LA VIDA DEL PROFETA SHU‘AÎB (JETRO)

﴿وَ إِلى مَدْيَنَ أَخاهُمْ شُعَيْباً قالَ يا قَوْمِ اعْبُدُوا اللَّهَ ما لَكُمْ مِنْ إِلهٍ غَيْرُهُ قَدْ جاءَتْكُمْ بَيِّنَةٌ مِنْ رَبِّكُمْ فَأَوْفُوا الْكَيْلَ وَ الْمِيزانَ وَ لا تَبْخَسُوا النَّاسَ أَشْياءَهُمْ وَ لا تُفْسِدُوا فِي الأَْرْضِ بَعْدَ إِصْلاحِها ذلِكُمْ خَيْرٌ لَكُمْ إِنْ كُنْتُمْ مُؤْمِنِينَ وَ لا تَقْعُدُوا بِكُلِّ صِراطٍ تُوعِدُونَ وَ تَصُدُّونَ عَنْ سَبِيلِ اللَّهِ مَنْ آمَنَ بِهِ وَ تَبْغُونَها عِوَجاً وَ اذْكُرُوا إِذْ كُنْتُمْ قَلِيلاً فَكَثَّرَكُمْ وَ انْظُرُوا كَيْفَ كانَ عاقِبَةُ الْمُفْسِدِينَ﴾

“Y a los Madyan, su hermano Shu‘aîb, que dijo: ¡Gente mía! Adorad a Al.lah; no tenéis otro dios que Él. Os ha llegado una evidencia de vuestro Señor; así pues cumplid con la medida y el peso y no menoscabéis a los hombres en sus cosas ni corrompáis en la tierra después del orden que se ha puesto en ella. Eso es un bien para vosotros si sois creyentes. Y no estéis esperando el acecho en cada camino para intimidar (a los creyentes), ni desviéis del camino de Al.lah a quien cree en Él, desando que sea tortuoso. Recordad cuando erais pocos y Él os multiplicó, y mirad cómo han acabado los corruptores…” (Al A‘râf, 7:84-85)

Tabarsî explica la aleya “Y a los Madyan” de la siguiente forma: “Los de Madyan es una tribu conocida como los Madyan hijo de Ibrâhîm, y Shu‘aîb fue hijo de Nûbah Ibn Madyan Ibn Ibrâhîm, conocido como Jatîb Al Anbîâ’. “Qatâdah” asegura: “Él fue enviado para la tribu de Madyan y para la gente de ’Ikah[1]”.

“…así pues cumplid con la medida y el peso” o sea, cuando lleváis a cabo una transacción dad al hombre su derecho en forma íntegra. “…y no menoscabéis a los hombres en sus cosas” significa, no perjudiquéis a los hombres en cuanto a lo que merecen. “…ni corrompáis en la tierra después del orden que se ha puesto en ella” se refiere a que una vez más no echéis a perder los esfuerzos de los Profetas con vuestros pecados y faltas, con hacer permisible lo prohibido. “Y no estéis esperando” era costumbre de la tribu de Madyan acechar y amenazar de muerte a aquellos que tenían la intención de visitar a Jetro (P) y convertir su fe a la religión de éste. Algunos en la interpretación de esta aleya han sostenido que ellos eran ladrones que se dedicaban a asaltar en los caminos. “…deseando que sea tortuoso” la gente de Madyan no aceptaba a Jetro (P) ni a su invitación. “…y Él os multiplicó” o sea, recordad que Dios como reprodujo vuestro número. Ibn ‘Abbas argumenta: “Madyan hijo de Ibrâhîm se casó con la hija del Profeta Lot (P) y el fruto de esta unión fue una gran generación".[2]

Anas narra del Mensajero de Dios (BPD): “Shu‘aîb como consecuencia de que lloraba en demasía por el amor que sentía hacia Dios, tres veces perdió las fuerzas. La cuarta vez que sucedió esto, Dios le envió una revelación diciendo: ¡Oh Shu‘aîb! Si tus llantos son por miedo al Infierno, debes saber que te Salvaré de éste y si es por que deseas fuertemente el Paraíso, te lo He otorgado. –Jetro (P) respondió: Mis lágrimas son lazos de benevolencia que cuelgan del candil que se encuentra en mi corazón, y únicamente encontrará la resignación cuando se encuentre junto a Ti. –Dios, para agradecer sus sentimientos puros, envió a Mûsâ Ibn ‘Imrân (Moisés) para que lo sirviese.[3] El Imâm ‘Alî (P) relató algo parecido del Profeta Jetro (P): “No te amo por temor al Infierno y deseos del Paraíso, sino porque eres digno de ser Dios Divino”.[4]

Imâm Sayyâd (P) argumentó. “El primer hombre que utilizó la balanza para medir en las transacciones, fue el Profeta Shu‘aîb. Su tribu, no entregaba la cantidad debida cuando negociaba, y fue por ello que Dios Todopoderoso, les Envió un gran terremoto: “y amanecieron en sus casas caídos de bruces” (Hûd, 11:66).[5]

Tabarsî en la interpretación de la siguiente aleya manifiesta:

﴿ فَأَخَذَتْهُمُ الرَّجْفَةُ فَأَصْبَحُوا فِي دارِهِمْ جاثِمِينَ ﴾

“entonces les agarro la gran sacudida” (Al A‘râf, 7:77 y 91, Al ‘Ankabût, 29:37)

“Fue enviado un terremoto a la tribu de Shu‘aîb, y algunos consideran esa calamidad como un viento ardiente que destruyó las casas y las pertenencias de ellos, y ni siquiera la sombra y el agua de los ríos pudieron aminorar este desastre”. En una ocasión la gente de Madyan observó una nube que se acercaba a la ciudad, la cual era acompañada por una fresca brisa. Se dirigieron apresurados hacia la nube para aminorar su sed, pero repentinamente se convirtió en lenguas de fuego que fueron arrojadas sobre sus cabezas, y la tierra comenzó a moverse bajo sus pies. En poco tiempo toda esa gente fue convertida en cenizas ardientes. El Sagrado Corán recuerda este suceso como “la calamidad del día de la sombra”. Algunos de los exegetas sostienen la idea de que el desastre enviado a los de Madyan fueron estruendos celestes. La razón de la diversidad de opiniones es porque el Profeta Jetro (P) fue enviado a dos tribus diferentes, y posiblemente a cada una de éstas, le fue enviado un diferente castigo.[6]

¨Sahl Ibn Sa‘îd” relata lo siguiente: “Por orden de Hishâm Ibn Abdul Mâlik cavamos un pozo en un terreno de su pertenencia. Cuando habían ahondado aproximadamente doscientos pies, de repente se encontraron con un hombre vestido de blanco y la mano derecha de éste, puesta sobre su cabeza. Yo traté de bajar su mano. Cuando lo hice, sorprendido me di cuenta que comenzó a brotar sangre de su cabeza, y en el momento que coloqué la mano en su lugar inicial, dejó de sangrar. Me fijé bien en lo que estaba escrito en su camisa y pude memorizar lo siguiente: Yo soy Shu‘aîb Ibn Sâlih, enviado del Profeta Shu‘aîb a un grupo de gente. Ellos después de asesinarme me aventaron dentro de este pozo y echaron tierra sobre mi cabeza. En el momento que relaté a Hishâm el suceso, ordenó que cavásemos el pozo en otro lugar”.[7]

Abdul Rahmân Ibn Zîâd manifiesta: “Acompañaba a mi tío y a un hombre africano para cavar un pozo en su hacienda. Después de un tiempo que comenzamos a cavar, llegamos a una casa que tenía una gran altura. Dentro de la casa encontramos a un anciano muerto cubierto con una tela y a su lado una carta que decía: ‑Yo, Jisân Ibn Sanân Avzâ‘î, representante del Profeta Shu‘aîb, fui enviado a la gente de esta región e inicié mi misión invitándolos a adorar a Dios. Pero me tacharon de mentiroso y fui hecho prisionero dentro de este foso, hasta el día en que Dios nuevamente me haga regresar. Ese día me vengaré de ellos.”

Se ha dicho que un día “Sulaîmân Ibn Abdul Mâlik” cruzaba el desierto de “Qarâ”. Ordenó que cavasen un pozo en ese lugar. Así lo hicieron. Cuando estaban por terminar la excavación tropezaron con una gran roca bajo la cual estaba sepultado un hombre y junto a éste una carta que decía: ‑Yo soy Hâriz Ibn Shu‘aîb Gasânî, enviado del Profeta Shu‘aîb hacia la gente de Madyan. Fui asesinado por ellos”.[8]

Ha sido narrado de “Wahab” que: “Shu‘aîb no era de la tribu de Madyan, sino que fue enviado por Dios para dirigirlos, para que encontraran alivio del rey opresor de esa región y de los hombres bajo su servicio. Ellos, cuando entregaban las mercancías, daban menos de la medida y violaban el derecho de la gente en las transacciones, y almacenaban las mercancías que necesitaba la gente en las situaciones de crisis. Los continuos consejos dados del Profeta Shu‘aîb no hicieron efecto en ellos y finalmente lo expulsaron de esa ciudad”.

“¡Oh, Shu‘aîb! Te vamos a expulsar de esta ciudad a ti y a los que están contigo” (Al A‘râf, 7:87). La gente de Madyan consideraron los consejos de Jetro (P) contrarios a los de sus padres y dijeron: "¡Oh, Shu‘aih! ¿Es que tus creencias te ordenan que abandonemos lo que nuestros padres adoraban o que hagamos con nuestras riquezas lo que queramos? (Hûd, 11:87). El castigo de Dios fue la recompensa de esta gente rebelde. Un calor inmenso cubrió la ciudad en tal forma que inclusive era imposible beber el agua de los manantiales. Finalmente, decidieron refugiarse en un bosque que se encontraba en la cercanía, y es por éste mismo lugar que Dios en el Sagrado Corán los menciona como “Ashâbil ’Ikah” o los hombres del bosque.[9]

La tribu de Madyan observó una nube negra sobre los árboles del bosque, y suponiendo que muy pronto llovería, se dirigieron hacia ésta. En ese momento fue que el castigo de Dios en forma de grandes lenguas de fuego comenzó a caer sobre sus cabezas, y ninguno de éstos salió con vida de esta desgracia. “…y los sorprendió el castigo del día de la nube” (Ash Shu‘arâ’, 26:189). Después de la destrucción de la gente de Madyan e ’Ikah, Jetro (P) y sus seguidores se dirigieron hacia La Meca, hasta el día en que la muerte los llamó. Pero la mayoría de las narraciones cuentan que Jetro (P) después de la destrucción de su pueblo, permaneció en Madyan hasta el día en que se encontró con el Profeta Moisés (P).[10] Y el Amir de los Creyentes ‘Alî (P) dice: “Shu‘aîb continuó invitando a su pueblo hasta que envejeció. Sin embargo, nadie daba importancia a sus palabras. Nuevamente fue enviado por Dios hacia su pueblo, como un joven de bello rostro, no obstante su gente le dijo: ‑¡Cuándo eras un anciano y nos invitabas no te respondimos, ¿qué esperas de nosotros ahora que eres joven?![11]

El Imâm Sâdiq (P) argumentó: “Entre los Enviados de Dios, unos cuantos de éstos eran árabes y ellos son: Hûd (Heler), Sâlih (Sale), Ismâ’il (Ismael), Shu‘aîb (Jetro) y Muhammad (Mahoma)”.[12]

El Imâm Bâqir (P) en uno de sus dichos manifiesta: “Dios envió una revelación a Shu‘aîb diciendo: Yo castigaré a cien mil de tu gente. Cuarenta mil de estos son del grupo de los corruptos, pero los sesenta mil restantes son gente buena. A este segundo grupo lo castigo porque son moderados con los corruptos y se muestran pasivos ante los pecados de éstos, y no toman el cuenta Mi Ira.”[13] “Ibn ‘Abbas” narra que Jetro (P) vivió doscientos cuarenta y dos años.[14]

Barîd Ibn Aslam en la explicación de la aleya “¡Oh, Shu‘aîb! ¿Es que tus creencias te ordenan que abandonemos lo que nuestros padres adoraban…?” (Hûd, 11:87) dice: “Uno de los asuntos que Shu‘aîb advertía a su pueblo era que dejasen de quitar los bordes de las monedas de plata”.[15]

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[1]  'Ikah, se le llama a un bosque, así también a la tribu que vivía en ese lugar. Al Qâmûs Al Muhît, t.3, p.293.

[2]  Mayma‘ul Baîân, vol.2, t.4, p.687.

[3]  ‘Ilal Ash Sharâîa‘, p.57; Bihâr, t.12, p.381.

[4]  ‘Aûâlî al Lâlî, t.1, p.404.

[5]  Bihâr, t.12, p.382.

[6]  Mayma‘ul Baîân, vol.2, t.4, p.693.

[7]  Bihâr, t.12, p.373.

[8]  Kanzul Fawâ’id, Karâykî, t.1, p.384.

[9]  Bihâr, t.12, p.384.

[10]  Ídem.

[11]  Ídem, p.385.

[12]  Ídem.

[13]  Kâfî, t.5, p.56; Mushkatul Anwâr, p.56.

[14]  Bihâr, t.12, p.386.

[15]  Kâmil at-Taûârîj, t.1, p.159.