LA VIDA DEL PROFETA LÛT (LOT)

“Y cuando Lût dijo a su gente: ¿Estáis cometiendo la indecencia que nadie antes en los mundos ha cometido? ¿Vais a los hombres con deseo, en vez de a las mujeres? Realmente sois una gente desmesurada. Pero la única respuesta de su gente fue decir: ¡Expulsadlos de vuestra ciudad! Son gentes que se tienen por puros. Y lo salvamos a él y a su familia con la excepción de su mujer, que fue de los que se quedaron atrás. E hicimos que les cayera una lluvia (de piedras). ¡Mira cómo acabaron los que hicieron el mal!” (Al A‘râf, 7:80-84)

 Lût (P) fue hijo de Hârân Ibn Târij y sobrino de Ibrâhîm (P) y otros sostienen que es hijo de la tía de Ibrâhîm (P) y hermano de Sara. Se dice que Sara era hija de Lâbin Ibn Batûbil Ibn Nâhûr. Según lo narrado por el difunto Tabarsî, que el término “indecencia” en la aleya anterior se refiere a la homosexualidad que se había hecho costumbre entre los hombres del pueblo de Lût (P).[1]

 En la exégesis Mayma‘ul Baîân respecto a la interpretación de la aleya “…y cortáis el camino de la reproducción del hombre” (Al ‘Ankabût, 29:28) dice: Con la satisfacción que sentían los hombres unos de otros, existía el temor de que la raza de ser humano se extinguiese. El pueblo de Lût (P), no se apiadaba ni siquiera de aquellos transeúntes que pasaban por el pueblo. Ellos les arrojaban piedras, y aquel al que le tocara la piedra que aventaban, éste era de su posesión y lo apresaba para mantener relaciones con él. Después de lo que sucedía le daban tres dirham en compensación del daño que le hubiesen causado. Para este acto indecente contaban entre ellos con unos jueces que en caso de ser necesario, éstos se encargaban de juzgar.

 Así también en la interpretación de la aleya “y hacéis cosas reprobables en vuestras reuniones” (Al ‘Ankabût, 29:28) se ha dicho que en las grandes reuniones que realizaban sin vergüenza alguna, dejaban escapar los gases intestinales. Además realizaban el acto sexual entre ellos mismos, con aquel que quisiesen y sin importar que fuese algún lugar público. Fue por ello que Dios Supremo envió Su castigo, o sea, una lluvia de pequeñas piedras celestiales sobre sus cabezas. Algunos aseguran que ese castigo fue un agua negra que cubrió toda la tierra.[2]

 Abu Basîr le preguntó al Imâm Sâdiq (P): “¿Acaso el Mensajero del Islam (BPD) se amparaba en Dios de los envidiosos?” Respondió: “¡Sí! Todas las mañanas y las noches. Y nosotros hacemos lo mismo, ya que el Sagrado Corán dice: “El que está libre de su propia avaricia… Esos son los que tendrán éxito” (Al Hashr, 59:9 y At Tagâbân, 64:16). Y en conclusión fue el mal agüero de la envidia lo que hizo que el pueblo de Lût (P) se viese afectado por esa calamidad. Ellos se encontraban geográficamente en un lugar en el cual transitaban las caravanas, en un principio las atendieron en forma apropiada pero más tarde la avaricia y corrupción se apoderó de ellos ya que el número de visitantes día a día acrecentaba. Su forma de proceder era así que cualquier visitante que acababa de llegar lo acusaban de homosexual para que se viese obligado a salir. Entonces su corrupción llegó al grado de pasar de la avaricia a la sodomía. Inclusive los visitantes no se encontraban exentos de este acto prohibido. Ellos a cambio pagaban una cantidad a aquellos con los que realizaban este acto. Esta acción se divulgó en toda la tribu de Lût (P), únicamente un pequeño grupo de los musulmanes creyentes se encontraban al margen de esto. Así como el Sagrado Corán dice: “Y para sacar de allí a los creyentes que haya. Aunque sólo hemos encontrado una casa de sometidos (musulmanes)” (Adh Dhârîât, 51:36). El pueblo de Lût (P) no creía en la limpieza ni en el baño completo –gusl- y los consejos de él que duraron treinta años no tuvieron ninguna influencia en ellos.

 Lût (P) era un hombre generoso y buen anfitrión. Por amonestar a su pueblo contra los actos indecentes que realizaban, se vio amenazado por ellos, de tal forma que si continuaba recibiendo visitas, mancharían su reputación. Este gran Profeta, por temor a las falsas acusaciones que pudiesen levantar en su contra, recibía a sus invitados en secreto. Por otra parte Ibrâhîm (P) y Lût (P) se encontraban en espera del castigo de Dios. Pero Dios, como consecuencia de la amistad de éstos dos, retardó repetidas veces el castigo, hasta que llegó el momento esperado. Dios, para tranquilizar a Ibrâhîm (P) después de anunciarle el castigo al pueblo de Lût (P), le dio la nueva del nacimiento de su hijo y para ello fue que envió por la noche a unos de Sus ángeles ante él. Ibrâhîm (P) en un principio sintió temor al verlos entrar en secreto en su casa y dijo: “Realmente sentimos miedo de vosotros. Dijeron: No temas, estamos aquí para anunciarte (el nacimiento) de un hijo que será sabio” (Îûsuf, 12:53-54). Ibrâhîm (P) preguntó: “Además de anunciarme el nacimiento de un hijo, ¿qué otro mensaje traéis?” Ellos anunciaron lo que sucedería con el pueblo de Lût (P) “A él y a su familia los salvaremos con la excepción de su mujer, que será uno de los que se queden atrás…” (Al ‘Ankabût, 29:32 y Al Hiyr, 15:59-60)

 Asbag relata una narración del Imâm ‘Alî (P) que dice: “Seis hábitos que se han hecho populares entre mi gente son los mismos que acostumbraba el pueblo de Lût (P) y ellos son: (1) Aventar bolas de tierra por medio de lanzadoras. (2) Lanzar piedras pequeñas utilizando el dedo índice y pulgar. (3) Mascar goma. (4) Alzar sus vestidos cuando se encontraban solos. (5) y (6) Abrir los botones de sus camisas y capas”.[3]

 El Imâm Bâqir (P) en una extensa narración manifiesta: “Cuando fue enviado el castigo, en la noche oscura, Lût (P) acompañado de su esposa y su gente, salió de la ciudad. Pero la esposa de éste se separó del grupo para avisar a los del pueblo que su esposo Lût (P) e hijas se habían ido. En ese momento Dios ordenó al Arcángel Gabriel que a la salida del sol el castigo sería impuesto. Un fuerte castigo en tal forma que un pedazo de tierra fue arrancado y elevado al cielo, al grado que los habitantes de éste (el cielo) podían escuchar los ladridos de los perros y el canto de los gallos. Y fue entonces cuando el pueblo y sus habitantes fueron destruidos. Luego cayó una lluvia de piedras de arcilla sobre sus cabezas y no quedó señal alguna de ese pueblo sobre la tierra a excepción de la casa de Lût (P), como lección para aquellos que transcurrían por esa región. El lugar en el cuál fue enviado el castigo de Dios era una región cerca de Siria, y como consecuencia de los sismos sucedidos en la frontera de agua entre Siria y Egipto, surgieron grandes rocas”.[4]

 En la exégesis de ‘Alî Ibn Ibrâhîm Qumî está registrado: “Cuando Ibrâhîm (P) se salvó del fuego de Nimrod, inició un viaje hacia el desierto que se encontraba entre el Yemen y Shâm (Siria actual). Pasó mucho tiempo en esa región y cada huésped que venía a verlo era atendido amablemente por él. A todas partes había llegado la noticia de la salvación de Ibrâhîm (P) del fuego de Nimrod, y él aprovechando la situación invitaba a la gente hacia la religión de Dios. Aproximadamente cincuenta kilómetros de donde residía Ibrâhîm (P), se encontraba una región verde con plantíos y jardines, y ya que estaba situada en el cruce de las caravanas, los caravaneros se saciaban de sus frutas y cosechas. Los habitantes de esa región repetidas veces se molestaron por la situación hasta que el Demonio los sedujo y les enseñó que desnudaran y violaran a aquél que entrara en sus tierras. En una ocasión el Demonio se les presentó en forma de un bello joven. Los hombres del pueblo lo atacaron y así fue como la corrupción comenzó a arder en tal forma que satisfacían sus deseos sexuales los hombres con los hombres y las mujeres con las mujeres. Un grupo se quejó ante Ibrâhîm (P) por esta situación y él envió a Lût (P) para que propagara el mensaje Divino entre ellos. En un inicio dijo a la gente: “Yo soy el primo de Ibrâhîm y enviado de él para vosotros. Aquél que Dios hizo al fuego frío y venturoso para él. En estos momentos reside en un lugar cerca de aquí. ¡Temed a Dios! Y dejad a un lado los actos insolentes, que de lo contrario el castigo será seguro”.

 Muchas veces sucedió que Lût (P) intervenía para que los del pueblo no molestasen a los transeúntes. No pasó mucho tiempo que Lût (P) contrajo matrimonio con una mujer de ese pueblo y fue agraciado con varias hijas. Transcurridos muchos años de la invitación de Lût (P) hasta que su pueblo lo amenazó de muerte “Si no dejas de hacerlo… ¡date por lapidado!” (Ash Shu‘arâ’, 26:116) y Lût (P) se vio obligado a maldecirlos. Por otra parte, Ibrâhîm (P) se encontraba atendiendo a sus invitados. Un día sus ojos vieron a cuatro seres que no aparentaban ser humanos, pero ellos saludaron a Ibrâhîm (P) y él contestó a su saludo.

 Ibrâhîm (P) se dirigió a donde Sara y le dijo: “Han llegado unos huéspedes, pero no parecen seres humanos”. Sara respondió: “No tenemos en casa otra cosa que ese becerro. Es mejor que lo sacrifiques y prepares algo con él”. El Sagrado Corán menciona este suceso de esta forma: “Y fueron Nuestros mensajeros a Ibrâhîm a llevarle las buenas noticias y dijeron: Paz, contestó: Paz; y no tardó en venir con un becerro asado. Pero al ver que no tendían sus manos hacia él, le pareció extraño y sintió miedo” (Hûd, 11:68-69). Sara les preguntó “¿Por qué no aceptáis el alimento que el Profeta de Dios os ofrece?” Respondieron: “No temas, hemos sido enviados a la gente de Lût”. Sara al escuchar sus palabras sintió que un gran temor invadió su cuerpo. “Y le anunciamos a Isaac y después de Isaac a Jacob” (Hûd, 11:70). Sara atónita colocó sus manos sobre su rostro y dijo: “¡Ay de mí! ¿Cómo voy a parir si soy vieja y éste mi marido es un anciano?” (Hûd, 11:71). Gabriel que se encontraba entre ellos dijo: “¿Te asombras del mandato de Al.lah?…Y cuando el miedo se fue de Ibrâhîm…” (Hûd, 11:72-73). Entonces Ibrâhîm preguntó a Gabriel: “¿Con qué fin fuisteis enviados?” Gabriel respondió: “Para destruir al pueblo de Lût (P)”. Ibrâhîm (P) agregó: “Pero Lût se encuentra aun entre ellos”. Gabriel contestó: “Nosotros sabemos mejor quién está en ella. A él y a su familia los salvaremos con la excepción de su mujer” (Al ‘Ankabût, 29:32). Ibrâhîm (P) cuestionó a Gabriel: “¿Si en ese pueblo existiesen cien o cincuenta o diez o inclusive una persona creyente monoteísta, de todas formas serían castigados?” Gabriel manifestó: “¡No! ¡En ese caso no!” El Honorable Corán hace referencia a este asunto de la siguiente manera: “Aunque sólo hemos encontrado una casa de sometidos” (Adh Dhârîât, 51:36).

 Ibrâhîm (P) solicitó a Gabriel que recapacitara en la orden Divina, pero Dios envió una revelación a Ibrâhîm (P) diciendo que era un castigo resuelto. “¡Ibrâhîm! Apártate de esto. El Mandato de tu Señor ha venido y ciertamente les alcanzará un castigo irrevocable” (Hûd, 11:76). Los enviados se despidieron de Ibrâhîm (P) para encontrarse con Lût (P). Él se hallaba arando la tierra cuando se enteró de la llegada de unos huéspedes. Un grupo solicitó a Lût (P) comida y hospedaje. Él por su parte les informó del vergonzoso recibimiento que podría realizar su gente con los viajeros que acababan de llegar. Entonces fue a donde se encontraba su esposa y le pidió que ocultara a los hombres del pueblo la llegada de sus huéspedes, y él a cambio perdonaría su oscuro pasado y los pecados de ella. La mujer de Lût (P) aparentemente había aceptado la proposición, pero dentro de sí esperaba el momento de informar a los de su pueblo. La señal entre ella y su gente era que cuando Lût (P) tuviese visitas si era de día, haría humo en la azotea de su casa y si era de noche, encendería una fogata.

 Ésta vez hizo lo mismo y no transcurrido mucho tiempo un gran número de personas se había reunido fuera de la casa de Lût (P). Paradas detrás de la puerta dijeron: “¿Acaso no te hemos prohibido que hospedes a nadie?” (Al Hiyr, 15:70) y Lût (P) les respondió: “¡Gente mía! Aquí tenéis a mis hijas, ellas son más puras para vosotros” (Hûd, 11:77), o sea, mis hijas y las mujeres de esta comunidad son permitidas para vosotros. ¿Por qué os satisfacéis con los hombres? Pero la respuesta de ellos fue otra cosa: “Ya sabes que no tenemos ninguna necesidad de tus hijas y sabes lo que realmente queremos” (Hûd, 11:78). Lût (P) que había perdido las esperanzas de su pueblo expresó: “Ojalá tuviera fuerza contra vosotros o un fuerte apoyo al que recurrir (entonces verían lo que haría con vosotros salvajes)” (Hûd, 11:79). Y Dios no envió mensajero alguno después de Lût (P) sin que se viese en dificultades y molestias por parte de su pueblo. Algunas narraciones respecto al término “fuerza” aseguran que se refiere al Imâm Oculto y respecto al término “fuerte apoyo” se refiere a los trescientos trece seguidores que están en espera de este Imâm.

 ‘Alî Ibn Ibrâhîm en su exégesis continúa relatando esta historia de la siguiente manera: ‑Entonces Gabriel dijo a los ángeles: “Él no está enterado del poder que Dios le ha otorgado”. Lût (P) que escuchó sus palabras les pidió que se presentasen, y cuando se percató de Gabriel, preguntó la causa de su visita. Gabriel le contestó: “Nosotros estamos comisionados para destruir a tu pueblo. Y este desastre llegará antes de la madrugada …y su cita es el alba. ¿Acaso no está el alba cercana? (Hûd, 11:80)”.

 No tardó mucho que la gente de Lût (P) rompió la puerta y entró a su casa. Gabriel que se encontraba presente, con el revoloteo de sus alas hizo que éstos quedasen ciegos. El Sagrado Libro de Dios hace referencia a este suceso en esta forma: “Intentaron seducir a sus huéspedes y cegamos sus ojos. ¡Gustad Mi castigo y Mi advertencia! (Al Qamar, 54:37). Cuando el pueblo de Lût (P) vio esta escena, entendió que se acercaba el castigo. Gabriel le indicó a Lût (P) que debía salir aprovechando la oscuridad de la noche “Sal con tu familia en el seno de la noche y que ninguno de vosotros se vuelva a mirar; sólo lo hará tu mujer, pues a ella le va a suceder lo que a ellos” (11:80). Entre la gente de Lût (P) se encontraba un hombre sabio que continuamente advertía a la gente de un gran castigo y decía: “No permitáis que Lût (P) se vaya de entre vosotros, ya que su presencia evita que caiga sobre vosotros la calamidad”. Cuando vieron que se acercaba su muerte, se reunieron alrededor de la casa de Lût (P) para evitar que saliese de ésta. Gabriel con una antorcha luminosa le mostró un corredor subterráneo el cuál los llevaría fuera de la casa. La esposa de Lût (P) que estaba enterada de todo, esperaba el momento para poder avisar a su gente. Pero por orden de Dios cayó una gran roca sobre ella y murió. En la madrugada, Gabriel con la ayuda de otros tres ángeles arrancó un trozo de tierra y lo levantó hasta el cielo, y desde ahí lo dejaron caer sobre los habitantes de la ciudad, siguiendo a continuación una lluvia de piedras de arcilla.[5]

 El Imâm Sâdiq (P) argumenta: “Aquel que considere aceptable el comportamiento de la gente del pueblo de Lût (P), no se irá de este mundo a menos que haya sufrido el mismo castigo que sufrió ese pueblo, pero la gente (que se encuentra a su alrededor) no lo verá”.[6]

 El difunto Tabarsî respecto a la interpretación de la aleya “Aquí tenéis a mis hijas, ellas son más puras para vosotros” dice que existen diferente opiniones entre los exegetas respecto a esta aleya: si Lût (P) se refería a sus propias hijas o, ya que cualquier Profeta es considerado padre de su comunidad, se refería a las mujeres del pueblo. Así también existe diferencia de opiniones respecto a la forma de unión entre una mujer creyente y un incrédulo. Algunos consideran que por medio del matrimonio, ya que en la Sharîat –ley religiosa- de Lût (P) era permitida la unión entre una mujer creyente con un impío, al igual que sucedió al inicio del Islam, y un ejemplo de esto es Abûl ‘Az Ibn Rabî‘. Otros sostienen la idea de que Lût (P) aceptaba que sus hijas o demás mujeres, se unieran en matrimonio con éstos, con la condición de que se convirtieran en creyentes. Y un grupo más respalda la idea de que en el pueblo de Lût (P) había dos jefes de grupos, que Lût (P) había decidido entregar a éstos a sus dos hijas Zar‘aûâ’ y Ratîâ’. [7]

 En la obra ‘Ilal Ash Sharâîa‘ se encuentra registrada una narración del Imâm Sâdiq(P) que dice: “Los hombres homosexuales son los sobrevivientes del pueblo de Sodoma, y a pesar de que sus descendientes no pueden ser comparados con aquellos, pero llevan en sí esa misma esencia. Y Sudûm , Sadîm, Ladanâ, ‘Amîra’ fueron los cuatro pueblos de esa región para los cuales fue enviado el Profeta Lût.”[8] Pero Mas‘udî estima: “Lût (P) fue enviado para dirigir a cinco pueblos: Sudûm, ‘Amûrâ, Dûmâ, Sâ‘ûrâ y Sâbû”. 186 Murûy Adh Dhabab, t.1, p.45.

 (Estas ciudades en la Biblia son conocidas como Sodoma, Gomorra, Ademá, Seboyim y Soar)

 El Imâm Sâdiq (P) argumentó: “Cuando llegaron los enviados Divinos ante Lût (P), éste les informó del comportamiento indebido de su pueblo. Por otra parte, Dios había ordenado a Gabriel que no iniciara la calamidad hacia el pueblo de Lût (P) hasta que éste le reseñara por tercera vez la situación”. Lût (P) tres veces describió la situación que reinaba en su pueblo. En ese momento la gente entró a su casa y la narración continúa como ya lo mencionamos con anterioridad.[9]

 En la obra Zaûabul ‘Amâl está registrada una narración del Imâm Bâqir (P) que dice: “El pueblo de Lût en un principio se encontraba entre la mejor creación de Dios. Inclusive cuando se desplazaban a otros lugares, iban acompañados por sus mujeres. Ellos cumplían al pie de la letra con sus leyes religiosas, pero el Demonio los envidió y repetidas veces se interpuso en sus caminos. Un día el pueblo de Lût (P) había decidido esperar al Demonio en el mismo sendero que éste acostumbraba, para destruirlo. No obstante se encontraron con un joven bello. Comisionaron a un hombre para que lo custodiara por la noche, pero el joven comenzó a gritar y dijo: “¡Mi padre me recostaba sobre su pecho, pues de lo contrario no podía conciliar el sueño!” El hombre también recostó al joven sobre su pecho, y de esa forma fue que el Demonio enseñó al hombre la forma de mantener una relación erótica con alguno de su mismo sexo. Después de lo sucedido, desapareció en secreto. No transcurrido mucho tiempo los hombres del pueblo se colocaban en el camino en espera de algún viajero y realizaban lo mismo. Cuando su pueblo se vio abandonado por los transeúntes, ellos se alejaron de sus mujeres y se dedicaron a los muchachos jóvenes. El Demonio que había llevado a cabo su cometido en forma excelente, fue en busca de las mujeres del pueblo y después de excitarlas, les enseñó como satisfacerse las unas con las otras. Después de lo sucedido, Dios Supremo envió a sus ángeles Gabriel, Miguel y Serafín en forma de bellos jóvenes. Ellos se dirigieron hacia Lût (P) cuando éste se encontraba arando la tierra, y se presentaron como “emisarios” que habían sido enviados hacia el gobernador de esa ciudad. Pero Lût (P) les narró las malas costumbres de los habitantes y ellos decidieron ir hacia donde se encontraba la gente. Lût (P) les sugirió que esperasen hasta bien entrada la noche, entonces encargó a su hija que trajese agua, pan y ropas para sus visitantes.

 Comenzó a llover fuertemente. Lût (P) y sus invitados salieron de casa y comenzaron a caminar. Él caminaba junto a la pared y ellos por en medio del camino. Repentinamente salió el Demonio que se hallaba escondido en el camino y arrebató al infante que se encontraba en los brazos la mujer de Lût (P). La gente al escuchar los gritos salieron de sus casas y se reunió fuera de la casa del Profeta, exigiéndole que no se metiera en sus asuntos. Pero Lût (P) en respuesta les dijo: “Estos son mis huéspedes, no me deshonréis” (Al Hiyr, 15:68). Ellos propusieron al Profeta Lût (P) que detuviese a uno de ellos y les entregase a los otros dos, sin embargo él los llevo dentro de la casa para protegerlos. Ellos insistieron hasta que rompieron la puerta y empujando a Lût (P) hacia un lado. Entonces entraron en la casa. Cuando se acercaron al Ángel Gabriel escucharon que decía: “Yo soy enviado de Dios, traigo un castigo para vosotros”. Entonces tomando un puñado de tierra lo arrojó en sus caras y los maldijo, todos los hombres del pueblo perdieron la vista. Gabriel ordenó a Lût (P) que acompañado de sus hijas saliese de la ciudad, ya que el castigo Divino sería enviado al pueblo en la madrugada “…y su cita es el alba ¿Acaso no está el alba cercana?” (Hûd, 11:80).

 El Imâm Sâdiq (P) manifiesta: “Dios Bendiga a Lût (P), ya que si hubiese entendido quiénes eran esos que se encontraban hospedados en su casa, sin duda hubiese percibido la fuerza que poseía ‑ Ojalá tuviera fuerza contra vosotros o un fuerte apoyo al que recurrir” (Hûd, 11:79). Ignoraba que un “fuerte apoyo” como lo era Gabriel, se encontraba en su casa. Dios dijo al Mensajero del Islam (BPD): “Y no están lejos de los injustos.” (Hûd, 11:82) Que significa: Cualquier injusto de tu pueblo que actúe igual a los del pueblo de Lût (P), sin duda merecerá el mismo castigo.[10]

 En la obra Zaûabul ‘Amâl está registrada la siguiente narración de Imâm Sâdiq (P) que dice: “El Mensajero de Dios (BPD) manifestó: Cuando el pueblo de Lût (P) comenzó a actuar equívocamente, la tierra lloró ante Dios hasta que sus lágrimas llegaron al cielo y el cielo por el perverso comportamiento de éstos, lloró tanto que sus lágrimas llegaron al Cielo Supremo, y Dios también ordenó al cielo para que lloviera piedras de arcilla sobre las cabezas de estos seres corruptos, y la tierra los tragase”.[11]

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Extraído de: Historia de la Vida de los Profetas

Versión resumida de Qisasul – Anbiia

Fundación Imam Ali

Sección Española, - Beirut

Autor: Saiied Naimatul.lah Musawi Yazairi

Traducido por: Martha Golzar y

Rahmatul.lah Golzar


[1] Mama‘ul Baîân, vol.4, t.8, p.710.

[2]  Mama‘ul Baîân, vol.4, t.8, p.440.

[3] Al Jasal, t.1, p.331.

[4] ‘Ilal Ash Sharâîa‘, p.155: Tafsîr ‘Aîâshî, t.2, p.157.

[5] Tafsîr Qumî, t.1, p.332-336.

[6] Tafsîr Qumî, t.1, p.337.

[7]  Mama‘ul Baîân, vol.3, t.5, p.279.

[8] ‘Ilal Ash Sharâîa‘, p.552; Kâfî, p.549.

[9] Qisas Râwandî, p.102.

[10] Zaûabul ‘Amâl, p.312; Kâfî, t.5, p.544; Mahâsin, p.110.

[11] Zaûabul ‘Amâl, p.312; Mahâsin, p.110; Du‘â’mul Islâm, t.2, p.455.