Las sociedades del mundo se encontraban en la perdición del politeísmo, poseían pensamientos erróneos, mitos y falsas costumbres. La religión de Moisés (P) se había transformado en un juguete en las manos de los judíos y convertido en un elemento despreciable y superficial. Igualmente la religión católica, por medio de los padres de la iglesia, se había convertido en un medio de negocio y enseñanzas equívocas, para mantener a la gente lejos de la verdadera naturaleza de la sociedad; así también se había transfigurado en un medio de poder para regir sobre la gente común, tales como los dualistas, los que aceptaban la trinidad, los idólatras, los adoradores de vacas e inclusive los adoradores de órganos sexuales, costumbre común entre la gente de esa época.[1]
La Península Arábiga era un centro de guerras tribales. Un tipo de feudalismo exterminador había invadido toda esa zona, y la explotación de los niveles bajos por medio de una esclavitud dictatorial había conducido a una gran cantidad de gente al infortunio. Por otro lado habían surgido como perfectas las costumbres erróneas de la raza árabe y el nacionalismo era el sistema de vida de la gente de esa región.[2]
El árabe de la época de la ignorancia calificaba como valentía a la agresión y asesinato, y consideraba una vergüenza el tener hijas. El Amir de los Creyentes, ‘Alî (P) en el sermón veintiséis del Nahyul Balâgah describió en forma muy clara y sutil la situación social que reinaba entre los árabes.[3]
Una sociedad como la descrita, sin duda debía ser dirigida por un líder que planease la reforma y modificación de ésta, por alguien que no se dejase influir por el nacionalismo ni por los asuntos personales, y utilizando la revelación de la fuente de la sabiduría pudiese ocasionar un gran y profundo cambio en todos los aspectos de la vida de hombres engañados, como lo eran estos habitantes del desierto.
En la madrugada del día diecisiete del mes de Rabî‘ul Aûûal[4], la habitación de Aminah fue iluminada por una luz especial, signo de la Bendición de un hombre perfecto. El nacimiento del Mensajero de Dios (BPD) coincidió con hechos importantes y valiosos acontecimientos, muestras que hicieron despertar a los seres humanos y conciencias negligentes que vivían en un mundo oscurecido. Esa noche llena de estrellas, se derrumbaron catorce de los dentados de la muralla del palacio de “Anûshîrawân”, y el templo de fuego de los persas se apagó después de haber ardido durante mil años. Posterior a esto el lago de “Savah” comenzó a secarse.[5]
Los brazos puros de una mujer llamada Halîmah Sa‘dîah (que fue su ama de leche) y el pasar parte de su infancia en el desierto mientras que crecía y se volvía activo, había traído gracias y fertilidad para la tribu de Banî Sa‘d.[6]
En el sexto año de la vida del Profeta (BPD) Amina salió de La Meca rumbo a Medina para visitar a sus familiares, así como la tumba de su esposo Abdul.lah. Sin embargo lo destinado por Dios para ella fue que en la región Âbvâ’ falleciera y se uniera para siempre a su amado esposo.[7]
La alta jerarquía del Mensajero del Islam (BPD) fue aceptada desde que él era aun un infante, tanto por los amigos como por los enemigos. El era respetado en forma especial por parte del señor de los Quraîsh Abdul Muttalib (su abuelo), por los grandes del Quraîsh y por (su tío) Abû Tâlib. Cuando el Mensajero del Islam contaba apenas con siete años, un día los judíos que habían leído en su Libro Sagrado que el profeta no ingeriría lo ganado con dinero prohibido ni dudoso, decidieron probarlo. Para ello en un principio enviaron a Abû Tâlib una gallina que habían robado. Todos, sin estar enterados de que la gallina era robada, comieron de ésta; sin embargo el Muhammad (BPD) se abstuvo, y en respuesta a los interrogadores dijo: “Éste era un alimento ilícito”. La próxima vez los judíos le enviaron una gallina que habían tomado de uno de los vecinos con la intención de pagarla después, empero nuevamente se abstuvo de comerla y dijo: “Este alimento es dudoso”.[8]
El Profeta pasó su infancia huérfano de padre y madre, fue en verdad un favor especial por parte de Dios, para que además de aprender la lección de la tolerancia y paciencia, se preparara para enfrentar grandes responsabilidades. Durante ese período de su vida personalidades tales como Abû Tâlib estuvieron a su lado para dirigirlo. Él lo llevaba consigo a los bazares comunes de Arabia tales como ‘Akâzh, Muynah y Dhil Muyâz. Inclusive en su viaje hacia Shâm (Damasco actual) permitió que su sobrino Muhammad (BP) lo acompañase.[9]
Rumbo a Shâm, en una región llamada Busrâ, se encontraron con el sacerdote Buhaîrâ quién platicó con Muhammad (BPD). Durante la amigable entrevista, mientras que Buhaîrâ besaba las manos y pies del futuro Mensajero del Islam le decía: “Si me encuentro con vida cuando te sea otorgada la profecía, peleare a tu lado y en primera fila en contra de tus enemigos”. Entonces el sacerdote recomendó a Abû Tâlib que protegiese a su sobrino.[10]
Durante su juventud y para agradecer el amparo que le brindó su querido tío y poder ayudarlo económicamente aceptó el cargo de ovejero. Su propósito, además de ayudar a Abû Tâlib, era poder estar lejos del agitado ambiente de la ciudad. Los pilares de la moral individual y social del Profeta se fortalecieron durante su juventud, al grado que se hizo popular con el nombre de “Muhammad Amîn” (Muhammad el honesto y confiable).[11]
La atmósfera contaminada que reinaba en la Península Arábiga, habían llegado al grado que inclusive los ancianos de la tribu se dejaban llevar por sus deseos; y en lo alto de las puertas de las casas colocaban banderas negras en señal de lugar de inmoralidad y libertinaje. En una sociedad como ésta el Profeta pudo conservar su pureza y buen comportamiento. Muchos poemas se dijeron respecto a sus virtudes y cualidades morales, así como referentes su matrimonio con la dama Jadîyah, que todos éstos son testigos vivos de la pureza de su alma y la abstinencia de cualquier contagio de su sociedad.[12]
Cuando la fama de la honradez y rectitud de Muhammad (BPD) llegó a oídos de Jadîyah, ésta decidió enviarlo a Shâm, acompañado por uno de sus esclavos llamado Meîsarah, para que negociara. Jadîyah hija de Jûîlad, viuda de Abû Hâlah y viuda por segunda vez de ‘Atîq Majzûmî, era pedida en matrimonio por los grandes personajes de Qurâish, sin embargo ella los rechazaba. No obstante la ganancia en los negocios que Muhammad (BPD) llevó a cabo y su regreso de Shâm que fueron acompañados de un gran beneficio, hicieron que Jadîyah se interesara en él y lo escogiera como el más apropiado para ser su pareja.[13]
Jadîyah que fue la primera mujer que tuvo fe en Muhammad (BPD). Ella puso sus riquezas a la disposición de su esposo para la propagación del Islam.[14]
El Mensajero del Islam tuvo dos hijos varones de Jadîya llamados Tâhir y Qâsim. Ambos murieron cuando eran aún niños y estando todavía en La Meca. Así también cuatro hijas llamada Ruqaîah, Zaînab, Umm Kulzûm y la más importante Fátima (P). El Profeta, aún después de la muerte de su esposa la recordaba con bondad. Esta gran dama falleció a la edad de sesenta y cinco años, en el año décimo de Bi‘zat (año de la profecía).[15] El gran Profeta del Islam, contrario a la opinión de algunos escritores cristianos y otros que tomaban únicamente en cuenta sus propios intereses, como consecuencia de los diversos matrimonios que contrajo, lo tacharon de caprichoso. Él, después de la muerte de Jadîyah y a la edad adulta, decidió contraer matrimonio con algunas mujeres por determinadas razones adecuadas para su momento. El propósito principal de este acto fue:
Cuidar de las viudas con dignidad y cuidar de los huérfanos de éstas, tales como su matrimonio con Sûdah, Zaînab Bint Jazînah conocida como Ummul Masâqîn y Ummul Salmah.[16]
Objetar las costumbres erróneas de la era de la ignorancia, tales como su matrimonio con Zaînab Bint Yahish, que era hija de su tía paterna y que antes había contraído matrimonio con su hijo adoptivo Zaîd Ibn Hârizah, divorciándose luego ya que sus caracteres no eran compatibles. Es necesario aclarar que los árabes, según una costumbre de la era de la ignorancia, consideraban a los hijos postizos como sus hijos carnales.[17]
Liberar a los esclavos presos de guerra tales como su matrimonio con Yuwaîrah hija de Hâriz de la tribu de Banî Al Mustalaq. Ibn Hishâm dijo: Como resultado de este matrimonio cien familias de los Banî Mustalaq, que habían sido apresados en un enfrentamiento con el ejército islámico, pudieron obtener su libertad.[18]
Conseguir un ligamiento con las grandes tribus árabes, y mantener el equilibrio político dentro del gobierno islámico, como su matrimonio con ‘Âîshah, Hafsah, Umm Habîbah (hija de Abû Sufîân), con Safîah (hija de Haîâ Ibn Ajtab, jefe de la tribu de los Banî Nasîr) y con Maîmûnah de la tribu de Banî Majzûm.[19] Las esposas del Profeta, con excepción de ‘Âîshah, todas eran viudas cuando contrajo matrimonio con ellas, y la mayoría ya no eran jóvenes y habían perdido su frescura y únicamente contrajo matrimonio con ellas por bien del Islam.
Es conveniente que hablemos sobre la personalidad de Muhammad (BPD) antes de ser nombrado profeta. Según narraciones mencionadas, el ambiente de la sociedad es el que crea los fundamentos de los pensamientos de la gente, y la influencia mental y social se obtiene de las historias y relatos que el hombre escucha, y esto es lo que determina la personalidad positiva o negativa de éste. En la situación que reinaba en Arabia antes de la aparición del Islam, donde las ilusiones y supersticiones habían tomado el lugar de las mentes y la lógica, en donde el engreimiento y la enemistad eran herramientas para mostrarse superiores e inclusive en algunas ocasiones las tribus contaban a los muertos de sus panteones y los adherían al número de su población, lo cuál les otorgaba más poder.[20] Así también la sensualidad lasciva y la ingestión de vino era común para ellos.[21] Y llegaron hasta el grado que Amrû Al Qaîs describe en un pliego con insolencia y detalladamente en forma de prosa las relaciones diabólicas entre él y su prima ‘Anîzah[22], el cuál fue colgado como una de las mejores obras en las paredes de la Ka’bah. En una sociedad como la descrita, el Mensajero del Islam no sólo no se dejó llevar por la corrupción sino que caminó en contra de las costumbres pecadoras y politeístas de la sociedad.[23]
‘Ammâr Îâsir relata: Antes del año de B‘izat (el año de la profecía) el Profeta y yo nos dedicábamos a pastorear. Un día acordamos llevar a las ovejas a un lugar llamado “Faj”. Al siguiente día a pesar de que Ahmad (BPD) había llegado antes que yo al lugar convenido, empero no dejaba pastar a sus ovejas, y cuando le pregunté la causa de su conducta, me respondió: “Ya que te había prometido estar contigo, no quería que mis ovejas comenzaran a pastar antes que las tuyas”.[24] (Cabe destacar que Ammar en ese momento era un esclavo - N del E)
La colocación de la Piedra Negra (o Hayyarul Aswad) por medio de los jefes de las diferentes tribus y el dictamen equitativo del Profeta en este caso, es también una muestra de la personalidad exclusiva y magna de él entre la sociedad árabe antes del año de la profecía.[25]
Antes del año de Bi‘zat, el Mensajero del Islam se dirigía hacia el monte de Hirâ para orar en un ambiente tranquilo y observar los signos de la grandeza de la creación.[26] Hasta que un día el Arcángel Gabriel se le apareció y lo invitó tres veces a que leyera[27], y fue así como Muhammad (BPD) se contactó con el otro mundo, con el mundo celestial, y con entera tranquilidad que sentía dentro de sí mismo, se preparó para difundir el mensaje Divino. Lo que le fue manifestado al Mensajero de Dios fue por medio de una revelación Divina, que a veces se llevaba a cabo por medio del Arcángel Gabriel y en otras sin intermediario. Pero por desgracia el número de orientalistas mal intencionados dicen: “Muhammad (BPD) en la cueva de Hirâ aprendía la Biblia y la Tora y se regocijaba al ver las creaciones maravillosas de este mundo”.[28]
En otras palabras, este grupo imagina que el gran Mensajero del Islam extrajo esta nueva religión de una comparación realizada entre el Antiguo y Nuevo Testamento. En respuesta a estos escritores debemos decir:
Primero: Entre el significado y las frases del Corán y la Biblia o la Torá existen diferencias fundamentales.
Segundo: El bello y fascinante texto del Corán no puede ser producto de la mente de un hombre, mientras que los Libros de la Torá y la Biblia, carecen de estas características. Por lo tanto es una calumnia injusta el que digan que el Corán fue extraído de esos Libros.
Tercero: La prueba de estos orientalistas no es confiable y únicamente es la opinión degradante de un grupo de padres de la iglesia.
Cuarto: ¿Por qué aquellos que aseguran que el Corán fue el escrito, resultado de la lectura y comparación con la Torá y la Biblia, nunca pudieron valerse del Antiguo y Nuevo Testamento para ratificar sus palabras en contra del Libro Sagrado de los musulmanes?
Quinto: Según todos los musulmanes y todos los observadores imparciales, el Mensajero del Islam no estudió y era iletrado (es decir, nunca recibió educación de ningún maestro ni sabía leer o escribir, por lo que es imposible que en sus retiros se dedicara a leer la Biblia y no hay ningún registro histórico sobre la presencia de un maestro que le enseñara en la gruta de la montaña).[29]
Ese día Jadîyah esperó ansiosa durante horas a Muhammad (BPD). Ella había escuchado de su esclavo Meîsarah que un sacerdote cristiano en Shâm había dicho respecto a su esposo: “Él será el Profeta de la gente”.[30] Así también los clérigos judíos y cristianos habían anunciado su llegada. Ese día el Profeta regresó más tarde de lo acostumbrado a su casa, y cuando Jadîyah escuchó de Muhammad (BPD) que el Ángel de la Revelación se le había aparecido se puso en contacto con el sabio cristiano llamado Waraqat Ibn Nûfil, quién le respondió: “¡Juro por Dios que él es el gran Honorable (el Arcángel Gabriel)! El mismo que se le aparecía a Moisés (P). Sin duda él será el Profeta de esta gente”.[31]
Después de que Jadîyah escuchó estas palabras, fue la primera entre las mujeres que tuvo el honor de convertir su fe a la de Muhammad (BPD).
‘Alî (P) que como consecuencia de la carestía y problemas económicos por los que atravesaba su padre Abu Tâlib[32] vivía en ese entonces en casa de Muhammad (BPD). Así recibió la educación del Mensajero de Dios, quién fue para él como un padre benévolo. Él desde cerca pudo concebir la veracidad y pureza de Muhammad (BPD), y con su gran inteligencia, sagacidad y completa madurez, a la edad de los diez años aceptó la misión profética de éste siendo así como se adelantó al resto de los hombres de la sociedad de su época “Los primeros son los primeros… Éstos son acercados (A Al.lah) (Al Wâqi‘ah, 56:10-11)”.[33]
Después del año de la profecía, el Mensajero del Islam invitó a la gente en forma oculta ya que la situación que reinaba en Arabia no estaba preparada para aceptar la nueva religión. El Profeta acompañado por ‘Alî (P) y Jadîyah repetidas veces en la Casa de Dios en La Meca, así como en Mina, ante una gran cantidad de idólatras llevó a cabo la oración, iniciando desde ahí su lucha en contra de los oponentes.[34]
Después de un tiempo el Profeta fue comisionado para invitar abiertamente a sus familiares cercanos: “Y advierte a tus parientes más cercanos” (Ash Shu‘arâ’, 26:214). La comida que era suficiente para saciar a una persona por un milagro Divino pudo saciar a cuarenta personas que habían sido invitadas. Sin embargo Abû Lahab (tío del Profeta) al final de la reunión tachó a este “milagro” de magia y hechizo. Es claro que por medio de la magia los hombres no pueden satisfacer su apetito. De cualquier forma, una vez más invitó a sus familiares y el Profeta al final de la reunión, y para cumplir su misión anunció públicamente: “¡Aquel que acepte mi invitación será mi sucesor y heredero entre ustedes!” Esta frase la repitió tres veces, no obstante fuera de ‘Alî (P) ningún otro se levantó; él aceptó las tres invitaciones del Profeta. Entonces Muhammad (BPD) como agradecimiento dijo a sus parientes: “¡Él es mi hermano, mi heredero y sucesor entre ustedes! ¡Escuchen sus palabras y obedézcanlo!”[35]
Ya que la religión del Islam es la religión de todo el mundo y para todos, después de tres años el Profeta hizo pública su invitación. Él, desde lo alto del Monte Safà a pesar de la oposición de Abû Lahab[36], invitó a la gente a la religión monoteísta. Los indigentes y oprimidos que andaban en busca de alguien que actuara con justicia, ya cansados por las iniquidades que reinaban en la sociedad, las palabras del Profeta fueron como una luz de esperanza en sus corazones agotados, por lo que aceptaron su invitación. Por otro lado los de Quraîsh al ver en peligro sus intereses personales, trataron de detener la revolución que había iniciado el Profeta por diferentes caminos. Ellos en un principio pidieron a Abû Tâlib que aconsejara a su sobrino que dejara de ofender a sus ancestros e ídolos, de lo contrario lucharían en su contra. No obstante cuando Abû Tâlib puso a Muhammad (BPD) al tanto de las peticiones de los idólatras, este excelente hombre se negó rotundamente a dejar a un lado su propósito Divino. Abû Tâlib al ver su insistencia y decisión juró que siempre lo respaldaría.[37]
Después de que la intervención de Abû Tâlib no dio resultado y de que Muhammad (BPD) rechazó la garantía que le habían ofrecido los idólatras, éstos decidieron iniciar una fuerte lucha en su contra.[38]
La ignorancia y el carecer de un desarrollo mental de la gente que imaginaba que los ídolos pulidos por sus propias manos eran el orgullo de sus antepasados, así como el que la nueva religión discrepaba con las conveniencias de la jerarquía de los de Quraîsh que explotaban a los esclavos, provocó que el grupo principal de los opositores tales como Abû Yahl, Abû Sufîân, Abû Lahab, ‘Âs Ibn Wâ’il, Aswâd Ibn ‘Abdîqûz, ‘Atabah, Shaîbah, Walîd Ibn Mugaîarah y ‘Aqabah Ibn Abî Mu‘ît, utilizaran medios y herramientas de guerra indecorosos para terminar con él. Un ejemplo de las reacciones en contra del Profeta por parte de Quraîsh para evitar que avanzara fueron: el levantamiento de falsas pruebas en su contra, molestias corporales, insolentes injurias, lucha psicológica y presiones económicas.
El echar basura sobre la cabeza del Profeta[39], ensangrentar y herir su santo pie[40], así como torturar a sus fieles seguidores tales como Bilâl Habashî[41], la privación de cualquier transacción económica o el casarse con los musulmanes, tachar al Profeta de hechicero y mentiroso, todo esto fue únicamente para destruir el espíritu perseverante que tenían los musulmanes. Sin embargo los integrantes del núcleo de la resistencia que seguían al Mensajero del Islam, soportaron todas las torturas ofreciendo sus vidas para que subsistieran su fe y creencias.
Consideramos pertinente mencionar aquí un punto, y esto es destacar el avance del Islam en los trece años de aguante ante las puntas de las lanzas y presiones del enemigo, así como las torturas y martirios de la edad media. Por lo tanto esa frase de que “el Islam avanzó a fuerza de la espada” no es más que un embuste.
El sabotaje durante trece años en La Meca por parte de los oponentes, provocó que el Profeta cambiara su centro de actividades a una región más propia y tranquila. Los preparativos para este acto se llevaron a cabo con la entrevista mantenida con un grupo de la gente de Jazray en la ceremonia de la peregrinación. Y Musa‘ab Ibn ‘Umaîr fue enviado como propagador del Islam hacia Îazrib (Medina actual). El informe de Musa‘ab respecto a la animosidad y preparación de la gente de Îazrib para aceptar el Islam, y la entrevista nocturna de un grupo de esa ciudad en un lugar llamado ‘Aqabah donde se reunieron con el Mensajero del Islam en secreto, pudo programar los preparativos para la emigración. Por una parte los jefes de la tribu de Quraîsh se reunieron en el Dârun-Nudûah -lugar destinado para discutir los asuntos políticos de la comunidad- para neutralizar los planes del Profeta, proyectando un plan diabólico. Ellos habían decidido atacar repentinamente y por la noche al Profeta, y matarlo cuando se encontraba dormido.702 Empero el Arcángel Gabriel puso a Muhammad (BPD) al tanto de los propósitos del enemigo y aprovechando la oscuridad de la noche salió de La Meca.[42]
El Profeta antes de emigrar mandó en busca de su primo ‘Alî (P), le reveló lo que le había sido ordenado y le pidió que regresara a sus dueños los depósitos que le habían confiado. Entonces el Amir de los Creyentes ‘Alî (P) durmió esa noche en el lecho del Profeta y expuso su vida para satisfacer a Dios.[43] El suceso de Laîlatul Mabiîat o Laîlatul Gâr fueron uno de los actos especiales y puros de ‘Alî (P) que Dios homenajea en el Sagrado Corán[44]: “Y de los hombres es aquel que se vende para buscar el placer de Al.lah. Y Al.lah es Compasivo con los siervos” (Al Baqarah, 2:207). Había transcurrido parte de la noche que el Profeta pronunciando unas aleyas del Sura “Ya-Sîn”, salió de la casa, dirigiéndose por los caminos apartados hacia la cueva de Zûr que se encuentra en las afueras de la ciudad de La Meca, y después de tres días de permanecer ahí, el noveno día de Rabî‘ul-Aûûal, continuaron su camino hacia la ciudad de Îazrib.[45]
Relatan que uno de los mecanos llamado Sarâqah Ibn Mâlik, que seguía de cerca el rastro del Profeta con la intención de atraparlo, después de la tercera vez que las patas de su caballo se falsearon, entendió que había tomado un camino equivocado, y arrepentido regresó.[46]
El duodécimo día del mes de Rabî‘ul-Aûûal del año décimo tercero de la profecía, el Mensajero de Dios llegó al pueblo de Qubâ, que se encuentra en las cercanías de Medina, en donde descansó varios días después de un pesado viaje[47]; y cuando Abû Bakr insistió en que continuaran su viaje hacia Îazrib, él se negó y dijo: “¡Abû Bakr! ‘Alî (P) es el mejor de mi familia, mi primo y mi hermano. No me moveré de aquí hasta que se incorpore a nosotros”.[48]
Cuando ‘Alî (P) llegó a Qubâ, como consecuencia de las heridas de sus pies que estaban tan lastimados al grado que no tenían ni fuerzas para sostenerlo, el Mensajero lo tomó con bondad entre sus brazos y untó un poco de su saliva sobre los pies hinchados de ‘Alî (P) para que pudiesen continuar juntos el camino.[49]
El Profeta entró a la ciudad de Îazrib el día viernes catorce o quince de ese mismo mes. Los îazribitas no cabían en sí de la alegría que experimentaban sus corazones.[50] Y desde ese entonces esta ciudad fue conocida como “Madinat An-Nabî” o sea la ciudad del Profeta.
Lo primero que el Profeta estableció en Medina fue la creación de la “fraternidad islámica”, siendo esta la mejor frase que demuestra la unidad y armonía de sus corazones entre los muhayirî[51] y ansâr[52]. Respecto a éste convenio de hermandad en el cuál cada dos personas hacían un contrato de unión, el Mensajero del Islam escogió a ‘Alî (P) como su hermano en este mundo y la otra vida.[53]
El Islam se fundamenta sobre los pilares de la justicia, armonía y amistad, con una vida pacífica. Un ejemplo de esto es la proposición de paz por parte de los enemigos y las tribus judías en el primer año de la emigración, propuesta que fue aceptada por el Profeta.
El Islam contrario a la religión de la Antigua Roma, a la de los judíos y a la de los nazistas, no se limita al racismo ni tampoco al nacionalismo de castas. Y contrario a los conquistadores, no pretende llevar a su ejercito a diversos puntos del mundo para derrocar a un gobierno o hacerse propietario de sus tierras. Sino que en donde considera obligatorio hacer yihâd –lucha santa- lo hace, únicamente con el fin de salvar a los indigentes y hacer llegar el mensaje Divino del Sagrado Corán, así como terminar con las conspiraciones y presentar a la gente las enseñanzas del Islam respecto a como vivir. Indudablemente para dar a conocer a todo el mundo esta nueva religión y salvar a los pobres, debía quitar del camino de la gente los numerosos obstáculos y malos elementos, para que la comunicación entre los musulmanes y demás gente pudiese llevarse de la mejor forma posible. El Sagrado Corán hace mención clara de esto en una de sus aleyas[54].
Por medio de una meditación minuciosa en la historia de los comienzos del Islam se despejará que esta religión no avanzó a fuerza de espada, y la resistencia militar únicamente fue para ayudar a los necesitados y podar las hierbas malas de los sediciosos que se habían expandido dentro la sociedad. Como ejemplo somos testigos que los musulmanes al pelear en contra de aquellos que seguían un Libro, no los obligaban a aceptar el Islam. Otro ejemplo es el contrato de paz de Hudaîbîîah donde el Profeta se comprometió a rechazar y entregar al Quraîsh a aquel incrédulo que escapase de La Meca y se adhiriese al Islam, y de hecho así lo hizo.[55] Así también pudo haber solicitado a los incrédulos de Quraîsh que si algún musulmán renunciaba al Islam y se refugiaba en La Meca fuese regresado a Medina, pero se rehusó. Un tercer ejemplo fue la conquista de La Meca, en donde el Mensajero de Dios dejó al criterio de los quraîshitas la conversión al Islam, mientras se encontraron bajo la protección del Profeta. Como ejemplo Safûân Ibn Umaîîah, después de la conquista de la ciudad de La Meca, escapó hacia la ciudad de Yaddah y desde ahí solicitó al Profeta que le otorgara su protección mientras meditaba en la religión del Islam. Muhammad (BPD) le envió su turbante siendo éste señal de aceptación a su petición, y le concedió cuatro meses de plazo. Relatan que cuando era aún incrédulo Safûân acompañó al Profeta a Hanîn y Tâ’if, y finalmente por propia convicción se convirtió en musulmán.[56]
El Dr. Gustave Le Bon, psicólogo social y escritor francés, registra: “El avance del Islam fue muy fácil, simple y asombroso. A cualquier región que llegaron los musulmanes, el Islam se estableció para siempre en ese lugar”. [57]
Un escritor cristiano manifiesta: “La expansión del Islam por medio de intercambios económicos, comerciales y culturales fuera de las fronteras islámicas, fue mucho más que el realizado por medio de las conquistas militares”.[58]
Los motivos de las guerras que llevó a cabo el Profeta que fueron la propagación de las creencias islámicas y la justicia social, se vieron siempre acosados por el desacuerdo de los enemigos –aquellos cuyos intereses estaban en peligro-, y es claro que para poder mantener una relación cercana con la gente debían eliminar todos los agentes obstaculizadores que le prohibían continuar su misión. Empero para justificar este movimiento correcto del Profeta, las instituciones cristianas en lugar de informar correctamente a la gente, tergiversaron las noticias anunciando con esto un terrible número de guerras realizadas por el Profeta y queriendo presentar al Islam como un movimiento en contra de la humanidad y de la religión. Ellos olvidaron los juzgados de las investigaciones de creencias hechas por ellos mismos, así como las cruzadas donde millones de gente inocente fue muerta, siendo estos documentos y testimonios claros de las matanzas infames de los jefes de la iglesia.
Para despejar las mentiras vanas de los enemigos, a continuación hacemos mención de un número de guerras importantes realizadas por el Profeta, así como la causa de su iniciación y el número de muertos en cada una de éstas:
1. Batalla de Badr.
Después de que el Profeta emigró hacia Medina, los musulmanes desamparados continuaban siendo molestados por los incrédulos de La Meca; y por otro lado, cualquier tránsito de víveres hacia Medina, era controlado minuciosamente por los enemigos, al grado que los habitantes de Medina para abastecerse de provisiones se vieron obligados a ir hasta las playas del Mar Rojo.[59]
Por otra parte Abû Yahl también amenazó al Mensajero de Dios con un ataque militar.[60] En una situación como tal el Profeta del Islam, el segundo año de la Hégira, para proteger el derecho de los musulmanes así como frustrar los planes siniestros del enemigo se dirigió hacia los pozos de un lugar llamado Badr en donde se enfrentó con el ejército de Quraîsh. A pesar de que el ejército del enemigo triplicaba en número al de los musulmanes, al fin fue derrotado por la verdadera fe y ayuda de Dios.[61]
2. Batalla de Uhud.
El año tercero de la Hégira, Quraîsh para vengar la sangre de un grupo de incrédulos que había sido muerto en la guerra de Badr, dirigió su ejército hacia Medina. Esta guerra no terminó a favor de los musulmanes, ya que un grupo de ellos desobedecieron las órdenes dadas por el Profeta.[62]
3. Batalla de los Confederados o la Zanja.
En el quinto año de la Hégira, un grupo de judíos de Banî An Nadîr, instigó a los incrédulos del Quraîsh en contra de los musulmanes. El enemigo en La Meca aprovechando la oportunidad preparó un gran ejército compuesto de diez mil combatientes y rodeo la ciudad de Medina.
En esta guerra, como resultado de un plan de los musulmanes y la zanja que cavaron alrededor de la ciudad, así como la muerte del jefe de los enemigos por manos de ‘Alî (P), el Amir de los Creyentes, el enemigo no pudo lograr su objetivo, y se vio obligado a retroceder.[63]
4. Batalla de Quraîzhah.
Los Banî Quraîzhah eran un grupo de judíos que vivían en las afueras de Medina, quienes habían roto el tratado de paz firmado con el Enviado de Dios y en la guerra de la Zanja este grupo de judíos ayudó al Quraîsh.[64]
El año quinto de la Hégira cuando la guerra de la Zanja llegó a su fin, el Mensajero ordenó que el ejército se dirigiese hacia Banî Quraîzhah. Los judíos fueron sitiados por los musulmanes, cediendo después de transcurridos veinticinco días. Con el dictamen de Sa‘ad Ibn Ma‘âd, y la petición de la tribu de Aûs, él ordenó que mataran a los guerreros, se repartiesen sus bienes y tomasen prisioneras a sus esposas.[65]
5. Batalla de Banî Al Mustalaq.
Los Banî Al Mustalaq eran un grupo de la tribu de Jazâ‘ah, que habían incitado repetidas veces a la gente en contra de los musulmanes. En el año sexto de la Hégira, el Profeta se enfrentó con este grupo en un lugar llamado Marîsî‘para dar fin a las intrigas de éstos. Esta batalla terminó a favor del Islam.[66]
6. Batalla de Jaîbar.
Las fortalezas de Jaîbar se habían convertido en un lugar seguro para las intrigas de los judíos en contra de los musulmanes, así como para mantener relaciones militares y económicas con los idólatras.
El octavo año de la Hégira, el ejército islámico por orden del Profeta del Islam se dirigió hacia el nido principal de la corrupción e idolatría. Los judíos después de resistir por un tiempo se rindieron ante la fuerza de decisión de los musulmanes. [67]
7. Batalla de Mûtah.
En el octavo año después de la Hégira, el gran Profeta envió a Hâriz Ibn ‘Umaîr con una carta al gobernador de Basrâ –región en Siria-¸ no obstante cuando llegó el emisario del Profeta a Mûtah fue asesinado. Obedeciendo las órdenes dadas por el Mensajero de Dios, los musulmanes se dirigieron hacia el enemigo y finalmente se enfrentaron con el ejército del emperador romano Heracles, compuesto por cien mil soldados, en un lugar llamado Mûtah donde sostuvieron una fuerte batalla. El ejército del Islam en este enfrentamiento no pudo resistir ante el ataque de los idólatras, y se vio obligado a retroceder hacia Medina. En este encuentro fueron martirizados tres comandantes del ejército islámico llamados Zaîd Ibn Hârizah, Ya’far Ibn Abî Tâlib y Abdul.lah Ibn Ravâhah.[68]
8. Conquista de La Meca.
El Quraîsh según una cláusulas del tratado de Hudaîbîîah, había convenido no acometer ni tampoco invadir a los musulmanes, sin embargo rompió el convenio al auxiliar a la tribu de Banî Bakr, y con la ayuda de éstos atacaron a la tribu de Jazâ‘ah que sostenía un pacto con los musulmanes. El Profeta para terminar con las intrusiones de los quraîshitas fraguó un plan perfecto, entró a la ciudad y la puso bajo su control. Sin embargo, contrario a las costumbres del victorioso en ese entonces, no mandó matar a todos los presos en especial a aquellos que se le oponían, sino que según el sermón histórico, los puso a todos en libertad.[69]
En la conquista de La Meca el Profeta ordenó a los musulmanes que pelearan únicamente para defender sus vidas y les advirtió que únicamente la sangre de ocho hombres y cuatro mujeres debía ser derramada. De este número exclusivamente fueron muertos cuatro personas y el único enfrentamiento que sucedió fue entre un grupo pequeño de idólatras que estaban comandados por ‘Akramah Ibn Abî Yahl y el ejército de Jâlid.[70]
9. Hunaîn y Tâ’if.
La tribu de Haûâzan se encontraba preparando un ejército para luchar en contra de los musulmanes, cuando el Profeta se enteró de sus planes, entonces se dirigió hacia éstos acompañado por un ejército de doce mil soldados. Fue en el valle de Hunaîn donde se enfrentaron los dos ejércitos, terminando este a favor de los musulmanes.[71] Al finalizar la batalla, el Profeta acompañado de su ejército, se dirigió hacia Tâ‘if, para terminar con la tribu cómplice de los Haûâzan, o sea la tribu de Zaqîf. Sin embargo después de un tiempo de haber sitiado las fortalezas, desistiendo de la idea de conquistarlos y regresaron a La Meca.[72]
El número de muertos en las guerras sucedidas en la época del Profeta que a continuación mencionamos, muestra cantidades insignificantes que nunca pueden ser comparadas con otras guerras, o con las guerras religiosas y las cruzadas de los cristianos, y cualquier árbitro justo aceptará que las razones de las batallas realizadas por el Profeta del Islam no fueron con el propósito de conquistar más tierras, tomar venganza del enemigo o pedir más de lo que le correspondía; sino que únicamente el principal y único objetivo de este gran hombre fue defender las fronteras del Islam y la exaltación de la palabra “Al.lah”, así como proteger la independencia de los musulmanes y evitar las invasiones de aquellos que rompían los tratados.
a) Los muertos en la batalla de Badr:
Târîj Al Jamîs, Sîrah Ibn Hishâm, Tabaqât, Bihâr y Târîj Tabarî registran ochenta y cuatro muertos; Târîj Ia‘qûbî registra ochenta y seis muertos.
b) Los muertos en la batalla de Uhud:
Târîj Tabarî – setenta; Târîj Ia‘qubî – noventa: Sîrah Ibn Hishâm – noventa y dos; Târîj Al Jamîs – noventa y tres; Tabaqât y Bihâr ul Anwâr – ciento nueve muertos.
c) Los muertos en la batalla de los Confederados:
Târîj Al Jamîs, Sîrah Ibn Hishâm, Bihâr ul Anwâr y Târîj Tabarî – nueve; Tabaqât – once; Târîj Ia‘qubî – catorce.
d) Los muertos en la batalla de Banî Quraîzdah:
Tabaqât – setecientos; Târîj Ia‘qubî – setecientos cincuenta; Târîj Al Jamîs – ochocientos; Sîrah Ibn Hishâm y Târîj Tabarî – ochocientos cincuenta; Bihâr ul Anwâr – novecientos.
e) Los muertos en la batalla de Banî Al Mustalaq:
Tabaqât y Bihâr ul Anwâr – diez; Târîj Al Jamîs – doce.
f) Los muertos en la batalla de Jaîbar:
Târîj Tabarî – tres; Sîrah Ibn Hishâm – veinte y tres; Târîj Al Jamîs – treinta y dos; Tabaqât – noventa y ocho.
g) Los muertos en la batalla de Mûtah:
Târîj Tabarî – tres; Sîrah Ibn Hishâm y Tabaqât – trece; Târîj Al Jamîs – veintiún muertos.
h) Los muertos en la conquista de La Meca:
Sîrah Ibn Hishâm – veinte; Târîj Tabarî – veintiuno; Tabaqât – treinta y tres; Târîj Al Jamîs – treinta y nueve.
i) Los muertos en la batalla de Hunaîn y Tâ’if:
Târîj Tabarî – ochenta y cinco; Tabaqât – ochenta y siete; Târîj Al Jamîs – noventa y seis; Sîrah Ibn Hishâm – ciento uno; Bihâr ul Anwâr – ciento doce.
j) Otras batallas:
En las cuales participó directamente el Profeta, y otras en las cuales únicamente envió a su ejercito: Tabaqât - ciento diecinueve; Sîrah Ibn Hishâm - ciento veintidós; Târîj Tabarî - doscientos diez; Târîj Al Jamîs - doscientos cincuenta; Bihâr ul Anwâr - trescientos treinta y tres.
La religión del Islam, como una religión eterna que tomó en cuenta todos los aspectos de la vida, puede ser una respuesta sutil para todas las necesidades materiales y espirituales del ser humano de todas las épocas. Las causas de estas pretensiones pueden ser encontradas en las cuatro siguientes observaciones:
1. La armonía del Islam con la naturaleza de los hombres y el que puede responder a todas necesidades dentro de sus leyes religiosas.
2. El progreso sin límites del Islam respecto a la época o lugar específico, de tal forma que con cualquier cambio o progreso es aplicable y adaptable.
3. La existencia de leyes especiales para circunstancias excepcionales, y planes para aquello que no se puede prevenir, tal y como la ley de lâ Jaray – o sea cuando se ve obligado por las circunstancias muy difíciles; la ley de lâ Darar – cuando alguien se ve dañado, y la ley de Istirâr – o apremio, para las necesidades.
4. El Islam en comparación a las otras religiones otorga una visión más amplia y mayor campo de acción en las cuestiones legales, económicas, militares y otras.
En innumerables aleyas y narraciones está registrado el tema de que el Profeta es el último Enviado de Dios, así también está registrado respecto a la perfección del Islam:
1. “Y las palabras de tu Señor contienen veracidad y justicia completa. No hay nadie que pueda cambiar Sus palabras; y Él es el Oyente, el Conocedor” (Al ’An‘âm, 6:115).[73]
2. “Muhammad no es el padre de ninguno de vuestros hombres, sino que es el Mensajero de Al.lah y el sello de los Profetas” (Al Ahzâb, 33:40).[74]
3. “Es cierto que esta Recitación (el Corán) guía a la vía mas recta…” (Al Isrâ’, 17:9).
4. El Mensajero del Islam: “Después de mí, no vendrá enviado ni religión alguna”.[75]
5. Imâm Ridâ (P): “La religión de Muhammad (BPD) no cambiará hasta el Día de la Resurrección, y después de él no vendrá enviado alguno”.[76]
La última peregrinación del Profeta fue hecha el décimo año de la Hégira, empero aún el peso de la gran e importante misión yacía sobre sus hombres. La gente regresaba a sus hogares después de haber realizado los rituales de Hayy (peregrinación), cuando repentinamente resonó la voz de los voceros del Profeta dando la orden de que las caravanas se detuviesen. Farîd Waydî registró la cifra de noventa mil peregrinos ese año.[77] Algunos otros han registrado hasta ciento veinticuatro mil peregrinos.[78] Sin embargo el Profeta había sido comisionado para anunciar un mensaje, que en caso de que no lo hiciese ¡no habría cumplido con su cometido! “¡Oh, Enviado! ¡Comunica la Revelación que has recibido de tu Señor, que, si no lo haces, no comunicarás Su mensaje! Dios te protegerá de los hombres” (Al Mâ’idah, 5:67)
Esta revelación oficial fue únicamente para anunciar el califato y guía de ‘Alî (P) después del Enviado de Dios. En un lugar llamado Gadîr Jum el Mensajero del Islam levantó la mano de ‘Alî (P) y preguntó a la gente: “¿Quién entre los creyentes es más digno y meritorio?” La gente respondió: “¡Dios y su Enviado son los más conocedores!”
Entonces el Profeta dijo: “Dios es mi Amo y yo el de los creyentes. Yo soy el más merecedor entre ellos –a continuación, sin pausar tres veces manifestó:- Para aquellos que soy su dirigente y fui designado su tutor y protector, ‘Alî (P) después de mí ocupa esa misma jerarquía ‑Man konto Maûlâtun fa hâdhâ ‘Alîîun Maûlâhu”. Luego pidió a la gente que hiciese llegar este mensaje a los que se encuentran ausentes.
Inmediatamente después de este tan importante suceso, fue revelada la siguiente aleya respecto a ‘Alî (P): “Hoy os he perfeccionado vuestra religión, he completado Mi gracia en vosotros y Me satisface que el Islam es vuestra religión” (Al Mâ’idah, 5:3).
El primero que felicitó a ‘Alî por su nombramiento “sucesor del califato”, fue Abû Bakr siguiéndole ‘Umar, quienes con la siguiente frase expresaron su aceptación: “Qué afortunado eres. ¡Oh, hijo de Abû Tâlib! Que has sido designado mi maestro así como maestro de cualquier creyente, ya sea hombre o mujer.”[79]
El escritor de la obra Al Gadîr estimó que el número de personas que narraron este relato supera a la cifra de ciento veinte mil.[80] Y los sabios de la Escuela Sunnî registraron en sus obras fiables a ciento diez mil narradores que escucharon de la boca del Mensajero de Dios este dicho.[81]
El tema de gran importancia en la narración de Al-Gadîr es la interpretación del vocablo “Maûlâ” y “Walî” que la Escuela Shî‘ah lo interpreta como “sucesor y guardián”, y las demás interpretaciones y explicaciones no las considera al nivel de la narración, ya que:
Primero: El Profeta siempre temió anunciar la sucesión de ‘Alî (P), y hasta que no le fue dada la orden Divina de que en ese preciso momento lo anunciara, evitó hacerlo. Si únicamente el propósito del Profeta hubiese sido anunciar su amistad con ‘Alî (P) no hubiese temido y no hubiese causado la dispersión entre la sociedad islámica. Entonces el asunto es mucho más importante, o sea que se refería a la “sucesión” y “gobierno absoluto” de ‘Alî (P) que al poner en peligro los intereses de los hipócritas, embusteros e interesados, éstos lo mal interpretaron.
Segundo: Antes de que el Profeta anunciara a la gente que el elegido entre ellos para ocupar el lugar de protector y gobernador era ‘Alî (P), los hizo concientes y los hizo confesar que él era el elegido entre ellos y ocupaba el lugar de protector y gobernador; entonces después de la aceptación de toda la gente pronunció la frase: “Man konto Maûlâtun fa hâdhâ ‘Alîîun Maûlâhû…”.
Tercero: Hisân Ibn Zâbit, contando con la autorización de Muhammad (BPD) compuso un poema respecto al gobierno y sucesión de ‘Alî (P), y ninguno de los que ese día se encontraban presentes en Al Gadîr reclamó al compositor que hubiese mal entendido la palabra “Maûlâ” como dirigente y gobernador A continuación nos permitimos mencionar unas cuantas líneas de este:
Después de que el Mensajero de Al.lah hizo testificar a la gente de ser él su tutor y director religioso y divino, dijo a ‘Alî (P): ‑ ¡Levántate! ¡Oh ‘Alî (P)! Que estoy satisfecho, y tú serás el Imâm y líder después de mí. Pues aquél que me acepte como su Maûlâ y califa deberá aceptar a ‘Alî (P). Entonces todos serán verdaderos e íntimos seguidores de ‘Alî (P).[82]
Cuarto: Cuando terminó la ceremonia de Al Gadîr y el nombramiento ‘Alî (P) como sucesor, el Profeta acompañado de su primo se sentó en su tienda y ordenó a todos los musulmanes, inclusive a sus esposas, que felicitaran a ‘Alî (P) e hicieran el juramento de fidelidad con él.[83] Es evidente que esta ceremonia fue únicamente para dejar claro el asunto del imâmato y la sucesión.
Quinto: El Profeta dokp dos veces: “¡Hanni’ûnî! ¡Hanni’ûnî! -o sea ¡Felicitadme!- ya que Dios, el Altísimo, me asignó a mí el “nabâwat” (la profecía), y a mi familia el “imâmat” (el liderazgo).[84]
Al igual que la humanidad necesita de un profeta para llegar a la perfección y evitar cualquier desvío, así también ante la ausencia de éste necesita de un Imâm y sucesor. En otras palabras el tema del imâmato y liderazgo son la continuación y perfección del fundamento principal el “nabâwat” o profecía; o sea que para alejarse del pecado y evitar cualquier equivocación, así como por muchas otras causas desconocidas, no puede seguirse completamente a un hombre que no haya sido enviado por Dios. Es por ello que siempre debe haber una relación celestial entre el mundo humano y el mundo Divino. El Mensajero del Islam sabía mejor que cualquier otro de esta orden tan importante, y a lo largo de su vida anunció repetidas veces la cuestión del gobierno y sucesión después de él y según su criterio, la persona más idónea para ocupar este puesto y dirigir a los musulmanes, era ‘Alî Ibn Abî Tâlib y nadie más. Esta causa puede apreciarse claramente en los siguientes ejemplos:
a) Al inicio de su invitación al Islam el Profeta dijo a su familia cercana: “‘Alî será mi albacea y mi sucesor entre vosotros, y deberán obedecerlo”.[85]
b) Los eruditos de las dos Escuelas (Shî‘ah y Sunnî) han mencionado repetidas veces en sus reconocidas obras que el Profeta en las reuniones generales, manifestó: “Dejo entre vosotros dos joyas muy valiosas en depósito, en caso de que las obedezcáis nunca seréis de los extraviados: una, el Sagrado Corán, el Libro de Dios y la otra, mi ‘Itrat y Ahlul Baît. Tengan cuidado de no tomar distancia de ellos, ni tampoco os adelantéis a ellos, que en ese caso seréis de los extraviados”.[86]
c) Ahmad Ibn Hanbal, que es uno de los sabios de la escuela Sunnî, registró: ‑El Mensajero de Dios dijo a su primo ‘Alî (P): “Tú después de mí, de mi parte serás el dirigente de cualquier creyente”.[87]
d) El anuncio del gobierno de ‘Alî (P) el día de Gadîr Jum que es una de las narraciones fiables y en el primer tomo de la obra Al Gadîr se explica ampliamente este asunto.
e) Existen numerosas narraciones y tradiciones en las cuales se menciona que el Mensajero de Dios dijo: “Mis sucesores son del linaje de Quraîsh y son doce”. Y en algunas de estas narraciones se mencionan las particularidades de los infalibles Imâmes así como sus santos nombres.[88]
Un grupo de la Escuela Sunnî sostiene que el liderazgo y califato no puede ser por medio de “nas” (palabra del Sagrado Corán que tiene únicamente un significado) o “wah” (revelación), sino que es un asunto que debe ser elegido por medio de una asamblea y por mayoría de votos. Como respuesta a este grupo debemos decir:
Primero: El imâmato (liderazgo) es la continuación y complemento original de la profecía, y así como la profecía no se lleva a cabo por medio de elección, el imâmato por ese medio tampoco será correcto.
Segundo: La asamblea se efectuará en caso de que no haya sido anunciado en el Sagrado Corán (nas), ordenado por Dios (wah) o directamente por el Profeta.
Tercero: Si un asunto tan vital y decisivo en el futuro de la sociedad pudiese hacerse por medio de la asamblea, sin duda sus particularidades y las condiciones de los elegidos como de los que eligen, hubiesen sido explicadas claramente por el Profeta; mientras que en la historia leemos que cuando los Banî ‘Âmir dijeron al Profeta: “Haremos el juramento de fidelidad contigo con la condición de que Dios te haga victorioso sobre tus enemigos, el califa sucesor a ti será uno de los nuestros”. A lo cual el Profeta contestó: “El asunto del califato está en manos de Dios. Él lo coloca donde sea”.[89]
El día 28 del mes de Safar del onceavo año después de la Hégira, falleció el Mensajero de Dios vistiéndose de luto la ciudad de Medina. Empero, contrario a lo que esperaba el Ahl Baît (la familia) y los compañeros fieles del Profeta, un grupo –que codiciaba la directiva desobedeciendo las órdenes de su Profeta se separó del ejército de Usâmah y regresó buscando encontrar lo que envidiaba[90]- no dando importancia al entierro del cuerpo de este excelente hombre se reunió en Saqîfah de Banî Sâ‘idah. En un principio S‘ad Ibn ‘Ibâdah que era de los ansâr fue nombrado sucesor del Profeta, sin embargo Abû Bakr y ‘Umar basándose en la explicación de que los muhâyir por haber aceptado el Islam antes que los ansâr tenían preferencia, propusieron que el califa fuese de los muhâyir y el ministro de los ansâr. Empero como consecuencia de las diversas opiniones decidieron que cada uno escogiera a su califa. Por fin las palabras de Abû Bakr influyeron en los presentes. Esto sucedió cuando los demás muhâyir y ansâr se encontraban ausentes, mientras que ‘Umar y Abû Bakr se ofrecían mutuamente el califato del Mensajero de Dios. Entonces ‘Umar hizo el juramento de fidelidad con Abû Bakr dando de esta manera fin al espectáculo.[91]
El grupo que se oponían a aceptar que S‘ad Ibn ‘Ibâdah fuese elegido, imitando a ‘Umar juramentó fidelidad con Abû Bakr.[92] Otro grupo que se oponía a que éste fuese elegido, con la justificación de que no hay que oponerse a la decisión de la mayoría de los musulmanes, se vio obligado a realizar el juramento.[93] Entonces Abu Bakr, ‘Umar y sus seguidores salieron de Saqîfah y se dirigieron hacia la Mezquita del Profeta. En el camino con cualquiera que se encontraban lo jalaban para que juramentara con Abû Bakr.[94]
Por otro lado los Banî Hâshim y los grandes personajes entre los muhayîr y ansâr, ignorando lo sucedido en Saqîfah al escuchar esta noticia quedaron atónitos y se negaron a imitarlos.[95] ‘Alî (P) para mostrar su desaprobación con Abû Bakr y ‘Umar, y como respuesta a Abû ‘Ubaîdah que decía: “Tú eres joven y no tienes experiencia en el califato”, dijo: “No trasladéis el gobierno islámico de la casa del Profeta a vuestras casas. ¡Juro por Dios, que esta jerarquía es nuestra! Ya que somos conocedores del Libro de Dios, Su religión y la tradición del Profeta, y poderosos para resolver los problemas de los musulmanes”.[96]
Abû Bakr también respondiendo a la objeción de ‘Alî (P) excusándose dijo: “¡Tienes razón! Es cierto que no consultamos contigo y pisoteamos tu derecho. ¡Pero temimos por la revuelta y confusión de la gente! Así fue que mientras Fátima Zahrâ (P) estuvo viva, ninguno de los Banî Hâshim hizo el juramento de fidelidad con Abû Bakr.[97]
Por lo tanto, con un complot desde antes fraguado, cuyas raíces se iniciaron desde antes del fallecimiento del Profeta, el grupo que en su alma había surgido la ambición de ocupar una jerarquía y obtener los placeres mundanales, contrario a las palabras claras y directas del Profeta, privaron de su derecho al Imâm justo con el pretexto de que era aún joven y carecía de experiencia, o por haber matado a los incrédulos e hipócritas en las guerras islámicas; y dejaron al olvido el mérito y la abstinencia de éste, así como su anticipación en el Islam, y las repetidas recomendaciones del Mensajero de Dios a su respecto. Y despojándolo de la alta jerarquía del gobierno Divino, ocasionaron para la nueva comunidad islámica división y confusión.
El Amir de los Creyentes, ‘Alî (P), para proteger la unión de la comunidad islámica, así como los elevados intereses de la religión monoteísta del Profeta, no reaccionó a fuerza de espada, sino que toleró; y nunca se sintió intranquilo para llegar a obtener una dirección aparente, a menos en los casos que pudiese reclamar a los opresores el derecho de otros y de esta forma regresarlo a su dueño, y gobernar a la sociedad sobre el eje de la abstinencia y bondad, siendo ésta la causa por la que no quiso utilizar cualquier herramienta prohibida por el Islam para llegar a tomar las riendas del gobierno. Éste inteligente Imâm, en respuesta a Abû Sufîân que decía: “¡Dame tu mano para que haga el juramento de fidelidad contigo! Si quieres ¡llenaré Medina de guerreros montados y a pie!” Muy perspicazmente y por sus propósitos santos y divinos, rechazó la proposición y le respondió: “¡Juro por Dios que tú no quieres el bien del Islam y en tu mente no buscas otra cosa más que corrupción!”[98]
Eternos saludos de Dios sean para él, para sus descendientes puros y presionados.
* * *
661 Târîj Will Durant, t.1, p.65.
662 Yâhiliatil Garnil Ashraîn, Muhammad Qutb.
663 Nahyul Balâqah, Faîd ul Islâm, t.1, p.82, sermón 26.
664 Bihâr, t.15, p.250.
665 Bihâr, t.15, p.257-263.
666 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.156.
667 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.168.
668 Bihâr, t.15, p.336.
669 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, t.1, p.180.
670 I‘lâmul Warâ, p.26.
671 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.183.
672 Bihâr al Anwar, t.16, p.74-75.
673 Bihâr al Anwar, t.16, p.20.
674 A‘îân Ash Shî‘ah, t.2, p.8.
675 Bihâr, t.16, p.8.
676 Haîat Muhammad, Dr. Haîkal, p.319-321.
677 Bihâr, t.22, p.214. Al Ahzâb 33:37.
678 Sîrah Ibn Hishâm, t.3, p.295.
679 Mûsû‘ati Âli An Nabî, p.369-374; I‘lâmul Warâ, p.142.
680 Mayma‘ul Baîân, t.10, p.534, nueva edición.
681 Al ‘Asrul Yâhilî, Dr. Shûfî, p.70, edición Egipto.
682 Sharh ul-Mu’aliqât al-Saba‘, Al Zûzanî, p.3.
683 Nahyul Balâqah, Fadul Islâm, p.802.
684 Bihâr, t.16, p.224.
685 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.192.
686 Bihâr, t.18, p.206.
687 ‘Alaq - 96.
688 ‘Udhr Taqsîr, p.19.
689 ‘Udhr Taqsîr, p.18.
690 I‘lâmul Warâ, p.47.
691 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.238.
692 Bihâr, t.18, p.208.
693 Al Qadîr, t.3, p.219; Târîj Tabarî, t.3, p.1160.
694 Târîj Tabarî, t.3, p.1122.
695 Târîj Tabarî, t.3, p.171; Bihâr, t.18, p.192; Al Qadîr, t.2, p.278.
696 Manâqib, t.1, p.43.
697 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.265, edición de Egipto.
698 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.295; Târîj Tabarî, t.3, p.1176.
699 I‘lâmul Warâ, p.57.
700 Manâqib, t.1, p.51.
701 Kâmil Ibn Azîr, t.2, p.66, edición de Beirut.
702 I‘lâmul Warâ, p.61.
703 Târîj Tabarî, t.3, p.1231.
704 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.481.
705 Bihâr, t.9, p.78.
706 Bihâr, t.19, p.69.
707 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.489.
708 Kâmil At Tawârîj, t.2, p.106.
709 Bihâr, t.19, p.116.
710 Kâmil At Tawârîj, t.2, p.106.
711 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.494.
712 Ansâr Término árabe que significa ayudante: esta denominación la recibieron los musulmanes de la ciudad de Îazrib (luego llamada Medina), que acogieron al Profeta y lo secundaron tras su emigración a La Meca.
713 Muhâyir Es la denominación que recibieron los seguidores del Profeta nativos de La Meca que lo siguieron en su emigración a Medina.
714 Sîrah Ibn Hishâm, t.2.504.
715 Al Baqarah, 2:251.
716 Bihâr, t.20, p.350.
717 Kâmil Ibn Azîr, t.2, p.248.
718 Tamadân Islâm wa ‘Arab, p.807.
719 Yang wa Sulh dar Islâm, traducción de Sa‘îdî, p.345.
720 Muhammad Setâreî ke dar Make Drajshid, p.92.
721 Bihâr, t.19, p.365.
722 Kâmil Ibn Azîr, t.2, p.118.
723 Tabaqât, primera parte, p.27.
724 Târîj Tabarî, t.3, p.1463.
725 Bihâr Al Anwâr, t.20, p.191.
726 Târîj Tabarî, t.3, p. 1487.
727 Kâmil Ibn Azîr, t.2, p.192.
728 Tabaqât, t.2, primera parte, p. 77.
729 Tabaqât, t.2, primera parte, p. 92.
730 I‘lâmul Warâ, p. 104.
731 Kâmil Ibn Azîr, t.2, p. 247.
732 Bihâr Al Anwâr, t.21, p. 149.
733 Sîrah Ibn Hishâm, capítulo 3 y 4, p. 482.
734 Al Mîzân, t.7, p.348; Munhayul Sâdiqîn, t.3, p.439.
735 Lisân ul ‘Arab, art. Jatm; Kash-shâf, t.3, p.164; Tafsîr Baîsâwî, p.447; Maymaul Baîân, t.7, p.91.
736 Al Mustadrak, t.2, p.262.
737 ‘Uîûn Ajbâr Ar Rida, t.2, p.80.
738 Dârul Mu’arif, Farî Waydî, t.3, p.542.
739 Al Qadîr, t.1, p.9.
740 Al Qadîr, t.1, p.9.
741 Al-Gadîr, t.1, p.60.
742 Al-Gadîr, t.1, p.14-61.
743 Al-Gadîr, t.1, p.34.
744 Al-Gadîr, t.1, p.270.
745 Al-Gadîr, t.1, p.274.
746 Al Mizân, t.4, p.412; Tabarî, t.3, p.1171.
747 Gâîatul-Marâm, p.211-235.
748 Musnad, Ahmad Ibn Hanbal, t.1, p. 331.
749 Muntajab al-Azar, p. 10-141.
750 Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p. 444.
751 Sharh Nahyul Balâgah, Ibn Abî Al Hadîd, t.1, p.159.
752 Tabrî, t.4, p.1839.
753 Sharh Nahyul Balâqah, Ibn Abî Al Hadîd, t.6, p.10.
754 Tabarî, t.4, p.1845.
755 Sharh Nahyul Balâqah, Ibn Abî Al Hadîd, t.1, p.219.
756 Fusûl Al Mahmat, p.41 y 42.
757 Sharh Nahyul Balâqah, Ibn Abî Al Hadîd, t.6, p.11.
758 Murûy Adh Dhabab, t.2, p. 301.
759 Kâmil Ibn Azîr, t.2, p. 326.
[1] Târîj Will Durant, t.1, p.65.
[2] Yâhiliatil Garnil Ashraîn, Muhammad Qutb.
[3] Nahyul Balâqah, Faîd ul Islâm, t.1, p.82, sermón 26.
[4] Bihâr, t.15, p.250.
[5] Bihâr, t.15, p.257-263.
[6] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.156.
[7] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.168.
[8] Bihâr, t.15, p.336.
[9] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, t.1, p.180.
[10] I‘lâmul Warâ, p.26.
[11] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.183.
[12] Bihâr al Anwar, t.16, p.74-75.
[13] Bihâr al Anwar, t.16, p.20.
[14] A‘îân Ash Shî‘ah, t.2, p.8.
[15] Bihâr, t.16, p.8.
[16] Haîat Muhammad, Dr. Haîkal, p.319-321.
[17] Bihâr, t.22, p.214. Al Ahzâb 33:37.
[18] Sîrah Ibn Hishâm, t.3, p.295.
[19] Mûsû‘ati Âli An Nabî, p.369-374; I‘lâmul Warâ, p.142.
[20] Mayma‘ul Baîân, t.10, p.534, nueva edición.
[21] Al ‘Asrul Yâhilî, Dr. Shûfî, p.70, edición Egipto.
[22] Sharh ul-Mu’aliqât al-Saba‘, Al Zûzanî, p.3.
[23] Nahyul Balâqah, Fadul Islâm, p.802.
[24] Bihâr, t.16, p.224.
[25] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.192.
[26] Bihâr, t.18, p.206.
[27] ‘Alaq - 96.
[28] ‘Udhr Taqsîr, p.19.
[29] ‘Udhr Taqsîr, p.18.
[30] I‘lâmul Warâ, p.47.
[31] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.238.
[32] Bihâr, t.18, p.208.
[33] Al Qadîr, t.3, p.219; Târîj Tabarî, t.3, p.1160.
[34] Târîj Tabarî, t.3, p.1122.
[35] Târîj Tabarî, t.3, p.171; Bihâr, t.18, p.192; Al Qadîr, t.2, p.278.
[36] Manâqib, t.1, p.43.
[37] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.265, edición de Egipto.
[38] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.295; Târîj Tabarî, t.3, p.1176.
[39] I‘lâmul Warâ, p.57.
[40] Manâqib, t.1, p.51.
[41] Kâmil Ibn Azîr, t.2, p.66, edición de Beirut.
[42]Târîj Tabarî, t.3, p.1231..
[43]. Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.481.
[44] Bihâr, t.9, p.78.
[45] Ídem, t.19, p.69.
[46] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.489.
[47] Kâmil At Tawârîj, t.2, p.106.
[48] Bihâr, t.19, p.116.
[49] Kâmil At Tawârîj, t.2, p.106.
[50] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p.494.
[51] Muhâyir Es la denominación que recibieron los seguidores del Profeta nativos de La Meca que lo siguieron en su emigración a Medina..
[52] Ansâr Término árabe que significa ayudante: esta denominación la recibieron los musulmanes de la ciudad de Îazrib (luego llamada Medina), que acogieron al Profeta y lo secundaron tras su emigración a La Meca.
[53] Sîrah Ibn Hishâm, t.2.504..
[54] Sura Al Baqarah, 2:251.
[55] Bihâr, t.20, p.350.
[56] Kâmil Ibn Azîr, t.2, p.248.
[57] Tamadân Islâm wa ‘Arab, p.807.
[58] Yang wa Sulh dar Islâm, traducción de Sa‘îdî, p.345.
[59] Muhammad Setâreî ke dar Make Drajshid, p.92.
[60] Bihâr, t.19, p.365.
[61] Kâmil Ibn Azîr, t.2, p.118.
[62] Tabaqât, primera parte, p.27.
[63] Târîj Tabarî, t.3, p.1463.
[64] Bihâr Al Anwâr, t.20, p.191.
[65] Târîj Tabarî, t.3, p. 1487.
[66] Kâmil Ibn Azîr, t.2, p.192.
[67] Tabaqât, t.2, primera parte, p. 77.
[68] Tabaqât, t.2, primera parte, p. 92.
[69] I‘lâmul Warâ, p. 104.
[70] Kâmil Ibn Azîr, t.2, p. 247.
[71] Bihâr Al Anwâr, t.21, p. 149.
[72] Sîrah Ibn Hishâm, capítulo 3 y 4, p. 482.
[73] 734 Al Mîzân, t.7, p.348; Munhayul Sâdiqîn, t.3, p.439.
[74] Lisân ul ‘Arab, art. Jatm; Kash-shâf, t.3, p.164; Tafsîr Baîsâwî, p.447; Maymaul Baîân, t.7, p.91.
[75] Al Mustadrak, t.2, p.262.
[76] ‘Uîûn Ajbâr Ar Rida, t.2, p.80.
[77] Dârul Mu’arif, Farî Waydî, t.3, p.542.
[78] Al Qadîr, t.1, p.9.
[79] Ídem...
[80] Al-Gadîr, t.1, p.60.
[81] Ídem, t.1, p.14-61.
[82] Ídem, t.2, p.34.
[83] Ídem, t.1, p.270.
[84] Ídem, t.1, p.274.
[85] Al Mizân, t.4, p.412; Tabarî, t.3, p.1171.
[86] Gâîatul-Marâm, p.211-235.
[87] Musnad, Ahmad Ibn Hanbal, t.1, p. 331.
[88] Muntajab al-Azar, p. 10-141.
[89] Sîrah Ibn Hishâm, t.1, p. 444.
[90] Sharh Nahyul Balâgah, Ibn Abî Al Hadîd, t.1, p.159.
[91] Tabrî, t.4, p.1839.
[92] Sharh Nahyul Balâqah, Ibn Abî Al Hadîd, t.6, p.10.
[93] Tabarî, t.4, p.1845.
[94] Sharh Nahyul Balâqah, Ibn Abî Al Hadîd, t.1, p.219.
[95] Fusûl Al Mahmat, p.41 y 42.
[96] Sharh Nahyul Balâqah, Ibn Abî Al Hadîd, t.6, p.11.
[97] Muraûûiy adh Dhihab, t.2, p. 301.
[98] Kâmil Ibn Azîr, t.2, p. 326.