LA VIDA DEL PROFETA ELIAS (P) Y ELISEO (P).

Relata Mufadal Ibn ‘Umar: Arribamos a casa del Imâm Sâdiq (P), lo encontramos hablando en lengua siríaca y al mismo tiempo llorando; cuando le preguntamos la causa de su estado respondió: “Recordé al Profeta Elías (P). Él fue uno de los siervos piadosos de entre los Hijos de Israel que en sus súplicas a Dios pedía: ¡Dios mío! ¿Acaso me castigarás después de que pasé los días sediento y las noches en vela? ¿Y mis mejillas las coloqué sobre Tu umbral?” Dios le envió una revelación diciendo: "Puedes estar seguro de que nunca serás castigado”. Elías nuevamente repitió su plegaria y la propia Esencia de Dios le dijo: “¡Oh, Mi siervo! Cuando nosotros hacemos una promesa, sin duda la cumplimos”.[1]

 Relata Ibn ‘Abbâs que Josué Ibn Nûn después del fallecimiento de Moisés (P) dirigió a los Hijos de Israel a una región de Siria, y a cada una de las tribus entregó parte de la tierra prometida. Él entregó la región de Baalbek a una tribu a la cuál pertenecía Elías (P). Él encabezó una lucha en contra de la idolatría, advertía a la gente de no adorar al ídolo llamado Baal, pero como consecuencia de las instigaciones de Lâyab (Ajab), rey de Baalbek, ésta lo desobedecía.

﴿ وَ إِنَّ إِلْياسَ لَمِنَ الْمُرْسَلِينَ إِذْ قالَ لِقَوْمِهِ أَ لا تَتَّقُونَ أَ تَدْعُونَ بَعْلاً وَ تَذَرُونَ أَحْسَنَ الْخالِقِينَ ﴾

“Y Elías, que fue uno de nuestros enviados. Cuando dijo a su gente: ¿Es que no tenéis temor? ¿Invocáis al ídolo Baal, abandonando al Mejor de los creadores?” (As Sâfât, 37:123-125).

La esposa del rey era una mujer corrupta que cuando él se encontraba ausente, ella era la que ordenaba. En la corte de Lâyab (Ajab) se encontraba un sabio prudente que hasta ese entonces había salvado a ochocientas personas de su tribu de las torturas de la mujer del rey. En las cercanías del castillo, vivía un hombre devoto que poseía una huerta en la cuál trabajaba. En una ocasión aprovechando la ausencia del rey, la mujer de éste mató al hombre devoto apoderándose de sus tierras. Este suceso causó la Ira de Dios. En ese tiempo, Elías fue nombrado Profeta para dirigir a su tribu. No obstante, cada vez que se acercaba a ésta para guiarla, lo refutaban. Él por su parte, después de maldecir a su tribu, se fue a vivir a las faldas de los montes y bosques. Elías vivió durante siete años en las cuevas. Por otra parte el rey tenía un hijo contagiado de una enfermedad maligna, y los médicos sentenciaron que la curación de éste se encontraba en manos de Elías (P). El rey envió a un grupo en busca de Elías (P), sin embargo, él mandó un mensaje de regreso al rey diciendo que la curación de su hijo la pidiese a Dios Poderoso y Único, no a un siervo débil como él. El rey se sintió molesto por la respuesta de Elías y decidió enviar a cincuenta comisionados en su busca. Les ordenó que fingieran que habían ido hacia él para convertirse a su fe; y en cuanto se encontraran en su presencia, lo asesinaran. Los comisionados llegaron a las faldas del monte y llamaron a Elías (P). El Profeta (P) pidió a su Creador que en caso de que las palabras de los comisionados careciesen de verdad, les enviase fuego. No transcurrido mucho tiempo que las llamas quemaron a todos los integrantes del grupo. Una vez más el escriba del rey fue comisionado para hablar con Elías (P), pero esta vez los planes del rey fueron disueltos con la intervención del sabio prudente que se encontraba en su corte; poco tiempo después el hijo del rey murió.

Luego de este suceso, Elías (P) fue a visitar a la madre de Jonás (Îûnus Ibn Matâ) donde durante un tiempo vivió en secreto con ellos, hasta que un día Jonás falleció, siendo aún un infante. Su madre que no soportaba lo acaecido, impaciente pidió a Elías (P) que implorara a Dios para que le devolviese la vida a su hijo. Las súplicas de Elías (P) hicieron que Jonás recuperara la vida, y al llegar a los cuarenta años fue elegido como Profeta de su tribu.

﴿ وَ أَرْسَلْناهُ إِلى مِائَةِ أَلْفٍ أَوْ يَزِيدُونَ ﴾

“Y lo enviamos a un grupo de cien mil o más” (As Sâfât, 37:147).

En aquel tiempo Dios dijo a Elías (P) que Le pidiese algo. Éste solicitó a Dios que lo llevase a donde se encontraban sus purificados antepasados, ya que no soportaba más los rencores y malevolencia de su tribu. Dios en respuesta a su solicitud le dijo: “La fuerza y resistencia de esta gente dependen de ti, y el día en que tú faltes su existencia no tendrá ningún beneficio”. Elías (P) pidió a su Señor que suspendiese para su tribu cualquier rocío o lluvia durante siete años. La sequía y el hambre presionaban a la gente en tal forma, que era ya imposible soportarlas; hasta que finalmente se entregaron a los deseos de Elías (P). Entonces Elías (P) acompañado de su discípulo Eliseo, regresó a su pueblo. Cuando los ojos el rey de Baalbek divisaron a Elías (P) dijo: “Tu maldición fue la que hizo que esta gente viviese con dificultad y carestía durante siete años completos. Muchos de ellos, como consecuencia del hambre y sed perdieron la vida”. Elías (P) le respondió: “Debes saber que este castigo fue culpa tuya por haber desviado a la gente del camino recto”.

La oscuridad de la noche había cubierto la ciudad. Elías (P) volteándose hacia su discípulo Eliseo le preguntó: “¿Que observas en el cielo?” Contestó: “Veo una nube que viene hacia nosotros”. “¡Da la nueva a la gente que la lluvia, el favor de Dios, comenzará a caer! –Exclamó Elías (P) y continuó diciendo- Al mismo tiempo diles que cuiden de sus vidas y pertenencias para no ahogarse”. No transcurrido mucho tiempo, la tierra comenzó a reverdecer y la gente fue salvada de la pobreza y angustia. No obstante esta gente desagradecida volvió a rebelarse y a desobedecer, al grado que Dios Todopoderoso les envió a un rey todavía más opresor que el anterior. Éste tomó el trono a la fuerza, asesinó al rey anterior y a su mujer y echó sus cuerpos en las tierras que habían pertenecido al inocente hombre devoto.

En la época en que la profecía de Elías (P) llegaba a su fin, él nombró como su heredero y sucesor a Eliseo, y vistiendo un atuendo luminoso, fue elevado al cielo.[2]

 Tabarsî argumenta: Existen diferentes pareceres respecto a Elías: unos sostienen que él es el mismo Profeta Idrís (P), y otro grupo asegura que es uno de los profetas hebreos e hijo de Hârûn Ibn Imrân y primo paterno de Eliseo; otros afirman que él, después del Profeta Hizqil (P), fue elegido como profeta, siendo comisionado para Baalbek, una región de Shâm, y dejó como sucesor a Eliseo (P). En algunas narraciones está registrado que los Profetas Elías (P) y Jidr (P) se encuentran en la ceremonia de la peregrinación “Hayy” en el desierto de ‘Arafah.

El Imâm Sâdiq (P) narra del Profeta Muhammad (BP): “Incluyan el apio en vuestra dieta, ya que fue el alimento de Elías (P), Eliseo y Josué hijo de Nun”.[3]

El Imâm Yawâd (P) transmite el siguiente dicho del Imâm Sâdiq (P): “En una ocasión me encontraba haciendo la circunvalación con mi padre, repentinamente vimos a un hombre que había cubierto su rostro con su turbante. Él, después de que terminó de realizar las siete vueltas de la circunvalación nos acompañó al interior de un lugar en las cercanías del Monte de Safâ. Preguntó a mi padre: “¿Cuál es la ciencia que es análoga para todos los investigadores, y no existe diferencia en su contenido y la forma de aprendizaje?” Mi padre respondió: “La raíz de toda ciencia se encuentra en las manos de Dios Todopoderoso. Y respecto a tu pregunta, sin duda esa ciencia se encuentra ante los herederos (Inmaculados Imâmes) del Profeta (BP). Pero aquello que el Profeta (BP) podía escuchar, también podía verlo”. El hombre volvió a preguntar a mi padre: “¿Por que la ciencia que se encuentra en poder del Profeta no es clara y diáfana?” Mi padre, al escuchar las burdas palabras del hombre que fingía ignorancia, sonrió y dijo: “Dios quiso que esa ciencia estuviese en el poder de aquellos cuya creencia fue probada. Y fue únicamente por ello que el Profeta del Islam (BP) luchó en contra de los fenómenos nocivos de la sociedad, para obedecer lo ordenado por Dios. La mayor parte del tiempo era tolerante y paciente, hasta el día en que le fue requerido que hiciera pública su invitación:

﴿ فَاصْدَعْ بِما تُؤْمَرُ وَ أَعْرِضْ عَنِ الْمُشْرِكِينَ ﴾

"Así que declara abiertamente lo que se te ordena, y apártate de los politeístas"

(Al Hiyr, 15:94)

¡Juro por Dios! Que si hubiese querido hacer pública su invitación antes de ser revelada esta aleya, hubiese triunfado. Pero no quiso actuar contrario de la Orden Divina. ‑ Entonces mi padre continuó diciendo- Hubiese querido que tus ojos se iluminasen al ver al Mahdî (P) para que te percatases de cómo los ángeles con la espada de los seguidores de David, atacan a las almas impuras de los incrédulos. Muy pronto aquellos que pertenecen a esa misma raza (de incrédulos) se les unirán”. En ese momento el hombre sacó una espada de entre su vestido y dijo: “¡Es ésta esa espada!” Mi padre corroboró sus palabras. En ese momento el hombre volvió a cubrir su rostro con el turbante y nos dijo: “Las preguntas que os realicé fueron con la única intención de que vuestros Shî‘ah al escucharlas sientan orgullo y poder”.[4]

Anas afirma: En una ocasión el Mensajero del Islam (BP) escuchó una voz de lo alto de una montaña que decía: “¡Dios mío! Colócame también dentro de los del grupo de Tu Enviado que fueron perdonados”. En ese momento el Mensajero del Islam (BP) vio a un anciano de gran estatura. Cuando se encontraron frente a frente, el anciano le dijo: “Yo sólo ingiero comida una sola vez al año, y hoy es ese día”. Después de unos minutos, bajo comida celestial a la tierra y los dos se pusieron a comer. Tiempo después el Mensajero del Islam (BP) explicó: “Ese hombre era Elías el Profeta”.[5]


[1] Kâfî, t.1, p.227.

[2] Bihâr, t.13, p.393.

[3] Kâfî, t.6, p.366.

[4] Kâfî, t.1, p.242.

[5] Manâqib Âlî Ibn Abî Tâlib, t.1, p.118.