LA VIDA DEL PROFETA ÎA‘QÛB (JACOB) Y SU HIJO ÎÛSUF (JOSE)

La vida de Îûsuf.

En la exégesis de ‘Alî Ibn Ibrâhîm, está registrado de Yâbir Ibn ‘Abdul.lah Ansarî respecto a la interpretación de la aleya

“¡Padre mío! He visto once estrellas, al sol y a la luna; y los he visto prosternados ante mí” (12:4)

que dice: “Las once estrellas representaban a sus hermanos y el sol y la luna a su padre y madre”.

El Imâm Bâqir (P) interpreta la visión de Îûsuf de la siguiente manera: “El significado de su sueño, era que muy pronto gobernaría Egipto, y su padre y hermanos vendrían hacia él. El sol en la visión de Îûsuf representaba a su madre Raquel, la luna a su padre Jacob y las estrellas a sus hermanos. Él tenía once hermanos y de entre ellos, Benjamín era su hermano consanguíneo”. A Jacob lo llamaban Isrâ’il Al.lah que significa el siervo de Dios, ya que se había purificado para Dios. El sueño de Îûsuf ocurrió en el tiempo que él contaba apenas con nueve años de edad; cuando lo relató a su padre, Jacob le pidió que no lo narrara a sus hermanos.

“Oh hijo mío, no relates tu sueño a tus hermanos” (12:5).

La confabulación contra Îûsuf por parte de sus hermanos.

Îûsuf fue una de las bellas creaciones de Dios. Era el preferido de su padre, lo cual fue causa de envidia entre sus hermanos. “Cuando ellos dijeron: Sin duda Îûsuf y su hermano son más queridos para nuestro padre que nosotros” (12:8), fue por ello que decidieron matarlo para despojar a su padre de su querido hijo.[1]

Los nombres de los hermanos de Îûsuf fueron: Isacar, Judá, Leví, Rubén, Simeón, y Zebulón, hijos de Lia; Gad y Aser hijos de Zilpa; Dan y Nefatalì hijos de Bilha; Benjamín y el mismo Îûsuf hijos de Raquel.[2]

Muchos de los exegetas sostienen la idea de que los hermanos de Îûsuf fueron todos profetas, pero otro grupo se opone a estos, ya que afirman que los profetas nunca amenazan de muerte, mienten, ni realizan actos imprudentes. El Imâm Bâqir (P) argumenta: “Los hermanos de Îûsuf no fueron profetas”.[3]

Respecto a la interpretación de las palabras de Jacob cuando dijo: “…temo que el lobo lo devore…” (12:13) es que en ese entonces en la región de Canaán que era donde Jacob y su familia vivían, se encontraban muchos lobos hambrientos. Además, Jacob había soñado que diez lobos atacaban a Îûsuf pero uno de éstos, lo defendió hasta que la tierra se abrió y lo tragó. Y luego de tres días saldría del agujero. El Mensajero del Islam (BPD) manifestó: “No acostumbréis vuestras lenguas a la mentira, ya que un día te contradecirá y te tacharán de mentiroso. Los hijos de Jacob en un principio no sabían que el lobo podía atacar al hombre, hasta que su padre los instruyó”.[4] El día en que Îûsuf fue echado al pozo no contaba con más de diez años de edad, y otros han dicho que tenía entre siete y doce años. Jacob en ese entonces contaba cuarenta años.[5]

En el momento que los hermanos de Îûsuf lo aventaron en el pozo lo amenazaron para quitarle la camisa. Entonces lo abandonaron. Cuando Îûsuf se vio solo y desamparado, se quejó ante Dios: “Dios de Ibrâhîm, Isaac y Jacob: ten piedad de mi debilidad, de mi incapacidad y de mi juventud”.

Una caravana que se dirigía a Egipto pasó cerca del pozo. Destinaron a un hombre para que extrajese agua de éste. Cuando el recipiente llegó al fondo del agujero, Îûsuf se sentó en éste. El hombre que extraía agua del pozo quedó sorprendió al ver al joven bello, y puso al tanto de lo sucedido a los de los caravaneros. “¡Oh, buenas nuevas! Éste es un joven” (12:19). Ellos decidieron llevarlo consigo y venderlo en el bazar de Egipto. Pero los hermanos de Îûsuf que se encontraban próximos, se acercaron a la caravana y dijeron: “Él es un esclavo nuestro que se escapó, y si nos lo regresáis, lo mataremos”. Îûsuf reforzó lo dicho por sus hermanos y con la intercesión de los caravaneros Îûsuf fue vendido a éstos por una cantidad de dieciocho dirhames y llevado a Egipto.[6] “Y ellos lo vendieron por un pequeño precio…” (12:20). El Imâm Ridâ (P) manifiesta: “Los hermanos de Îûsuf vendieron a su hermano por una cantidad de aproximadamente veinte dirhames que en ese entonces era el precio de un perro cazador muerto”.[7] El Mensajero del Islam (BPD) expone: “Dios otorgó la mitad de la belleza a Îûsuf y la otra mitad la repartió entre todos los rostros bellos del mundo”.

El Imâm Bâqir (P) respecto a la interpretación de la aleya “Y llegaron con sangre falsa sobre la camisa de él”. (12:18) argumenta: “Los hermanos de Îûsuf para engañar a su padre, mataron un cabrito y mancharon la camisa de Îûsuf con su sangre. Habían decidido manifestar que Îûsuf había sido atacado y devorado por un lobo. Pero de entre ellos, Leví que era el más inteligente, dijo: “¡Hermanos! ¿Creéis que Dios ocultará la verdad de lo sucedido a su Profeta Jacob? Es mejor que todos llevemos a cabo un baño de purificación, luego oremos en conjunto y pidamos a Dios que guarde nuestro secreto”. En ese entonces la oración colectiva no era válida con menos de once integrantes, pero ya que ellos eran únicamente diez, decidieron considerar a Dios como su Imâm de la oración y todos detrás de Él realizar ésta. Oscureció y regresaron a donde se encontraba Jacob mientras que llevaban consigo la camisa ensangrentada de Îûsuf.

“Dijeron: Oh padre nuestro, competimos entre nosotros en una carrera y dejamos a Îûsuf cerca de nuestras pertenencias, así que el lobo lo devoró” (12:17). Jacob dijo a sus hijos: ¿Qué lobo fue ese que devoró Îûsuf sin desgarrar la camisa? – Por otro lado Îûsuf fue llevado a Egipto y el faraón de esa época lo compró como esclavo.[8]

La firmeza de Îûsuf bajo la tentación.

“…Dijo a su esposa: Hospédale dignamente. Tal vez un día será útil para nosotros, o lo adoptemos como hijo” (12:21). El faraón y su esposa no podían tener hijos y por ello fue que educaron muy bien a Îûsuf. Pero cuando él llegó a la edad de la pubertad, llamó la atención de la esposa del faraón, de tal forma que se enamoró de él. No había mujer que al verlo no se apoderara de su corazón el afecto hacia él. Su rostro brillante al igual que una luna, fue causa de las extrañas y repetidas visitas de Zulaîjâ ‑esposa del faraón- y su enamoramiento. “Y aquella mujer en cuya casa se alojaba, trató de seducirlo…Y sin duda ella lo deseaba, y él la hubiese deseado a ella, si no hubiera sido porque él había visto la prueba manifiesta de su Señor” (12:23-24). Un día Zulaîjâ cerró las puertas de su habitación y se acercó a Îûsuf, pero repentinamente Îûsuf vio la imagen de su padre que lo observaba atónito y le decía: “¡Oh, Îûsuf! Tú en el cielo te encuentras al nivel de los Profetas, ¿cómo es que deseas ser de los pecadores en la tierra?” Las observaciones de Jacob hicieron que Îûsuf recapacitara.[9]

El Imâm Sâdiq (P) dice: “Cuando Zulaîjâ se quedó sola con Îûsuf, se acercó al ídolo que tenía en su habitación y lo cubrió con una tela para que no fuese testigo de su mal acto. En ese momento Îûsuf le dijo: ¿Acaso sientes vergüenza ante un ídolo que no tiene poder para oír y ver? Entonces ¿cómo esperas que yo no me avergüence ante Dios Único? ‑ Îûsuf se levantó y se dirigió hacia la puerta. Ella lo persiguió. En ese momento el faraón entró en la habitación y se encontró con esta escena. Y ellos corrieron uno con el otro hacia la puerta, y ella le desgarró la camisa por detrás y se encontraron con su esposo en la puerta. Ella dijo: ¿Cuál es el castigo para uno que intenta hacer el mal a tu esposa, sino el encarcelamiento o un penoso castigo? Él dijo: Ella trató de seducirme (12:25-26). O sea, Zulaîjâ con ardid trataba de seducirlo. Por medio de una intuición Divina dijo al faraón: ‑Pregunta a la niña que duerme en su cuna, para que sea testigo de mi inocencia. Por orden de Dios aquella bebé habló y dijo: Y si su camisa está desgarrada por delante, ella habla la verdad y él es de los mentirosos. Y si su camisa está desgarrada por detrás, ella miente y él es de los veraces (12:26-27). Lo sucedido era claro ya que la camisa de Îûsuf estaba desgarrada por detrás, acto que había sido llevado a cabo por Zulaîjâ. El faraón que se enteró de lo sucedido dijo a Zulaîjâ: “Ciertamente se trata de un ardid de vosotras, las mujeres. ¡Vuestro ardid es en verdad grande! Y volteándose hacia Îûsuf dijo: “¡Olvídate de esto! Y (oh esposa mía) pide perdón por tu pecado. Ciertamente tú eres una de las pecadoras” (12:28-29).

Îûsuf es encarcelado.

La noticia de la pasión de la esposa del faraón de Egipto llegó a oídos de todos y las mujeres de la corte, quienes molestaban constantemente a Zulaîjâ por lo sucedido. “Unas mujeres de la ciudad decían: La mujer del gobernador se ha prendado apasionadamente de su esclavo” (12:30). Cuando Zulaîjâ escuchó los rumores, mandó por las mujeres y les preparó una comida. A cada una de ellas entregó un cuchillo para que pelaran una toronja y dijo (a Îûsuf): Preséntate a ellas. Así que cuando lo vieron, lo consideraron grande, cortaron sus propias manos y con asombro dijeron: “¡Dios Santo! ¡Éste no es un mortal! ¡Éste no es sino un ángel noble!” (12:31). Ella dijo: “Éste es aquel por quien me culpáis. Y sin duda yo traté de seducirlo, pero él fue firme en su castidad” (12:32). Desde ese día, cualquier mujer que veía a Îûsuf se enamoraba de él. Finalmente, molesto por la situación, él le pidió a Dios que para alejarse del ardid de las mujeres, lo encarcelase por un tiempo: “Señor mío, la prisión es más querida para mí que aquello a lo que ellas me invitan. Y si Tú no apartas su ardid de mí, yo me inclinaré hacia ellas y seré de los ignorantes. Así que su Señor aceptó su oración y apartó su ardid de él” (12:33-34). No transcurrido mucho tiempo, por orden de la esposa del faraón Îûsuf fue enviado a la cárcel.[10]

En las narraciones se ha registrado que la niña (de tres meses de edad) que se encontraba en la habitación de Zulaîjâ y habló para defender a Îûsuf, era su sobrina. Respecto a las mujeres de la corte debemos agregar que ellas no sentían dolor a pesar de que habían cortado sus manos y este estado se crea cuando el amor llena por completo el corazón. El Imâm Bâqir (P) respecto a la interpretación de la aleya “Luego se les ocurrió a ellas, después de que habían visto las señales, que deberían encarcelarlo por un tiempo” (12:35) dijo: “Esta aleya se refiere a la historia del atestiguamiento de la infanta, la camisa desgarrada de Îûsuf, su huida y la persecución de la esposa del faraón”.

Los sermones de Îûsuf en la prisión.

Desde que el esposo de Zulaîjâ se enteró de lo sucedido, ella sentía rencor hacia Îûsuf ya que se había negado. Finalmente ella obligó al faraón que encarcelara a Îûsuf. “Y dos jóvenes entraron en la prisión con él” (12:36). Se ha dicho que los dos jóvenes que se encontraban prisioneros junto a Îûsuf eran esclavos del faraón. Uno de ellos era panadero y el otro servía licor a éste cuando deseaba beber. Habían sido encarcelados ya que planearon envenenar al faraón.[11]

‘Alî Ibn Ibrâhîm en su exégesis asegura: “En realidad el faraón de Egipto había enviado a esos dos a la cárcel para que espiaran y vigilaran a Îûsuf. Cuando éstos se enteraron que Îûsuf poseía la ciencia de interpretar sueños, le pidieron que les hiciera el comentario de sus sueños. Uno de ellos, el servidor de licor, dijo: “Me vi a mismo exprimiendo uvas” (12:36). Îûsuf dijo: Dentro de pronto serán puesto en libertad y te encontrarás muy cerca del faraón. El otro, que era un panadero, dijo falsamente que había soñado que había colocado un pan sobre su cabeza y las aves comían de éste: “Yo me vi llevando pan sobre la cabeza, de donde comían los pájaros” (12:36). Îûsuf interpretó su falso sueño de la siguiente forma: Muy pronto serás colgado y los pájaros comerán tu cerebro. ‑ El panadero se arrepintió de haber relatado un sueño falso, pero él consideraba segura su muerte “Está decretado el asunto acerca del cual preguntasteis” (12:41). Después de un tiempo pusieron en libertad al primero, cuando iba de salida Îûsuf le dijo que lo recomendara ante el faraón “Recuérdame con tu amo” (12:42). Y fue aquí cuando el demonio hizo que olvidara esto y Îûsuf permaneció en la prisión por algunos años “Pero el demonio hizo olvidar mencionar(lo) a su amo, así que él permaneció en la prisión por algunos años” (12:42)”[12]. También puede entenderse: “que se olvidara de recordarlo” y en este caso se referiría a Al.lah. Es decir, que Îûsuf olvidó el recuerdo de su Señor confiando en que el criado del rey intercedería por él, entonces la frase sería: “El demonio hizo que (Îûsuf) olvidara el recuerdo (de su Señor)”.

La visión del rey interpretada por Îûsuf.

 En los comentarios del Bihâr Al Anwâr está registrado que una noche el faraón de Egipto soñó que siete vacas flacas comían a siete vacas gordas. Así también que siete espigas de trigo secas trataban de terminar con siete espigas de trigo verdes. “¡He visto siete vacas gordas a las que comían siete flacas y siete espigas verdes y otras tantas secas!” (12:43). El faraón pidió a los intérpretes de sueños y a sus ministros que explicaran su sueño, pero ninguno pudo hacerlo hasta que el joven que había estado encarcelado junto con Îûsuf, y ahora se encontraba en la corte del faraón, comentó a éste la habilidad de Îûsuf para interpretar los sueños. El faraón envió a un grupo a la celda donde se encontraba Îûsuf quienes hicieron llegar a éste el mensaje del faraón y le pidieron que les explicara el significado de esa visión. “¡Oh, Îûsuf el veraz! Explícanos siete vacas gordas devoradas por siete vacas flacas, y siete espigas verdes y otras (siete) secas de manera que pueda yo regresar a mi pueblo para que sepan”(12:46). Îûsuf respecto a la interpretación del sueño del faraón dijo lo siguiente: “Sembraréis como de costumbre siete años. La cosecha que recojáis dejadla en sus espigas a excepción de un poco de lo que comeréis. Luego vendrán siete años difíciles que agotarán lo que hayáis acopiado” (12:47). Los enviados regresaron a donde se encontraba el faraón y le comunicaron lo dicho por Îûsuf.

Îûsuf exonerado de los cargos.

El faraón que había quedado atónito por la interpretación que Îûsuf había hecho, ordenó a sus cercanos que lo trajeran. No obstante él mandó de regreso a los enviados del faraón y les pidió que preguntaran a éste la historia de lo sucedido con las mujeres que cortaron sus manos. No transcurrido mucho tiempo la esposa del faraón y las mujeres de la corte se percataron de la pureza de Îûsuf. “Y dijo el rey: ¡Traédmelo! Así que cuando el mensajero llegó con él, él dijo: Regresa con tu amo y pregúntale cuál es el caso de las mujeres que cortaron sus manos. Ciertamente mi Señor conoce su ardid. (El rey) dijo: ¿Cuál fue vuestro asunto cuando tratasteis de seducir a Îûsuf? Ellas dijeron: ¡Santo Dios! Nosotros no sabíamos de ninguna maldad de su parte. La esposa del gobernador dijo: ahora se ha hecho manifiesta la verdad. Yo traté de seducirlo y él es ciertamente de los veraces. Esto es para que él pueda saber que yo le he sido infiel en secreto, y que Al.lah no guía el ardid de los infieles” (12:50-52). Zulaîjâ cuando se vio amenazada por tantas acusaciones dijo: “Y yo no digo que mi alma sea inocente pues es cierto que el alma concupiscente ordena insistentemente el mal” (12:53).

Entonces el faraón de Egipto ordenó que lo pusieran en libertad y le dio un puesto de confianza. “Y el rey dijo: Traédmelo. Yo lo elegiré para mí mismo. Así que cuando habló con él dijo: Ciertamente tú estás hoy en nuestra presencia con dignidad y confianza”(12:54). No transcurrió mucho tiempo cuando el faraón para complacer lo solicitado por Îûsuf, lo hizo responsable de los tesoros públicos y los depósitos. En realidad le había otorgado el puesto de ministro de hacienda, “Él dijo: colocadme (con autoridad) sobre la hacienda de la tierra; ciertamente yo soy un buen custodio y conocedor” (12:55).

Îûsuf ayuda a sus hermanos.

‘Alî Ibn Ibrâhîm asegura que la distancia entre Îûsuf y su padre era de dieciocho días. Durante la época de sequía la gente de esa región se dirigía a Egipto para abastecerse de víveres. En la región donde Jacob y sus hijos vivían existía una planta silvestre que la utilizaban para curar la tos, la hemorragia y los cálculos renales. Los hermanos de Îûsuf decidieron llevar un poco de esa medicina a Egipto para comerciar y permutar un artículo por otro. Otros sostienen que los hermanos de Îûsuf fabricaban herraduras las cuales llevaban a Egipto para vender. En esa época el mismo Îûsuf se hacía cargo de supervisar las transacciones que realizaba su pueblo. Cuando sus hermanos entraron en su castillo, no pudieron reconocerlo. En el momento que quisieron regresar, él preguntó por la salud de Jacob. Ellos respondieron que se había debilitado mucho. Él volvió a preguntar: “¿Acaso tenéis algún otro hermano?” Respondieron: “¡Sí! Nosotros tenemos un medio hermano llamado Benjamín”. Îûsuf les pidió que en su próximo viaje a Egipto lo trajese consigo, de lo contrario no les vendería trigo.

Îûsuf ordenó a sus subalternos que la mercancía que habían permutado la ocultaran en las alforjas de los camellos sin que ellos se diesen cuenta. A través de este acto ganó su confianza para que regresasen a Egipto. “Así que cuando regresaron con su padre, ellos dijeron: ¡Oh padre nuestro! La medida nos ha sido retenida. Envía con nosotros a nuestro hermano para que podamos obtener la medida. Nosotros ciertamente lo cuidaremos” (12:63). Jacob dijo a sus hijos: “¿Acaso puedo yo confiarlo a vosotros como os confié a vuestro hermano antes?” (12:64). Por otra parte los hijos de Jacob, al bajar la mercancía de los camellos se dieron cuenta que la mercancía que habían transportado hacia Egipto, se encontraba en sus sacos. “Y cuando abrieron sus alforjas descubrieron que se les habían devuelto las mercancías y dijeron: ¡Padre! ¿Qué más podemos desear? Nos han devuelto las mercancías. Aprovisionaremos a nuestras familias y cuidaremos de nuestro hermano…” (12:65). Jacob al ver la insistencia de sus hijos aceptó con la condición de que le prometiesen regresarle a Benjamín. Pero al mismo tiempo les recomendó que para evitar cualquier mal de ojo, entraran por diversas puertas a la ciudad de Egipto, e insistió que sus exhortaciones no alejarían lo destinado por Dios sino que únicamente tranquilizaría sus almas. “¡Hijos míos! No entréis por una sola puerta, entrad por puertas distintas. Yo no puedo hacer nada por vosotros frente a Al.lah… Y entraron por donde su padre les había ordenado. Aunque no les había servido de nada ante Al.lah, pues no fue sino para que Jacob satisficiera una necesidad de su alma; y es cierto que él tenía un conocimiento procedente de lo que le habíamos enseñado” (12:67-68).

Los hermanos no imaginaron nunca que su hermano Îûsuf pudiese estar vivo, ya que primero lo habían abandonado en un desierto árido y en un pozo, y segundo, cuando se separaron de él era todavía un infante. Pero hoy se había convertido en un hombre digno y majestuoso.

La mayoría de los exegetas respecto a la interpretación de la aleya “No entréis por una sola puerta” acuerdan que Jacob se encontraba intranquilo por el mal de ojo de los envidiosos ya que todos sus hijos tenían hermoso aspecto, y habían llamado la atención del faraón de Egipto. Jacob para evitar una supuesta pérdida, pensando en el futuro, les aconsejó que entraran a la ciudad por diferentes puertas. Pero por otro lado, ya que era un hombre devoto y favorecido por Dios, en sus palabras muestra la confianza de lo designado por Dios. “Yo no puedo hacer nada por vosotros frente a Al.lah”.[13]

‘Alî Ibn Ibrâhîm manifiesta: -Los hijos de Jacob, acompañados de Benjamín, se dirigieron hacia Egipto. Durante el viaje, Benjamín no intercambió palabra alguna con sus hermanos, ni tampoco se sentó a la mesa con ellos, hasta que llegaron a donde se encontraba Îûsuf. En una oportunidad él le preguntó a Benjamín la causa por la cuál no acompaña a sus hermanos. Benjamín respondió: “¿Cómo puedo acompañarlos cuando falsamente dijeron a mi padre que un lobo había devorado a mi hermano sanguíneo, Îûsuf? Y yo me juré a mí mismo que no les dirigiría la palabra hasta el final de mi vida”. Îûsuf le preguntó: “¿Acaso has contraído matrimonio y tienes familia?” Respondió: “¡Sí! He contraído matrimonio y tengo tres hijos, que se llaman: “Lobo”, “Camisa” y “Sangre”. Y llamé así a mis hijos para tener siempre en mente a mi hermano”. En ese momento Îûsuf ordenó que salieran los demás hermanos.

El hermano más joven.

Ya solos se presentó a Benjamín y le pidió que se quedase con él. No obstante Benjamín dijo: “¡Mis hermanos no me dejarán! Ellos juraron por Dios a mi padre que me regresarían a él”. Îûsuf encontró una solución y pidió a Benjamín que guardara por un tiempo su secreto. La caravana de los hijos de Jacob se encontraba dispuesta para regresar cuando Îûsuf ordenó a uno de sus subalternos que ocultara en las alforjas de Benjamín la copa de oro del Rey con la cual calibraban el trigo. Cuando los hijos de Jacob quisieron iniciar su regreso, escucharon a alguien que gritaba: “¡Caravaneros, sois unos ladrones!” (12:70). Los hermanos de Îûsuf que se encontraban sorprendidos preguntaron: “¿Qué habéis perdido?” Los guardias dijeron: “Hemos perdido la copa de oro del Rey. Aquel que la traiga lo recompensaremos con un camello lleno de trigo. "Ellos dijeron, mientras se volvieron hacia ellos: ¿Que es lo que os falta? Ellos dijeron: Nos falta la taza de beber del rey, y aquél que la traiga tendrá la medida de la carga de un camello, y yo soy responsable de ello (12:71-72)”. Ellos dijeron: “¡Por Al.lah! Vosotros sabéis con certeza que nosotros no hemos venido a sembrar el mal en la tierra, y no somos ladrones (12:73)”. En ese momento Îûsuf aprovechándose de la situación dijo: “Pero ¿cuál es el castigo para esto, si sois mentirosos? –respondieron- El castigo para esto… la persona en cuya bolsa se la encuentre, él mismo (perderá su libertad) como castigo de ello…” (12:73-74). Así fue como Îûsuf comenzó a buscar en las alforjas de éstos hasta que de la bolsa de Benjamín saco la copa, y según la condición que había puesto con los hijos de Jacob, aparentemente lo encarceló. Esta fue una bendición y misterio de Dios para que Benjamín se quedase con Îûsuf, ya que el castigo del ladrón en esa época era latigazos y la toma de sus pertenencias. “…Así planeamos nosotros por el bien de Îûsuf. Él no podía tomar a su hermano bajo la ley del rey, a menos que Le placiera a Al.lah” (12:76).[14]

Preguntaron al Imâm Sâdiq (P) respecto a la aleya “¡Caravaneros, sois unos ladrones!”, a lo cuál respondió: “En realidad los hermanos no habían hurtado nada, ni tampoco él había mentido, sino que se refería al asalto sucedido años atrás de Îûsuf a su padre, ya que cuando encontraron la copa, los hijos de Jacob acusaron a Benjamín de ser un ladrón al igual que Îûsuf”. “Si él roba, un hermano de él en verdad robó antes”. Pero él no escuchó sus acusaciones ni tampoco reveló su secreto, “Y Îûsuf, sin mostrárselo a ellos, dijo para sí mismo: Vosotros estáis en peor situación y Al.lah conoce lo que atribuís” (12:77).[15]

Los hermanos que se encontraban muy molestos, solicitaron a Îûsuf que por su anciano padre y gran jerarquía de éste, dejara en libertad a Benjamín y en su lugar tomara prisionero a uno de los otros hermanos. El se opuso a la proposición y dijo: “…¡Ni lo permita Al.lah que detengamos a otro que aquél con quién encontramos nuestra pertenencia, porque entonces con seguridad seríamos injustos!”(12:78-79). El lector puede observar como Îûsuf muy sutilmente dijo: “con quién encontramos nuestra pertenencia”, y no “aquél que robo nuestra pertenencia”.

Îûsuf revela su identidad.

Los hijos de Jacob, desesperanzados, quisieron regresar. En ese momento Judá uno los hermanos les recordó a los demás la promesa que habían dado a su padre e insistía en que no saldría de Egipto hasta no estar seguro de que su padre se lo permitiría. Él pidió a los demás hermanos que fueran ante Jacob y le informaran respecto a lo sucedido con Benjamín: “…Oh padre nuestro, tu hijo cometió un robo. Y nosotros atestiguamos solamente en lo que sabemos, y no podíamos vigilar lo invisible” (12:80-81). Los hermanos retornaron a la Ciudad de Canaán, y por alguna razón Îûsuf y su hermano mayor comenzaron a discutir. Era costumbre de Judá que cuando se enojaba en demasía, los vellos de sus hombros se espigaban y despedían una materia parecida a la sangre. En ese momento lo único que podía tranquilizarlo era la caricia de alguno de sus hermanos. Por casualidad ese día uno de los hijos de Îûsuf se encontraba jugando con una granada de oro, la cuál rodó hasta que llegó cerca de Judá y cuando se acercó para tomarla su manó rozo la de él y fue así como la furia de Judá se aplacó.[16]

Los hermanos de Îûsuf habían llegado a su ciudad y se encontraban ante su padre. Ellos relataron lo sucedido a Jacob, pero él les dijo: En realidad no sucedió así, sino qué vuestros corazones mostraron lo que vosotros queríais. Pero yo soy tolerante, y muy pronto Dios los traerá hacia mí. – Jacob volteó su rostro y por el alejamiento de Îûsuf dijo: ¡Hijo mío, es tiempo de que volvamos a vernos! – Los ojos de Jacob como consecuencia del alejamiento de su hijo habían emblanquecido y guardaba en su corazón la tristeza de esta separación. “Él dijo: No, vuestras almas han inventado un asunto, pero hermosa paciencia. Puede que Al.lah me los traiga a todos a la vez… ¡Qué pena siento por Îûsuf! Y sus ojos, de tristeza, se volvieron blancos mientras reprimía la ira de su dolor” (12:83-84).

 Sadîr preguntó al Imâm Bâqir (P): “¿Cómo es que Jacob después de veinte años de haber estado separado de Îûsuf, pidió a sus hijos que lo buscaran a él y a su hermano Benjamín? ¿Acaso él suponía que Îûsuf estaba aún con vida? ¡Hijos míos! Id e indagad acerca de Îûsuf y de su hermano…” (12:87)” El Imâm respondió: “¡Sí! Jacob estaba seguro de que Îûsuf estaba vivo ya que en la madrugada, cuando se encontraba adorando a Dios, le fue informado por el Ángel de la Muerte, que el alma de Îûsuf no se encontraba entre las almas que había quitado, y por ello fue que dijo a sus hijos: ¡Hijos míos! Id e indagad acerca de Îûsuf y de su hermano, y no desesperéis de la misericordia de Al.lah. Pues sólo desespera de la misericordia de Al.lah la gente que se niega a creer (12:87)”. Después de un tiempo el faraón envió una carta a Jacob que decía: “Tu hijo Îûsuf que fue vendido por una cantidad mínima, se encuentra junto a tu hijo Benjamín que es acusado de ladrón. Los dos están como esclavos en mi corte”. Soportar lo escrito en esta carta era imposible para Jacob. Él de inmediato respondió a la carta del faraón diciendo: “En el Nombre de Dios, Clemente Misericordioso. De Jacob siervo de Dios hijo de Isaac hijo de Ibrâhîm. Pero después de saludaros, quiero decir que recibí vuestra carta y la noticia de que mis hijos son tus esclavos. Debes saber que las penas continúan para los descendientes de Adán. Mi abuelo Ibrâhîm fue puesto en el fuego por Nimrod, pero por gracia de Dios se salvó de éste. Luego fue agraciado con mi padre, Isaac. Yo también me vi agraciado de un hijo, al cuál amaba sobre todas las cosas de este mundo. Pero sus hermanos que lo habían llevado consigo fuera de la ciudad, cuando regresaron falsamente dijeron que un lobo lo había devorado. Desde ese día, mi espalda se ha encorvado y mis ojos han perdido su luz. Ahora a mi otro hijo, Benjamín, que él y Îûsuf se amaban fuertemente, lo llevaron a Egipto para comerciar. Pero cuando estaban dispuestos a regresar, lo acusaron de ladrón. Debes saber que nosotros somos una familia que nos encontramos libres de cualquier timo o corrupción. ¡Yo te pido por Ibrâhîm, Isaac y Jacob que me favorezcas y me regreses a Îûsuf!”

 Dicen que cuando la carta de Jacob llegó a sus manos, éste la colocó sobre sus ojos y comenzó a llorar. Entonces afectuosamente dijo a sus hermanos: “¿Acaso sabéis que habéis hecho con Îûsuf y con su hermano?” Preguntaron asombrados: “¿Acaso tú mismo eres Îûsuf?” Les contestó: “¡Sí! Yo soy Îûsuf. Dios nos hizo el favor a mí y a mi hermano de tenernos en vida.” Los hijos de Jacob al ver el poder y sabiduría de éste aceptaron su falta y le pidieron que los perdonara. Él los absolvió y les pidió que regresaran a su ciudad, llevaran su camisa y la colocaran sobre los ojos de su padre para que recobrara su vista. “Dijo: ¿Sabéis lo que hicisteis con Îûsuf y con su hermano mientras erais ignorantes? Dijeron: ¿Tú eres Îûsuf? Dijo: Yo soy Îûsuf y éste es mi hermano. Al.lah nos ha favorecido…” (12:89-92).[17] Todavía no había amanecido que llegaron con la camisa de Îûsuf para que, al colocarla en su rostro, recuperase la vista”.[18]

 Se ha dicho que la causa por la cual los hermanos de Îûsuf lo reconocieron, fue porque al sonreír se dejaron ver sus dientes blancos como perlas los cuales estaban bien ordenados, y ellos recordaron la dentadura de Îûsuf cuando era un niño. Otros sostienen que fue cuando él se quitó la corona fue reconocido por los hermanos.

 El Imâm Sâdiq respecto al significado de la aleya “Dijo: ¿Sabéis lo que hicisteis con Îûsuf y con su hermano mientras erais ignorantes?” argumentó: “Cualquier falta que realice un siervo, a pesar de que esté consciente y cabal de lo que realiza, puede ser considerada como una forma de ignorancia. Ya que cuando la ejecuta, él mismo se encuentra en peligro y considera lo prohibido por Dios como aceptable”.[19] Así también algunos de los intérpretes referente a la explicación de la aleya “El arrepentimiento con Al.lah es solamente para aquellos que hacen el mal en la ignorancia” (4:17) manifiestan: “Cualquier pecador es ignorante, ya que él al realizar el pecado se comporta como los ignorantes poniéndose en peligro a sí mismo”.

 ‘Alî Ibn Ibrâhîm Qumî argumenta en su exégesis: “Cuando uno de los dos presos que estaban encarcelados con Îûsuf fue puesto en libertad tal y como le había informado él al interpretar su sueño, le pidió que lo recordara cuando se encontrara junto al faraón de Egipto; tal vez podía ser este un camino para obtener su libertad “Y él dijo a aquél de los dos que sabía sería liberado: Recuérdame con tu amo” (12:42). Fue así como se vio debilitada la esperanza íntegra que tenía puesta en Dios. En ese momento le fue revelado: “¿Acaso no fuimos nosotros quienes te enseñamos la interpretación de los sueños? ¿Acaso no fuimos nosotros quienes te hicimos ser querido por tu padre? ¿Acaso no fuimos nosotros quienes llevamos cerca del pozo a la caravana que se dirigía a Egipto? ¿Acaso no fuimos nosotros quienes te enseñamos la súplica para encontrar auxilio y te sacamos del pozo? Y ¿Acaso nosotros no hicimos que ese infante en la cuna hablara y te respaldara? Entonces ¿cómo es que pides a otro fuera de Mí y pones como intermediario a alguien que estuvo encarcelado!” Îûsuf que se percató de su falta dijo: “¡Dios mío! Por el derecho que mis padres tienen ante Ti, Dispón lo necesario para que sea puesto en libertad” Dios le envió una revelación diciendo: “¡Oh, Îûsuf! ¿Qué derecho tienen tus padres de Mí? Si te refieres a Adán que lo creé por medio de una exhalación y le otorgué una jerarquía en Mi Paraíso, pero él a cambio se acercó al árbol prohibido y desobedeció Mi orden, hasta que aceptamos su arrepentimiento. Y si te refieres a Noé, debes saber que lo escogí de entre mis siervos como Profeta y con sus súplicas ahogó a toda la creación exceptuándolo a él y a sus acompañantes. Y si tienes en mente a tu abuelo Ibrâhîm, debes saber que lo nombré mi amigo e hice que el fuego de Nimrod fuese frío para él. Si tu intención es tu padre Jacob, es mejor que sepas que le otorgué doce hijos, pero cuando uno de ellos únicamente por un corto tiempo se separó de él lloró tanto que su visión se debilitó y abrió sus labios para quejarse. ¿Ahora dime tus padres qué derecho tienen de Mí? Es mejor que supliques de la siguiente manera: ‑Te pido por Tu gran caridad y por Tu favor interminable-”.[20]

 El Imâm Ridâ (P) dice: “Cuando Îûsuf estuvo en la cárcel fue querido por todos los presos de la prisión. Pero él en respuesta a la amabilidad de estos dijo: ‑Es mejor que dejéis de lado la amistad conmigo, ya que lo que me ha llegado ha sido por esta amistad y amor. Mi tía me tachó de ladrón por el amor y cariño que me tenía, para que por este medio pudiese detenerme más tiempo en su casa. Mi padre, ya que me prefería ante mis hermanos, hizo que mis hermanos sintiesen celos hacia mí. Y la esposa del faraón de Egipto, que quería seducirme, fue la causa de mi encarcelamiento”. Durante la época que estuvo prisionero preguntó a Dios la causa por la cuál debería estar preso. Dios le envió una revelación diciendo: “¡Oh, Îûsuf! Esto es lo que tú deseabas. ¿Acaso has olvidado la frase que dijiste: La prisión es más querida para mí que aquello a lo que ellas me invitan (12:33)”.[21]

Jacob y su familia se dirigen a Egipto.

 Mufaddal Ya‘fî relata: Le pregunté al Imâm Sâdiq (P): “¿Cuál fue la historia de la camisa de Îûsuf?” A lo cual el Imâm respondió: “En el tiempo que Ibrâhîm fue aventado al fuego, Gabriel le regaló una camisa del Paraíso para que lo protegiese de las llamas. Luego colocó esta camisa en una bolsa pequeña la cual colgó al cuello, más tarde la entregó a Isaac, e Isaac a Jacob y él a Îûsuf para que lo protegiese. Cuando Îûsuf sacó la camisa de la pequeña bolsa, su perfume se dispersó en el ambiente lo cuál causó que Jacob percibiera su olor. Percibo el olor de Îûsuf aunque penséis que soy desvariado (12:94)”. Mufaddal volvió a preguntar al Imâm: “¿Qué sucedió con la camisa?” El Imâm respondió: “Esa camisa paradisíaca regresó a manos de su dueño y en este momento se encuentra con nosotros –Ahl Baît- la gente de la Casa Profética”.[22]

 El Imâm Rida (P) manifiesta: “Era costumbre de los Israelitas de esa época que aquél que fuese acusado de robar, lo tomasen como esclavo. Îûsuf que en ese entonces era un niño, vivía en casa de su tía paterna ya que ella sentía gran cariño por él. Después de un tiempo Jacob pidió a su hermana que regresara a su hijo. Ella planeó una trampa: colocó en la cintura de Îûsuf bajo su camisa el cinturón de Jacob heredado de su padre Isaac que lo había dejado en casa de su hermana para que ella lo guardase, y después fingió que el cinturón había sido hurtado por Îûsuf. Fue por ello que tiempo después, cuando la copa del faraón fue encontrada en las alforjas de Benjamín, los hermanos sin haber reconocido a Îûsuf, insinuaron al faraón de Egipto que Îûsuf había robado cuando era un niño.

 No transcurrido mucho tiempo Jacob y su familia iniciaron su viaje de Canaán hacia Egipto. Los hijos de Jacob le pidieron que los perdonara, pero Jacob dejó el asunto para la madrugada, ya que tenía la creencia que la aceptación de las imploraciones era mejor a la hora de la salida del sol. Cuando entraron al castillo, encontraron a Îûsuf sentado en su trono y la corona sobre su cabeza. Îûsuf no se levantó de inmediato como señal de respeto hacia su padre.[23]

 Finalmente llegó el momento más dulce en la vida de Jacob. En esta visita, con el reencuentro después de años de alejamiento, sólo Dios sabe los sentimientos intercambiados entre padre e hijo en esos momentos de felicidad, que lagrimas de dicha rodaron por sus mejillas y que sollozos de amor se dejaron escuchar. Entonces Îûsuf dijo a todos los presentes: “Bienvenidos a la tierra de Egipto que por el deseo de Dios, todos vosotros os encontraréis seguros ‑Entrad a Egipto con seguridad, si Le place a Al.lah”. De esta aleya se deduce que él había ido para recibir a sus padres hasta fuera del muro de la ciudad. Tal vez de la aleya “Entraron con Îûsuf” (12:99) que se refiere a las afueras del muro, se deduce que había ordenado que levantaran sus casas de campaña en ese lugar y que atendieran en principio a sus padres y hermanos. Cuando entraron al castillo de Îûsuf “Y él levantó a sus padres sobre el trono”. La grandeza de este favor Divino y la profundidad del favor de Dios que encierra este suceso, afectó en tal modo a los padres y hermanos de Îûsuf que “ellos cayeron prosternados por respeto a él”. En ese momento él se volteó hacia su padre Y dijo: ¡Oh, padre mío! Éste es el significado de mi visión de antaño”. ¿No fue así que había yo soñado al sol y a la luna y a las once estrellas que se prosternaban ante mí? Tal y como tú lo habías interpretado “Mi Señor lo ha hecho realidad” (12:100).[24]

 El Imâm Rida (P) argumenta: “La prosternación de Jacob y sus hijos ante Îûsuf fue igual a la prosternación de los ángeles ante Adán, o sea, para obedecer una orden Divina, para beneficio y un saludo especial de los que se encontraban presentes. Por este medio, ellos agradecieron a Dios por haberlos reunido nuevamente. Lo que clarifica este hecho son las palabras pronunciadas en esa junta por Îûsuf, que consideraba a Dios la fuente de toda su ventura. ‑Señor mío. Tú me agraciaste con el imperio y me has enseñado la interpretación de los proverbios. Creador de los cielos y la tierra. Tú eres mi Protector en este mundo y el Más Allá. Hazme morir en la sumisión y úneme a los rectos (12:101)”.[25]

 El fallecido Tabarsî narra de Wahab: “Jacob y su familia, que en ese entonces era compuesta por aproximadamente setenta y tres miembros, entraron a la Ciudad de Egipto. Años después, cuando salieron de ella siguiendo a Moisés (P), eran sesenta mil quinientos setenta y siente miembros. El tiempo transcurrido entre Îûsuf y Moisés fe alrededor de cuatrocientos años”.[26]

 Después de que Jacob y su familia se trasladaron de Canaán a Egipto, un día Gabriel se presentó ante Îûsuf y le pidió que abriera sus manos. Entonces extrajo una luz que se encontraba entre los dedos de éste. Îûsuf preguntó el sentido de este acto. Gabriel respondió: “La clave de este acto es que la Profecía ha sido separada de tu descendencia, puesto que tú no te levantaste como señal de respeto hacia tu padre. Por ello Dios te ha quitado la luz de la Profecía y la ha colocado en la descendencia de uno de tus hermanos”. La Profecía fue entregada al hijo de Jacob que evitó que matasen a Îûsuf y dijo a los hermanos: “No asesinéis a Îûsuf pero, si vais a hacer algo, arrojadlo al fondo del pozo” (12:10). Aquel que cuando los hermanos de Îûsuf habían decidido dejar a Benjamín en Egipto, no aceptó abandonarlo sin el permiso de su padre “Así que yo no dejaré esta tierra hasta que me lo permita mi padre” (12:80). Y así fue como Dios le agradeció y honró. Los Profetas de Banî Israel y Moisés son descendientes de él.

 En una de las narraciones está registrado que Jacob solicitó a Îûsuf que le relatase lo sucedido el día en que había sido llevado por sus hermanos fuera de la ciudad. Al principio Îûsuf pidió a su padre que lo exentase de esa orden, pero cuando vio el interés de Jacob lo relató brevemente. Contó a Jacob la historia de como los hermanos le habían quitado la camisa, amenazado con un cuchillo y como había caído al pozo. Cuando su padre escuchó lo sucedido se desmayo y se desplomo sobre el suelo.[27]

 Cuentan que el faraón de Egipto, durante los años de la carestía falleció y su esposa Zulaîjâ se vio obligada a limosnear hasta que por consejo de otros se sentó en el camino por el cuál transitaba Îûsuf. En el momento que el carruaje de Îûsuf se acercó a ella, dijo a Îûsuf: “¡Gracias al Dios que arrastró a los reyes a la esclavitud por haber pecado y a los esclavos por obedecerlo Los hizo llegar al reino!” Îûsuf que conocía perfectamente a Zulaîjâ a pesar de que era una anciana, le recordó todos sus engaños. Zulaîjâ débil y vieja dijo a Îûsuf: “¡Oh, enviado de Dios! No me atormentes con tus palabras ya que me encontraba envuelta por tres cosas, que nadie hasta hoy en día se ha visto envuelto. La primera: el amor y cariño hacia ti, ya que Dios no ha creado a un ser más bello que tú; segunda: mi riqueza y belleza que eran conocidas en todo Egipto; y tercera: me encontraba encadenada a un hombre que carecía de hombría”. Entonces Îûsuf le preguntó cuál era su mayor deseo, a lo cuál respondió: “Quiero nuevamente regresar a mi juventud”. Îûsuf suplicó por ella y Zulaîjâ se convirtió en una joven virgen y se casó con Îûsuf.[28]

 El Imâm Bâqir (P) respecto a la interpretación de la aleya “él la ha afectado profundamente con (su) amor” (12:30) dicen: “El amor hacia Îûsuf causó que Zulaîjâ se alejase de la gente y no pensase en otro más que en él”.[29]

 El Imâm Sâdiq (P) argumenta: “En una ocasión Îûsuf encomendó a un beduino del desierto para que se dirigiese a Canaán e informara a Jacob que su hijo Îûsuf estaba vivo. El beduino llevó la nueva a Jacob y al escuchar la noticia se desmayo por la felicidad. Cuando volvió en sí le dijo al beduino que pidiera algo. El beduino le pidió que suplicara por él ante Dios para que pudiera tener hijos. Con las súplicas de Jacob el beduino tuvo muchos hijos. Debe tenerse en cuenta que Jacob estaba seguro de que Îûsuf estaba vivo y repetidas veces había dicho a sus hijos: “¿Acaso no os dije que yo sé de Al.lah lo que vosotros no sabéis?” (12:96).[30]

 Muhammad Ibn Muslîm preguntó al Imâm Bâqir (P): “¿Cuántos años vivió Jacob en Egipto junto a Îûsuf? –Respondió: Él vivió dos años con Îûsuf. Su cuerpo fue llevado por uno de sus hijos a Jerusalén en donde fue enterrado”.[31]

 Se ha narrado que Îûsuf fue puesto en un ataúd de mármol en las profundidades del río Nilo. Los egipcios en esa época, como consecuencia de la abundancia que poseía Îûsuf, decidieron enterrar su purificado cuerpo en un lugar dentro de la ciudad, pero finalmente decidieron echaron en el agua del río Nilo para que el agua que circulara sobre su ataúd, saciara sus tierras y las volviera fértiles. El ataúd de Îûsuf se encontraba en el río Nilo, hasta el día en que Moisés (P) al salir de Egipto, lo llevó consigo.

“Señor mío: …Creador de los cielos y la tierra. Tú eres mi Amigo en este mundo y en el Más Allá. Hazme morir en la sumisión y úneme a los rectos”. (12:101)

Extraído de: Historia de la Vida de los Profetas

Versión resumida de Qisasul – Anbiia

Fundación Imam Ali

Sección Española, - Beirut

Autor: Saiied Naimatul.lah Musawi Yazairi

Traducido por: Martha Golzar y

Rahmatul.lah Golzar

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[1]  Tafsîr Qumî, t.1, p.339.

[2] Comentarios de Bihâr, t.12, p.219.

[3] Mayma‘ ul Baîîan, vol.3 t.5, p.323.

[4] Mayma‘ ul Baîîan, vol.3 t.5, p.331.

[5] Mayma‘ ul Baîîan, vol.3 t.5, p.328.

[6] Tafsîr Qumî, t.1, p.340.

[7] Tafsîr Qumî, t.1, p.341.

[8] Comentarios de Bihâr, t.12, p.225.

[9] Tafsîr Qumî, t.1, p.342.

[10] Tafsîr Qumî, t.1, p.342.

[11] Tafsîr Qumî, t.1, p.344.

[12] Tafsîr Qumî, t.1, p.344, y Comentarios de Bihâr, t.12, p.330.

[13]Anûar At Tanzîl Baîdâvî, t.1, p.233.

[14] Tafsîr Qumî, t.1, p.348.

[15] Comentarios de Bihâr, t.12, p.339.

[16] Tafsîr Qumî, t.1, p.349.

[17] Comentarios de Bihâr, t.12, p.245.

[18] Tafsîr Qumî, t.1, p.350.

[19] Mayma‘ ul Baîîan, vol.4, t.13, p.114; Comentarios de Bihâr, t.12, p.245.

[20] Tafsîr Qumî, t.1, p.353.

[21] Tafsîr Qumî, t.1, p.353.

[22] Tafsîr Qumî, t.1, p.353; ‘Ilal Ash Sharâîa‘, p.53.

[23] Comentarios de Bihâr, t.12, p.250.

[24] Tafsîr Nemûneh, t.10 p.79.

[25] Tafsîr Qumî, t.1, p.356; Tuhaful ‘Uqûl, p.354.

[26] Mayma‘ ul Baîîan, vol.3, t.5, p.405.

[27] Comentarios de Bihâr, t.12, p.252.

[28] Tafsîr Qumî, t.1, p.356.

[29] Tafsîr Qumî, t.1, p.357.

[30] Kamâl Ad Dîn, p.141.

[31] Bihâr, t.12, p.295; Tafsîr ‘Aiâshî, t.2, p.198.