de culpa ante vuestro Señor, y para que acaso ellos puedan guardarse del mal” (Al A‘râf, 7:164). Un grupo de creyentes por miedo a que cayese esa noche el castigo Divino, la pasaron fuera de la ciudad, y en la mañana, cuando llegaron al lugar donde moraban, encontraron la ciudad muerta y silenciosa. Únicamente de vez en cuando escuchaban el lamento de un lobo. Minutos después se enfrenaron con una escena muy desagradable. Encontraron a la gente de su pueblo convertida en monos y cerdos.

‘Alî (P) el Amir de los Creyentes argumenta a este respecto: “¡Por el Dios que abrió el trigo y Creó al hombre! Yo conozco a los descendientes de esa gente ebria que se encuentran en estos momentos entre vosotros”.[34]

‘Alî Ibn Tâwûs relata: “Leí en una narración que el pueblo de Ela se dividía en tres grupos: un grupo que desobedeció; otro, que obedeció; y el tercero el grupo que asistía al primero. Dios salvó al grupo de los creyentes; convirtió en hormigas a aquellos que se mostraron débiles ante los pecados; y embriagó y convirtió en monos a los desobedientes. El segundo grupo fue convertido en hormigas posiblemente por haber considerado débil la grandeza y poder de Dios”.[35]

Hârûn Ibn ‘Abdul Azîz cuenta: -Un grupo se presentó en Medina ante el Amir de los Creyentes y dijo: “¿Acaso este pescado se vende en nuestros bazares?” El Imâm ‘Alî (P) sonrió y acompañando al grupo se dirigió hacia el río Éufrates. Estando ahí echó un poco de saliva en el agua y pronunció unas palabras. Poco después un pez –similar al que le habían mostrado- subió a la superficie del agua con la boca abierta, y dijo al Imâm (P): “Yo soy uno de los habitantes de la ciudad que se encontraba a orillas del mar. Dios nos informó tu walâîat (supremacía) y amor, pero mi pueblo lo rechazó. Después de esto todos nos encontramos ebrios. En este momento algunos de nosotros nos encontramos en los mares y otros, que viven en la tierra, tienen forma de lagarto y ratas de dos patas”.[36]

El Imâm Sayyâd (P) ‘Alî Ibn Al Husaîn, referente a la interpretación de la aleya 65 del sura Baqarah (2) “Ya sabéis lo que les ocurrió a aquellos de vosotros que transgredieron el sábado…” explica: “El pueblo de Ela que vivía cerca del mar, después de que les fue prohibido pescar el día sábado, planeó un ardid. Excavaron grandes canales desde el mar hasta los estanques dentro de sus casas. Los peces, seguros de que no serían atrapados por los pescadores ese día, entraban en estos canales, sin embargo, después de poco se veían atrapados dentro de los depósitos de agua. Más tarde, el día domingo recogían los peces del agua. De entre más de ochenta mil habitantes de Ela, aproximadamente setenta mil personas ponían trampas parecidas a éstas, hasta que fueron convertidos en monos, estado en el que se encontraron durante tres días. Se relata que cuando a alguno de ellos preguntaban: -¿Eres fulano?-, con los ojos llenos de lágrimas meneaba su cabeza afirmativamente diciendo: -¡Si, yo soy!- Después de transcurridos tres días un fuerte viento y tupida lluvia los echo dentro del mar, no quedando ninguno sobre la tierra. Y si acaso se encuentran algunos parecidos a ellos sobre la tierra, sin duda no son de esa raza”.

El Imâm Sayyâd (P) continuó diciendo: “Si la situación de aquellos que únicamente por pescar el día sábado se vieron embriagados y transformados es así, ¿que podemos decir respecto a aquellos que martirizaron a los descendientes del Mensajero del Islam (BP) y sobrepasaron sus límites atacándolos? Es verdad que Dios no embriagó a este grupo (que mataron a los descendientes del Profeta –BP-), sin embargo, el castigo en la otra vida será mucho más que la transformación de su figura. Si los desobedientes el día sábado hubiesen implorado a Dios por la jerarquía de Muhammad (BP) y su familia (P), sin duda Dios los habría protegido. Empero Dios no quiso que este grupo de judíos se viese agraciado por Su protección, ya que en el Lûh Mahfuzh (escritura Divina donde está recopilado el destino de cada hombre), está registrado otro destino para este grupo”.[37]

El Imâm Sâdiq (P) respecto a la interpretación de la aleya “Los hijos de Israel que cayeron en la incredulidad fueron maldecidos por boca de David y de Jesús, hijo de María” (Al Mâ’idah, 5:78) argumenta: “La maldición de David (P) fue que Dios convirtiese en cerdos a la gente de Ela, y la maldición de Jesús (P) hijo de María fue que los convirtiese en monos”.[38]

No obstante deberá tomarse tenerse en cuenta que la mayoría de los libros de exégesis consideran correcto lo contrario a esta narración.

Qâsî Baîdâwî indica: “Aquellos que pescaron el día sábado desobedeciendo la orden de Dios, pertenecían a Ubil.lah en Basora. Ellos, como consecuencia de la maldición de David (P), fueron transformados en cerdos y simios, y el Ashâb Mâ’idah (los compañeros de la mesa servida) fueron aquellos que por la maldición de Jesús (P) hijo de María fueron convertidos en cerdos. Han relatado que este grupo estaba compuesto por cinco mil personas”.[39]

 Debemos recordar que la mayoría de las fuentes históricas consideran a Ela el lugar donde vivió el pueblo de Sabát.

* * *


[1] Kanzul Fawâ’id, p.180.

[2] Al Kâfî, t.3, p.112.

[3] Ma‘âniul Ajbâr, p.5.

[4] Tafsîr ul Qumî, t.2, p.199.

[5] Bihâr, t.14, p.3.

[6] Mayma‘ul Baîân, vol.4, t.8, p.597.

[7] Qisas ul ‘Anbîâ’, Râwandî, p.203; Bihâr, t.14, p.5.

[8] Tafsîr ul ‘Aîîâshî, t.2, p.218.

[9] Min lâ Îahdharul Faqîh, t.3, p.15; Tahdhîbul Ahkâm, t.6, p.316.

[10] Min lâ Îahdharul Faqîh, t.3, p.98; Tahdhîbul Ahkâm, t.2, p.99; Ûasâ’il Ash Shî‘ah, t.12, p.22.

[11] Al Irshâd, p.345.

[12] Kâmil Ibn Azîr, t.1, p.223.

[13] Kâmil Ibn Azîr, t.1, p.227; Sharh Nahyul Balâgah, t.2, p.471.

[14] Sharh Nahyul Balâgah, t.1, p.293.

[15] Sharh Nahyul Balâgah, t.2, p.471.

[16] Al Kâfî, t.4, p.214.

[17] Bihâr, t.14, p.16.

[18] Tafsîr ul Qumî, t.2, p.222.

[19] Uîûn Ajbâr ar Ridâ, t.1, p.171.

[20] Bihâr, t.14, p.26.

[21] Bihâr, t.14, p.26.

[22] Al Amâlî, de Sadûq, p.251.

[23] Al Kâfî, t.2, p.189; Al Amâlî, de Sadûq, p.483; Uîûn Ajbâr ar Ridâ, t.1, p.289 y otros.

[24] Mayâlis Ibn Ash Shaîj, p. 328; Masâdiqatul Ijwân, p.38; Ûasâ’il Ash Shî‘ah,

[25] Murûy Adh Dhabab, t.1, p.56.

[26] Bihâr, t.14, p.38.

[27] Bihâr, t.14, p.38.

[28] Al Kâfî, t.3, p.167.

[29] Manâqîb Âli Abî Tâlib, t.3, p.312.

[30] Sharh Nahyul Balâgah, t.9, p.205; Nahyul Balâgah, – sermón 156; Uîûn Ajbâr ar Ridâ, t.1, p.266.

[31] Nahyul Balâgah, - sermón 5.

[32] Bihâr, t.6, p.137; Uîûn Ajbâr ar Ridâ, t.1, p.267.

[33] Sa‘adus Su‘ûd, p.47-51.

[34] Tafsîr Qumî, t.1, p.244.

[35] Sa‘adus Su‘ûd, p.119.

[36] Tafsîr ul ‘Aîîâshî, t.2, p.35; Tafsîr Burhân, t.2, p.44.

[37] Tafsîr Imâm Askarî, p.106.

[38] Al Kâfî, t.8, p.200; Tafsîr ul ‘Aîîâshî, t.1, p.335.

[39] Anûar ul Tanzîl, t.1, p.353.