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El nombre de Dhul Qarnaîn era ‘Aîâsh, y fue el primer rey que después del Profeta Noé gobernó al naciente y poniente de la tierra. El Honorable Corán respecto a él dice:
“Y te preguntarán sobre Dhul Qarnaîn, di: Os recitaré una mención sobre él. En verdad lo establecimos en la tierra y le concedimos medios de acceso a todo. Así que siguió un curso. Hasta que, cuando llegó al lugar de la puesta del sol, lo encontró bajando a un mar negro, y hallo cerca de él un pueblo. Nosotros dijimos: Oh Dhul Qarnaîn, o bien castígalo o hazles un beneficio. Él dijo: En cuanto a aquel que es injusto, lo castigaremos, entonces será devuelto a su Señor, y Él lo castigará con un castigo ejemplar. Y en cuanto a aquél que cree y hace el bien, para él hay una buena recompensa, y Nosotros le diremos una palabra fácil de Nuestro Mandato…” (Al Kahf, 18:83-88).
El conocido exegeta Tabarsî respecto a la aleya “En verdad lo establecimos en la tierra...” manifiesta: “Dios otorgó la victoria a Dhul Qarnaîn en toda la tierra”. Así también esta registrada una narración del Imâm ‘Alî (P) respecto a Dhul Qarnaîn que dice: “Dios puso a su disposición las nubes para que lo transportaran a cualquier rincón del mundo”, y Dios puso a su mando las herramientas de todas las cosas, así también le otorgó una luz, la cuál hacía que no hubiese diferencia entre el día y la noche.[1] “Y le concedimos medios de acceso a todo”, o sea: le otorgamos la ciencia y el poder para que aquello que desease lo obtuviese. “Así que siguió un curso” significa que: continuó su camino, y llevó a cabo su propósito. “Hasta que, cuando llegó al lugar de la puesta del sol” quiere decir: que llegó al lugar más occidental de su imperio, lugar después del cual ‑hasta el lugar de la puesta del sol- no vivía nadie. “Y lo encontró bajando” Dhul Qarnaîn imaginó que el sol bajaba. “A un mar negro” a pesar de que el sol bajaba detrás de ese mar negro y era imposible que se desprendiese de su órbita y se hundiese en el agua, pero al igual que alguien que se encuentra dentro del mar al ver la puesta del sol puede asegurar que el sol se sumerge en el agua, o alguien que desde la tierra es testigo de su ocaso, conjetura que el sol se esconde detrás de las montañas. Así sucedió también a Dhul Qarnaîn, que el sol se ocultaba dentro de esa agua negra. Ka‘ab agrega: “En la Torá está registrado que el sol se oculta dentro del agua negra”.[2]
En las obras ‘Ilal Ash Sharâî‘a y Amâlî, Wahab respaldándose en documentos fiables expone: En uno de los Libros Sagrados está registrado que cuando Dhul Qarnaîn terminó la construcción de la presa, continuó su viaje. En su camino él y su ejército se encontraron con un anciano que se encontraba realizando la oración. Dhul Qarnaîn se molestó al ver que el anciano no le hizo caso y le preguntó: “¿Cómo es que no temiste a la grandeza de mi ejército?” El hombre piadoso respondió: “Yo me encuentro hablando con alguien que posee un ejército y poder mayor al tuyo. Y si me volteo a verte y dejo de verlo a él, sin duda no llegaré a lo que deseo”. Dhul Qarnaîn pidió al anciano que lo acompañase y fuese su consejero y ayudante en algunos asuntos. El hombre devoto aceptó la proposición de éste con cuatro condiciones.
Primera: Que le otorgase riqueza en la cuál no exista mortandad.
Segunda: Que le otorgase salud y bienestar en la cuál nunca exista indisposición ni debilidad.
Tercera: Que le proporcionase el elixir de la juventud y regocijo que nunca permita la vejez ni el cansancio.
Cuarta: Que le diese una vida que no tenga muerte.
Dhul Qarnaîn que no podía cumplir con ninguna de sus condiciones dijo: “Ningún siervo puede proporcionarte lo que solicitas”. El devoto agregó: “Yo también me encontraré al lado de aquél que pueda proporcionarme estas cualidades.”
Dhul Qarnaîn se separó del anciano y siguió su camino. Más adelante se encontró con un erudito y le preguntó: “¿Acaso puedes decirme cuales son esas dos cosas que desde el inicio de la creación hasta hoy han existido, así también infórmame de dos cosas que se contraponen y a su vez marchan juntas, y también de dos cosas que sean enemigas entre sí?”
El hombre sabio respondió: “Esas dos cosas que caminan juntas son el sol y la luna, y esas dos cosas que se contraponen son el día y la noche, y respecto a las dos enemigas, son la vida y la muerte”.
Dhul Qarnaîn continuó su viaje hasta que llegó a donde se encontraba un anciano que separaba los cráneos de los muertos. Dhul Qarnaîn preguntó al anciano el motivo de su comportamiento. Su respuesta fue: “Quiero reconocer y separar los cráneos de los hombres honorables y nobles de los mezquinos, y los de los pobres de los ricos. Pero en estos veinte años no he logrado hacerlo”. Dhul Qarnaîn que entendió que las palabras del hombre anciano se referían a él, se separó y continuó su camino. Más adelante llegó a un pueblo que habían sido de los seguidores del Profeta Moisés (P) y les solicitó que le informaran el porqué construían las tumbas de sus muertos junto al entrada de sus casas. Ellos respondieron: “Para que la muerte esté siempre ante nuestros ojos y no la olvidemos”.
Dhul Qarnaîn continuó preguntando: “¿Cómo es que vuestras viviendas no tienen puerta para cerrar la entrada?” ‑“Ya que entre nosotros no existe nadie sospechoso o ladrón, y nos tenemos confianza”.
Dhul Qarnaîn interrogó: “¿Por qué causa no tenéis mandatario, juez o emir que los dirija?” –“Por la razón de que ningún trabajador subyuga a otro, para que necesitemos de gobernador, nunca ha habido disputa entre nosotros para quejarnos ante un juez, y jamás ha sucedido algo para que uno demande más de su derecho y los atesore para que necesitemos de un emir o comandante”.
Dhul Qarnaîn inquirió: “¿Cómo es que ninguno de vosotros es superior al otro, y aparentemente no existe diferencia entre vosotros?” Respondieron: “Ya que nosotros somos compasivos los unos con los otros, y ante las dificultades compenetramos y nos ayudamos”.
Dhul Qarnaîn indagó: “¿Por qué nunca entre vosotros habéis discutido y peleado, y nunca os habéis insultado?” –“La raíz de este asunto se encuentra en la amistad y amabilidad entre nosotros. Por otra parte, nosotros dominamos los instintos de nuestros deseos y en nuestra vida diaria nos gobierna la administración y la organización”.
Dhul Qarnaîn preguntó nuevamente: “¿Cómo es que vosotros os habéis unidos hasta este grado y vuestro sendero es recto y similar?” Respondieron: “La causa de esto es que evitamos mentir, nos abstenemos de engañarnos y eludimos hablar de nuestro prójimo y levantar falsos testimonios”.
Dhul Qarnaîn: “¿Por qué entre vosotros no existe indigente alguno?” –“Ya que repartimos nuestras riquezas en forma equitativa entre nosotros”.
Continuó preguntando: “¿Cómo es posible que entre vosotros no se encuentren hombres de temperamento hostil y excitado?” Dijeron: “La razón de esto la encontrarás en nuestra humildad y sumisión”.
Dhul Qarnaîn interrogó: “¿Cuál es el motivo de que vosotros disfrutáis de larga vida?” Dijeron: “Ya que nos gobierna la verdad y justicia”.
Dhul Qarnaîn: “¿Cómo es que vosotros nunca os habéis encontrado envueltos por la carestía” ‑“Porque nunca hemos olvidado solicitar el perdón a Dios y arrepentimiento a nuestros pecados”.
Dhul Qarnaîn: “¿Por qué nunca os habéis visto invadidos por las plagas y calamidades?” Respondieron: “Ya que nuestra esperanza se basa únicamente en Dios Supremo y nunca consideramos los favores de Dios como consecuencia de fenómenos ocurridos en la atmósfera o como consecuencia del curso de las estrellas, y no admitimos ninguna de estas supersticiones”.
Al final Dhul Qarnaîn preguntó respecto al comportamiento de sus antepasados a lo que respondieron: “Nuestros padres eran piadosos con los imposibilitados e indigentes, perdonaban los errores de estos y eran bondadosos con ellos, pedían a Dios por el perdón de los pecadores y visitaban a sus familiares, retornaban los depósitos a sus dueños y nunca abrían sus labios para pronunciar mentiras. Dios para recompensarlos aseguraba sus vidas con rectitud y bienestar”. Dhul Qarnaîn al observar la felicidad de esta gente decidió quedarse a vivir el resto de su vida entre ellos.[3]
En la obra de exégesis de ‘Alî Ibn Ibrâhîm, está registrada una narración del Imâm Sâdiq (P) que dice: “Dhul Qarnaîn dos veces fue enviado para su pueblo, y cada una de estas, como consecuencia del golpe recibido en la parte derecha e izquierda de la cabeza, su alma se separó de su cuerpo por un período de mil años. Pero la tercera vez dominó el este y oeste del mundo”.[4]
En una ocasión preguntaron a ‘Alî el Amir de los Creyentes (P) que si Dhul Qarnaîn había sido profeta o rey, a lo cuál respondió: “Él no fue ni profeta ni rey, sino que un siervo verdadero de Dios que fue favorecido con la amabilidad del Supremo, y transmitía a la gente los consejos de Dios. Él en el tercer período de su misión, dominó todo el mundo, y hoy en día se encuentra entre vosotros”.[5]
Sadûq en su obra Jasâl argumenta: -Dhul Qarnaîn en realidad fue uno de los verdaderos siervos de Dios y ‘Alî el Amir de los Creyentes (P) dijo: “Y hoy en día se encuentra entre vosotros”. O sea, alguien que se asemeja a Dhul Qarnaîn se encuentra hoy en día entre vosotros, refiriéndose a él mismo, ya que él al igual que Dhul Qarnaîn recibió dos golpes en la cabeza: uno en la batalla de Jandaq y otro el sablazo que le daría Ibn Mulyam que sería causa de su martirio. Dhul Qarnaîn fue un gobernador enviado por Dios, y no se encuentra entre los mensajeros ni profeta Divinos, al igual que Talût.
En el mundo existe un manantial llamado ‘Aînul Haîât que significa “Manantial de la Vida” y aquél que beba de este obtendrá la vida eterna. Dhul Qarnaîn solicitó la presencia de trescientos sesenta de sus seguidores, entre quienes se encontraba Jidr (Khadir) que era el más destacado de todos. Entregó a cada uno de ellos un pez para que lo lavasen en un manantial determinado. Cada uno de los seguidores tomó un rumbo diferente. Jidr al momento de lavar el pez se le escapó de las manos y se sumergió en el manantial. Los esfuerzos de Jidr para volver a atrapar al pez fueron inútiles. Ya que se encontraba en el manantial aprovechó para lavarse y beber agua de éste. Cuando regresaba se preguntó: “¿Que excusa le daré a Dhul Qarnaîn?” No transcurrido mucho tiempo se encontró ante Dhul Qarnaîn y cuando llegó su turno de entregar al pez, relató lo sucedido. Dhul Qarnaîn inició la búsqueda del manantial, pero no había señal alguna de éste ya que ahora el secreto oculto en ese manantial se encontraba en manos de Jidr.[6]
El primer paso dado por Dhul Qarnaîn fue invitar a la gente a entregarse a Dios. Él ordenó a su pueblo que construyeran un gran templo, el cual finalizaron no transcurrido mucho tiempo. El ejército de Dhul Qarnaîn era formado por cuatro tropas, y cada una de éstas estaba compuesta por diez mil soldados. Dhul Qarnaîn envió a sus mensajeros a las diferentes ciudades de su imperio para que pusieran a la gente al tanto de que iniciaría su viaje hacia el este y oeste. La gente de su tribu lo rodeó y solicitaron que no aceptara en su ejército a otros fuera de los de su tribu, ya que él había nacido en ese lugar y era poseedor de la vida y bienes de esa gente.
Dhul Qarnaîn respondió: “Vuestra promesa y elección son suficientes para mí, pero yo recibo órdenes de un superior. Es mejor que se junten en el templo y dejen de oponerse. Ya que de lo contrario el oponente será castigado con la muerte”. Entonces pidió al gobernador de Alejandría que se hiciese cargo del templo y que su madre fuese respetada. El gobernador encontró triste a la madre de Dhul Qarnaîn por la separación que se aproximaba, por lo cuál ordenó que la consolaran... Por orden del gobernador, todos los que habían experimentado dificultades o calamidad durante sus vidas se debían reunir en el templo. El gobernador aprovechando la ocasión les dijo: “Mi intención es hablar con vosotros respecto a Dhul Qarnaîn, ya que dentro de poco nos veremos desamparados de él. Vosotros muy bien sabéis que después de la prosternación de los ángeles, Adán se vio atrapado por una gran calamidad y fue expulsado del Paraíso, y Ibrâhîm, después de haber salido del fuego fue probado por medio del sacrificio de su hijo. Así también fue examinado Jacob con lamentos y amargura, José con la esclavitud, Job por medio de la enfermedad, Juan con la muerte y Jesús por medio de las dificultades impuestas. Cada uno en su forma fue puesto en prueba ante Dios. Ahora id hacia donde la madre de Dhul Qarnaîn para que incrementéis su tolerancia. Cuando fueron a verla, escucharon estas palabras de ella: No existe nada oculto para mí de vosotros, y ninguno de vosotros os encontráis tan triste por la separación de Dhul Qarnaîn. Pero Dios me ha dado el poder, indulgencia y tolerancia suficiente para soportarlo”. Cuando la gente se percató de su paciencia, regresaron a sus casas.
El movimiento mundial de Dhul Qarnaîn se inició. En un principio su ejército era un grupo de hombres descalzos, y Dios le envió una revelación a Dhul Qarnaîn diciendo: “Yo te he elegido para gobernar el este y el oeste”.Dhul Qarnaîn dijo a Dios: “¡Dios mío! Me has elegido para realizar un acto muy importante. Entonces ahora infórmame con cuáles de mis seguidores debo enfrentar a Tus enemigos, qué estrategia debo seguir para vencerlos, y con qué lengua debo hablar con ellos”.
Dios le reveló: “Muy pronto te obsequiaremos una eminente enseñanza, la cuál incrementará tu percepción y entendimiento para que puedas escuchar y obtener información de todo lo oculto. Y te otorgaremos gran poder para que no temas a nada. Pondremos en tus manos la luz y las sombras como dos ejércitos para que dispongas de ellos, a fin de que toda la gente se congregue a tu alrededor”. Entonces Dhul Qarnaîn obedeciendo las órdenes de su Creador se dirigió hacia el occidente e invitaba a los habitantes de las ciudades a las que llegaba a adorar a Dios Único. Si la gente aceptaba su proposición la dejaba y continuaba su viaje. De lo contrario, ordenaba al ejército de las sombras que cubrieran la ciudad, la cual obscurecía al grado que los habitantes no podían verse los unos a los otros. Y quedaban así hasta que aprobaban la proposición de Dhul Qarnaîn. Después Dhul Qarnaîn se dirigió al oriente y transitó por numerosas regiones y países, se dirigió hacia los romanos. Que el Sagrado Corán menciona a este respecto. Después de un tiempo se topó con un pueblo que no entendía ninguna lengua. “…que apenas entendían una palabra” (Al Kahf, 18:93). Ellos eran un pueblo que vivía en la vecindad de los romanos, se asemejaba a seres humanos y era conocido como Gog y Magog. Comían y bebían como los hombres, pero sus cuerpos eran defectuosos lo cuál los diferenciaba de los seres humanos. No medían más de cinco palmas de la mano, andaban desnudos y descalzos. Sus cuerpos estaban cubiertos de vello el cuál los protegía del calor y frío. Contaban con dos orejas, una de ellas cubierta con mucho vello y la otra con pelusa, en lugar de uñas tenían garras, y sus dientes eran largos y filosos. Sus orejas eran tan grandes, que una de estas la utilizaban como alfombrilla sobre la cuál dormían y la otra la empleaban para cubrirse. Su alimento era un tipo de ballena la cuál una vez al año era traída a la playa como consecuencia de las grandes olas y tormentas del mar. En los días que tenían alimento suficiente, se dedicaban a engendrar y poblar su región, y hasta el próximo año no ingerían alimento alguno fuera de la ballena. Y cuando la comida que acostumbraban ingerir se encontraba fuera de su alcance, atacaban las tierras y regiones vecinas, y al igual que las langostas del campo invadían como una plaga. Cuando atacaban la ciudad, los habitantes de ésta se veían obligados a abandonar sus viviendas, y como estaban llenos de suciedad e impureza, nadie se ofrecía para detenerlos o alejarlos. En el tiempo que se desplazaban hacia algún lugar determinado en forma grupal, por el gran número que componían podían ser divisados desde muy lejos, y producían un ruido comparable con el que hacen las abejas. Ellos en su camino ahuyentaban a cualquier animal, y ningún ser orgánico quedaba a salvo de ellos. Todos estos seres sabían perfectamente el día de su muerte ya que cada uno después de haber parido mil hijos, se preparaba para su fallecimiento, y solamente era entonces cuando no hacían nada para sobrevivir.
Ellos, en la época de Dhul Qarnaîn habían llegado a todos los lugares del mundo. La gente de una región al enterarse que los habitantes de Gog y Magog se dirigían hacia ellos, pidieron ayuda a Dhul Qarnaîn. Dijeron a éste: “Entre nosotros y la tribu de Gog y Magog nos separan únicamente una montaña, si ellos nos dominan nos veremos obligados a abandonar nuestro pueblo. Ellos desgarrarán y comerán a todos los cuadrúpedos, inclusive no se apiadarán de los insectos y reptiles dentro de la tierra. Y si no construimos una barrera entre ellos y nosotros, no tardará mucho tiempo en que dominen todo el mundo. “…levantes entre nosotros y ellos una barrera …traedme bloques de hierro…” (Al Kahf, 18:94-96). Dhul Qarnaîn ordenó a toda la gente de esa región que sacaran de la montaña que se encontraba en las cercanías, hierro y cobre. Al principio fue complicado tallarlos, hasta que por indicación de Dhul Qarnaîn fue encontrada la mina de diamantes, y con éstos creó una herramienta con la cual los habitantes del pueblo podían continuar su trabajo. Entonces fundió el cobre y lo echó sobre el hierro, dándole forma de grandes piedras. A continuación midió la distancia de entre estas dos montañas. Se encontraban a una distancia de aproximadamente tres millas. Por orden de Dhul Qarnaîn cavaron una profunda zanja en las faldas de la montaña hasta que llegaron cerca de donde se encontraba el agua. El ancho de la zanja medía más o menos una milla y llenaron la zanja con fragmentos de hierro y cobre fundido. Colocaron una capa de hierro y otra de cobre hasta llegar a la altura de las montañas y el dique desde lejos con sus bellos colores rojo, amarillo y negro, se asemejaba a un bello manto del Yemen.
Desde entonces, la tribu de Gog y Magog cada año llegaban hasta el dique pero al encontrarse con esa gran barrera, se veían obligados a regresar. Después de terminar la construcción del dique, Dhul Qarnaîn vivió entre los sabios de la tribu de Moisés (P) y fue ahí donde falleció. “…hay una comunidad que guía con la verdad y con ello hace justicia” (Al A‘râf, 7:181). En ese entonces Dhul Qarnaîn contaba quinientos años de edad.[7]
Cuando Dhul Qarnaîn dirigió a su ejército al este y oeste del mundo, uno de los ángeles de Dios llamado Rafael lo acompañaba y a veces se ponía a platicar con él. Un día preguntó a Rafael como adoran a Dios los ángeles, a lo que Rafael respondió: “No existe en el cielo lugar alguno en el cual los ángeles no estén adorando a Dios. Y cada uno de estos ángeles que se encuentra erguido adorando nunca se sienta, y aquél que se encuentra prosternado nunca se levanta”. Dhul Qarnaîn que se deleitaba con las palabras del ángel solicitó a Dios una larga vida para que pudiese adorarlo y agradecerlo al máximo. Rafael le dijo que sobre la tierra existía un manantial llamado ‘Aînul Haîât el cuál se encontraba en medio del desierto de las tinieblas. Aquel que bebiese de esa agua, gozaría de una vida eterna, y agregó: “Empero yo no estoy enterado de su ubicación, a pesar de que en el cielo se habla mucho de éste”. Dhul Qarnaîn después de que Rafael se separó de él, juntó a todos los sabios de su imperio y les preguntó acerca del manantial eterno, pero nadie sabía el lugar preciso donde se encontraba En ese momento en la reunión de Dhul Qarnaîn se presento un muchacho descendiente de uno de los Profetas y aseguró haber visto el lugar exacto en el Libro de Adán (P).
La felicidad invadió el cuerpo de Dhul Qarnaîn. Ordenó que mil de los sabios y eruditos, acompañados de un gran número de soldados se prepararan para dirigirse hacia el oriente del mundo. Ellos transitaron entre muchas montañas y valles, hasta que después de doce años llegaron a la región de las tinieblas. Sus seguidores le dijeron: “A pesar de que guardamos la esperanza de que llegues a obtener lo que buscas, tememos que en este camino pierdas la vida”. Dhul Qarnaîn insistió y entraron en la región de las tinieblas. Ordenó que le prepararan al cuadrúpedo que tuviese la mejor vista, que era una yegua. Seis mil hombres expertos a caballo acompañaron a Jidr que era el dirigente de una tropa de mil soldados, y se introdujeron en la región de las tinieblas. Dhul Qarnaîn ordenó a su ejército que se quedara esperando ahí en ese lugar por un período de doce años. En caso de que perdieran las esperanzas de que Dhul Qarnaîn regresase, podían volver a su país. Jidr que estaba enterado de la oscuridad absoluta de esa región preguntó a Dhul Qarnaîn: “¿Cómo encontraremos el camino? Ya que la oscuridad no permite que nos veamos unos a otros”. Fue entonces cuando Dhul Qarnaîn obsequió unas piedras carmesíes a Jidr para que cuando necesitase, las aventase. Estas piedras al tener éstas contacto con la tierra explotaban haciendo un gran ruido y con la luz que despidiesen, podían ver su alrededor. Siguieron su camino, Jidr montado y Dhul Qarnaîn a pie. Hasta que Jidr llegó a un manantial que su agua era más blanca que la leche, más brilloso que el rubí y más dulce que la miel. Jidr se introdujo en el manantial, se lavó y bebió un poco de esa agua. Pero sus esfuerzos para llevar a Dhul Qarnaîn y demás acompañantes a ese manantial fueron inútiles, ya que ellos habían perdido el camino y se dirigían hacia otra dirección. No transcurrido mucho tiempo Dhul Qarnaîn y sus acompañantes se encontraron en una región brillante y bajo sus pies arena roja como perlas. En ese lugar había un gran castillo. Dhul Qarnaîn acampó fuera de éste y entró solo al castillo. Se encontró con un gran trozo de hierro colocado sobre el dentado de las murallas del castillo y un ave negra colgaba como un garfio de éste. Por el ruido que despedía la armadura de Dhul Qarnaîn, el ave se percató de que alguien había entrado al castillo. El ave pidió que se presentara.
Dhul Qarnaîn se presentó, y luego de que su temor se apaciguó, respondió a las preguntas que le hacía el ave. El pájaro preguntó: “¿Acaso han incrementado en el mundo los edificios construidos con ladrillos y yeso?” Cuando escucho la respuesta positiva de Dhul Qarnaîn revoloteó y repentinamente una tercera parte de su cuerpo se convirtió en hierro. Nuevamente preguntó a Dhul Qarnaîn: “¿Acaso ha aumentado la utilización de diversos instrumentos musicales entre los hombres del mundo?” La respuesta de Dhul Qarnaîn fue afirmativa. Después de escuchar la contestación otra tercera parte del ave se convirtió en hierro. Otra vez el ave inquirió: “¿Acaso se ha acentuado el atestiguamiento falso entre los hombres?” Dhul Qarnaîn respondió: “¡Sí!” En ese momento el ave aleteó y se convirtió en una gran bola de hierro, de tal forma que obstruyó el camino entre dos de las columnas del castillo. El temor se apoderó Dhul Qarnaîn, repentinamente escuchó al ave de hierro decir: “¡No temas! Ahora te haré otra pregunta. ¿Acaso la gente ha olvidado atestiguar Lâ il.lâha il.lal.lah –no existe divinidad fuera de Al.lah?” Dhul Qarnaîn contestó: “¡No! ¡No es así!” En ese momento un tercio del ave regresó a su estado primario. Volvió a preguntar: “¿Acaso la gente realiza su oración?” Dhul Qarnaîn argumentó: “Sobre la tierra la oración es querida”. No transcurrió mucho tiempo que el segundo tercio del cuerpo del ave regresó a su estado normal. La siguiente pregunta del ave fue: “¿Acaso la gente ha dejado de realizar el baño completo de polución?” Respondió: “¡No, nunca! ¡No es así!” Y fue entonces cuando el cuerpo del ave volvió a su estado inicial. Ésta señaló hacia las escaleras del castillo, Dhul Qarnaîn subió. Se encontró sobre un gran tejado esplendoroso y amplio. Observó a un joven luminoso que vestía un traje blanco que levantando la cabeza hacia el cielo había colocado sus manos cerca de su boca. Dhul Qarnaîn quedo maravillado al ver esta escena y le pidió que le explicara el por qué había colocado sus manos cerca de su boca. El apuesto joven respondió: “Tengo la responsabilidad de soplar la trompeta y ya que veo que se acerca la hora me preparo para obedecer la orden de Dios”. Entonces obsequió una piedra a Dhul Qarnaîn y dijo: “Tu hambre y saciedad dependen del hambre y saciedad de esta piedra”.
Dhul Qarnaîn regresó a donde se encontraban sus compañeros y les relató lo que había sucedido con el ave y con el joven en el tejado. Colocó la piedra en un lado de la balanza y al otro lado mil piedras parecidas a ésta, pero el peso de esta primera hacia bajar el platillo de su lado. Los sabios acompañantes de Dhul Qarnaîn quedaron sorprendidos al ver el misterio de la piedra y su peso, hasta que Jidr resolvió este enigma. En un principio colocó la piedra de Dhul Qarnaîn en un lado de la balanza y otra parecida a ésta en el otro lado. Agregó un poco de tierra la cuál cubrió la piedra de Dhul Qarnaîn, entonces los dos platillos se nivelaron. Jidr como explicación a lo sucedido dijo a los presentes: “La cuestión del ser humano, se asemeja a esta piedra que se encuentra sobre el platillo de la balanza; por más que colocasteis piedras en el otro platillo, no llegó a balancearse, pero en cuanto se acercó a la tierra se satisfizo y se convirtió igual que las demás piedras. ¡Oh, Dhul Qarnaîn! El ejemplo de tu reinado se asemeja a esta piedra. A pesar de que Dios te otorgó el poder sobre todo el mundo, aún así te dirigiste a la región donde ningún hombre ni genio había entrado (buscando la fuente de la vida eterna). Los descendientes de Adán son así. Ellos no dejarán de ser codiciosos hasta que no echen tierra sobre sus cuerpos”.
Dhul Qarnaîn después de escuchar los consejos de Jidr decidió regresar. En el camino se percató de una materia que al chocar con las pezuñas de los caballos producían ruidos extraños. Sus acompañantes se ocuparon en reunirla y Dhul Qarnaîn les dijo: “Aquél que la levante se arrepentirá más tarde, y aquél que la pase inadvertida, se arrepentirá también”. Cuando salieron del corredor de las tinieblas se dieron cuenta que eran valiosos topacios. Dhul Qarnaîn siguió su camino hacia Daûmatul Yandal en las cercanías de la ciudad de Medina, donde falleció.
El Mensajero de Dios (BPD) cada vez que narraba la historia de Dhul Qarnaîn al final decía: “Dios perdone a mi hermano Dhul Qarnaîn que en su camino no se equivocó y cuando llegó a la región de las tinieblas, e informó a la gente de la existencia de esa región para que aquél que quisiese llevase ganancia de ésta. Pero él después de salir de esa región, continuó su vida devota”.[8]
Extraído de: Historia de la Vida de los Profetas
Versión resumida de Qisasul – Anbiia
Fundación Imam Ali
Sección Española, - Beirut
Autor: Saiied Naimatul.lah Musawi Yazairi
Traducido por: Martha Golzar y
Rahmatul.lah Golzar
[1] Mayma‘ul Baîân, vol.3, t.6, p.756
[2]Mayma‘ul Baîân, vol.3, t.6, p.756
[3]Al Amâlî de Sadûq, p. 144; ‘Ilal Ash Sharâîa‘, p.472; Rûdatul Wâ‘izhîn, p.478
[4]Tafsîr Qumî, t.2, p.40
[5]Tafsîr Qumî, t.2, p.41
[6]Tafsîr Qumî, t.2, p.42.
[7]Kamâl Ad Dîn, p. 395-406
[8]Tafsîr ‘Aîâshî, t.2, p.341-349